Próxima
entrada de La Imprenta de Benjamín, el jueves 23 de enero.
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Título
original:
La Veilleuse rouge sur l'Autel du Vénérable Maître . Loge
Phénix, Perpignan.
Se publica con
autorización del blog Loge de Recherche Laurence Dermott.
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En
la práctica del Rito Francés, según la variante adoptada por la Gran Logia
Nacional de Francia, obediencia reconocida como regular por la GLUI hasta no
hace muchos meses, aparece este elemento, que también con frecuencia se usa en
el REAA, aunque sea como una sencilla candela, sin aclararse bien el sentido de
su permanencia. Esta es una interpretación que hemos encontrado y puede verse
que está de acuerdo al enfoque deísta y dogmático de esa obediencia, pero que
contiene muchos elementos para la reflexión y sobre todo para comparación.
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El “Rituel du Rite Français” así como el “ Livret d´accompagnement du Rite Français et
Rituels de Banquet”editados ambos por la Gran Logia Nacional Francesa,
precisan la lista del material necesario para la apertura y clausura de los
trabajos en los tres grados.
Entre todos los
objetos de la lista hay uno que en especial llamó mi atención. Se trata de la
pequeña lamparilla roja sobre el altar del Venerable Maestro.
Los dos Livrets describen la posición de cada
uno de los objetos con la ayuda de un croquis bien preciso a fin de permitir a
los aprendices preparar la logia con toda tranquilidad. Y ambos coinciden sobre
la posición de esta lamparilla ubicándola sobre el altar del Venerable a unos
pocos centímetros por detrás del candelabro de tres ramas, siendo interesante notar algunos ligeros
desacuerdos sobre el momento de encender esta vela!
En el Ritual del
Rito Francés, pagina 6 la lámpara se “ se
enciende en la apertura”. Mas adelante, pagina 8, precisa que “ Todas las candelas serán encendidas antes de
la Apertura de los trabajos, salvo la lamparilla roja.”. Más adelante aún,
cuando “ la iluminación de la logia” escribe
esto: “ la pequeña lamparilla está
encendida, el Venerable da un golpe..” entendiendo que sin duda es el Venerable
quien enciende esa vela en ese momento.
Pero en el Livret d´accompagnement, página 12,
aparece escrito que debe ser encendida antes de la apertura!!.
En la página 42,
el primer punto de la leyenda del croquis que representa al Altar del Venerable
estipula que “ la lámpara roja debe estar
encendida antes del ingreso del cortejo”, y la palabra antes está resaltada!.
Volviendo al
final del Livret del Rituel, en la
leyenda del esquema “ disposición del
material sobre la mesa del Venerable” ( fijarse que se habla de mesa y no
de altar), está bien estipulado que “ la
lamparilla roja debe estar encendida antes del ingreso del cortejo”, tal
como en el Livret d´accompagnement.
Así que
después de algunas vacilaciones, los dos Livrets
finalmente se ponen de acuerdo sobre el momento del encendido de esta
lamparilla, pero seamos sinceros, no se comprende eso sino después de haber
leído con atención la totalidad de los dos documentos.
Todo puede
parecer algo simplista, pero esta pequeña palabra resaltada en el Livret d´acconpagnement fue lo que me
hizo elegir este tema.
En efecto,
si consideramos que esta lámpara roja está encendida ya antes de nuestro
ingreso al templo, que brilla durante toda la tenida y que nadie puede
apagarla, entonces el simbolismo no es el mismo y esta pequeña luz roja me
recuerda a cuando siendo niño entraba a una iglesia, asombrado de lo que podía descubrir
perdido en la sombra gris de las viejas piedra y el lúgubre silencio, la
pequeña lámpara roja de la capilla del Santo Sacramento parecía dar algo de vida
y religiosidad a ese gran navío que son las iglesias.
Así que
entonces empecemos por hablar de nuestra lámpara roja y veamos si puede
establecerse algún paralelo con nuestra orden.
Para la
religión católica, el tabernáculo, ese pequeño cofre en el cual se conserva el
Santo sacramento, se encuentra sobre el altar o a lo sumo en una pequeña capilla
y siempre hay una pequeña lámpara roja encendida permanentemente que indica el
emplazamiento de la presencia divina en la iglesia como un recordatorio visible
de la presencia inherente del Cristo en el mundo.
En el “dictionnaire des symbols” de Jean Chevalier
y de Alain Gherrbrant, el Tabernáculo era “ la
parte interior de los templos, la más reservada, la más sagrada, que contenía
la imagen del dios en Egipto o el Arca de la Alianza en Jerusalen”.
No hay que sorprenderse que ese sitio sea señalado
de un modo tan particular con las verticales y horizontales . Puede leerse
también que “ Filón de Alejandría, el
filósofo judío, pensaba entonces que el tabernáculo era una imagen del mundo,
pero también del hombre y la condición humana. El cruce de verticales y
horizontales en la construcción de ese templo miniatura, el Santo de los
Santos, como en el ser humano, simboliza la ubicación del hombre entre las
pulsiones de sus sentidos hacia el mundo exterior ( horizontal) y el llamado
hacia la concentración interior y contemplativa ( vertical)”
¿La
francmasonería no está dedicada a construir el templo interior?
Si el
significado para nuestra orden es similar, entonces la lámpara roja sobre el
altar del Venerable indica sin duda alguna la presencia permanente del Ser
Supremo al que denominamos Gran Arquitecto del Universo y que es Dios.
Las
búsquedas acerca de la vela roja en los libros consagrados a la francmasonería
y otras obras y documentos no arrojan nada! Para mi sorpresa, nada o casi nada
acerca del asunto hacen creer que no merece considerarse.
Así que
esperaba encontrar en “ La symbolique
maçonnique” de Jules Boucher alguna información, siendo que en su obra había innumerables detalles
descriptos con precisión. Y aún cuando no parece que fue un adepto al rito
francés, podemos obtener alguna cosa de la descripción de las luminarias.
Para él,
el templo debe ser simbólicamente esclarecido por candelas, y en función del
grado que se abre, deben ser encendidas un cierto número: 3 en el grado de
aprendiz, 5 en grado de compañero y 7 en el de Maestro. En el grado de
aprendiz, el Venerable y los dos Vigilantes deben tener un candelabro en su
mesa. A la apertura de los trabajos, solo la vela del Venerable esta encendida.
Durante la apertura él “ da la luz” a
los dos Vigilantes y a continuación los tres van a encender las velas colocadas
en los pilares que les son atribuidos.
Ya puede
constatarse que hay una diferencia entre lo que describe Boucher y nuestro Rito
Francés en el que se menciona : “ El
Venerable enciende con el botafuego a la
pequeña vela, después el candelabro de tres ramas en el siguiente orden: sol a
izquierda, luna a derecha, Maestro de la logia al centro” .Hecho eso, el Primer Maestro de Ceremonias recibe el
botafuego encendida de manos del Venerable y va a encender sucesivamente: la
vela del Sud oeste, la del Nord Este y la del Sud Este, después de la del
primer Vigilante y por fin la del Segundo Vigilante antes de apagar la mecha y
volver a su sitio”.
Hay
similitudes ciertas, especialmente en el hecho de “ dar la luz”, pero la llama inicial es diferente. En el Rito
Francés, la lamparilla roja tiene un sitio determinante porque está en el
origen de toda la iluminación y comprende al candelabro de tres ramas del
Venerable.
Mas
adelante en su explicación, Jules Boucher dice: “ la llama de la vela es viviente y ritual, en tanto que la luz producida por el
gas o la electricidad tiene algo de artificial que perciben claramente aquellos
que en sentido mágico no están completamente obnubilados”.¿Cuantas veces nos
hemos quedado como perdidos fijados en la llama que parece bailar a veces lánguidamente a veces frenéticamente,
como si fuera un ser viviente que en su aparente debilidad ocultara una fuerza
renovada?
Jules
Boucher precisa aún que “ La liturgia
católica proscribe el alumbrado moderno, y que ni el gas ni la electricidad
pueden reemplazar al aceite de la lámpara del Santo Sacramento ni las velas
litúrgicas. Las lámparas pueden ser usadas en lugar de las velas a condición de
usar aceite de oliva como combustible para la lámpara que debe arder día y
noche sin interrupción ante el tabernáculo. La oliva tiene significado simbólco:
la Paz, la Caridad, la Abundancia y la Fecundidad. Pero nuestra preferencia se
vuelve hacia la vela cuya flama es clara y mas bella que la de una lámpara y
además mucho mas cómoda para usar”.
Y continúa
con la cuestión del apagado de las luces: “…
conviene no soplar nunca la llama; debe aplastarse con el mallete. Estas
prescripciones pueden parecer extrañas , pero no son más que un eco del culto
del fuego entre los persas. No hay nada de precioso ni de sagrado entre los
persas, según Mandelso, que el fuego, que conservan celosamente; porque no hay
nada según dicen, que represente tan bien a la divinidad que el fuego; y por
eso ellos jamás soplaran una vela ni una lámpara y no trataran jamás de
emplear agua para extinguirlo aún cuando
la casa entera corra riesgo de consumirse, pero sí intentaran apagarlo con tierra”.
El “ dictionnaire des simboles” de Jean
Chevalier y Alain Gherrbrant, no aporta mas información al asunto de la lámpara
roja, pero si un párrafo muy interesante sobre el color rojo, que da para
reflexionar: “ El rojo es universalmente
considerado como símbolo fundamental del principio de la vida, con su fuerza,
su potencia y su brillos, el rojo, color del fuego y de la sangre, posee la
misma ambivalencia simbólica que estos últimos, visualmente parlantes, de claro
a oscuro. El rojo claro, brillante, centrífugo, es diurno, masculino, tónico,
que incita a la acción, proyectando su brillo como un sol sobre todas las cosas
con una inmensa e irreductible potencia. El rojo oscuro, por el contrario, es
nocturno, femenino, secreto y en el límite, centrípeto; representa no la expresión,
sino el misterio de la vida”.
Sin
reproducir la totalidad de la explicación del autor, respecto a la lampara
roja, parece que sea el rojo más oscuro el que le corresponda mejor y su
asociación con el misterio de la vida.
Prosigamos
con el mismo “Dictionnaire des Symbols”
por la definición de la lámpara. Una vela pequeña, ¿no es acaso una pequeña
lámpara?. En la explicación que se ofrece hay una que atrajo mi atención: “ La lámpara es de uso ritual frecuente: en
occidente, como signo de la presencia real de Dios”.
Llegado a
este punto de mi búsqueda, no creo que sea de interés recopilar todo o parte
del trabajo de autores que me permitieron hallar un cierto número de respuestas
concernientes a la presencia y el significado de esta pequeña lampara roja
sobre el altar del Venerable.
¿Desde cuando soy masón?. Desde que
recibí la luz. ¿Porqué me hice recibir
masón?. Porque estaba en tinieblas y deseaba ver la luz. ¿Qué es lo que ví cuando se me dio la luz?.
Ví al Sol, la Luna y al Maestro de la Logia. Como el sol preside el día y la
luna la noche, el Maestro preside en la logia para esclarecerla. El templo en
el cual nos reunimos es un lugar sagrado. No se trata ya más de una simple construcción de piedra,
restaurada y mantenida con amor y devoción.
Pero es más
que eso, el Gran Arquitecto del Universo tiene su mansión allí y esta pequeña
lámpara roja sobre el altar del Venerable lo atestigua. Cada vez que ingreso al
templo, una de las tareas que me esfuerzo en completar con prioridad es de
encender esa pequeña lámpara roja y al hacerlo tengo la impresión de llenar un
vacío.
En tanto
que masón, nos esforzamos por construir nuestro templo interior. En tanto que
masón hemos recibido la luz y gracias a nuestros trabajos tomamos consciencia
poco a poco de los símbolos que nos rodean a fin de amueblar poco a poco ese
templo interior. Pero quede vacío o ricamente decorado, una pequeña vela roja
brillará siempre en ese templo interior.
Y si como
yo creo, esta pequeña lámpara roja es el Gran Arquitecto del Universo, estoy
tentado de pensar que ella brilla en nosotros desde hace mucho, antes de
encontrarnos en el pórtico, puede que desde nuestro primer día, puede que desde
el primer día del hombre.
Somos
libres de alimentarla con el mejor aceite a fin de que no se apague jamás y que
testimonie a los ojos del mundo que estamos vivos en la fuerza de Dios, que
existimos y que todo es posible.
Y quiero
terminar son una frase tomada del “Dictionnaire
de la franc-maçonnerie “ de Daniel Ligou que me parece resume muy bie todo
este asunto: “la llama esclarece, es frágil y viviente, evoca el fuego purificador y
protector y todavía es el símbolo del poder del hombre que ha dominado a las
fuerzas naturales; y en fin o por lo menos sobretodo, es la imagen de la vida
interior que hace de cada hombre el santuario de Dios o del universo”.
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