Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín, el domingo 4 de agosto.
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Este
es el resumen de la última parte del segundo capítulo de Les Mysteres de
Channel Row. Termina con la instalación de Anthony Sayers como Gran Maestre.
El
libro nos presenta a la reunión de las logias sobrevivientes de Londres para
formar una Caja común de asistencia y caridad y el propósito de reclutar miembros entre
las clases pudientes, a imitación del ejemplo escocés donde se incorporaban a
titulo honorifico prominentes personajes de la ciudad, sin vinculo alguno con
el oficio pero generosos donantes.
Aquella
reunión en forma amplia y periódica de las cuatro logias, se bautizó como Gran
Logia, algo desconocido hasta entonces y poca cosa mas. La nueva estructura
languideció por unos años, hasta que John T. Desaguliers y sus amigos de la
Royal Society , inspirados por Isaac Newton, la transformaron en una hermandad
que podía llevar adelante el propósito de mejoramiento moral de la sociedad.
Ese fue sin duda el momento de la “
invención” de la masonería especulativa.
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El capitulo continua así:
Al momento uno de los hermanos pareció moverse
en su asiento disimulando mal su evidente nerviosismo.
-Hermano Jacob, dijo luego de un instante de silencio, debemos ser
justos. En 1716 la situación era muy diferente a la actual… y como militar lo
sé mejor que nadie!
Mientras de decía esto,
dirigió una mirada circular sobre toda la concurrencia. El hombre parecía dueño de sí mismo y nada belicoso, pero sus cejas pobladas
y su impecable bigote negro le daban aun aire casi feroz.
-¿Quién es?, uno de los hermanos mas jóvenes pregunta a su vecino,
un antiguo Compañero llamado Philip Lloyd.
-El Capitán Joseph Elliott. Lo conozco un poco, respondió el hermano
después haber echado una generosa
bocanada de humo de su larga pipa. - Es
un masón de San Juán al que vemos de tiempo en tiempo
por las logias de Londres. Ha venido varias veces a la nuestra, que se reúne
en Channel Row, en la posada del Racimo y las Uvas.
Thomas
Wright, el joven aprendiz que le había interrogado, fijó sobre el anciano una
mirada llena de admiración pero con algo de incredulidad. Luego lleva su vista
hacia el Maestro de la logia, viendo que este último escuchaba atentamente al
Capitán.
El
Aprendiz continuó con sus preguntas.
-¿Hay militares en las logias y ¿porqué “ masón de San Juán?, ¿porqué se lee su
evangelio?
El
viejo Compañero dejó escapar un suspiro ante tanta ignorancia, pero pensando
que después de todo, era su deber el educar a los mas nuevos. Y antes de
responder tomó un buen trago de cerveza.
-Están muy lejano los tiempos en
que en las logias solo se reunían masones.. Yo fui recibido Aprendiz ya hace
mas de treinta años, y jamás he visto eso!.
Nosotros no tenemos de masones, casi nada mas
que el nombre, aunque todavía quedan algunos aquí que todavía trabajan en la
construcción, como nuestro Maestro Jacob Lamball. En mi logia de Westminster,
por ejemplo, hay varios honestos burgueses y también dos o tres militares. Pero,
seguramente no mas que coroneles y la mayor parte de ellos no puede agregarse a
una logia por mucho tiempo por sus
obligaciones de servicio. Esos son masones errantes, si se puede decir así, aunque
perfectamente reconocidos y a ellos se les llama masones de San Juan.
-¿Vés tú, pequeño, nuestra
hermandad ha cambiado mucho y algo me
dice que eso no ha terminado. Tal vez un día tengamos Lords entre nosotros!, ¿
quién sabe?.
El
joven masón, algo chocado por semejante enormidad, se aparta e intenta atender a las explicaciones del Capitán
Elliott.
-Hermanos míos, decía este último, Inglaterra no ha conocido desde hace mucho
tiempo mas que guerras y masacres. ¿Cuántos de nuestros familiares no han
perecido en estas miserias, sea de hambre o bajo el golpe de los fanáticos que
ensangrentaron el país?.Luego de la Restauración del rey Charles II, en 1660,
los francmasones fueron mas numerosos en todos los condados, pues solo la paz
conviene a nuestra hermandad, pero ¿cuántas logias contamos hoy en día en la
propia Londres la ciudad mas importante de Europa?. Puede que dos o tres mas
aparte de las cuatro representadas hoy aquí, pero no mucho mas.
¿Recordáis que hasta hace algunos
años era poco prudente reunirse en secreto como hacemos nosotros?.Oh!,
naturalmente, la época de la cacería de brujas fue bajo Cromwell, cosa pasada,
pero no olvidéis que hace cuarenta años, en un periódico de Londres a causa de
nuestras cenas privadas, fuimos acusados de ser de la Cábala de la Cinta Verde!
El
joven Thomas cada vez mas perplejo echó una mirada desesperada hacia su mentor,
el hermano Lloyd. Este comprendiendo la
razón de su problema dijo sonriendo:
-No te inquietes, pequeño, esto no
es una diablura!, yo sabía de esa historia, pues cuando fui un aprendiz como tú
ahora, me la contaron.
Remite a la época de la
Restauración. Los Estuardo habían reconquistado el trono pues el país ya no
resistía mas la dictadura de Cromwell, pero aún restaban algunos grupos de papistas
impenitentes. Había un cierto número de gentlemens del partido Whigh que
deseaban desembarazarse de esta dinastía para restablecer el Commonwealth, la
República. Intrigaron, sin mucho éxito y el signo que los unía era una cinta
verde, pero es una estupidez imaginar que los francmasones pudieron estar
involucrados.
Desde el comienzo de la guerra
civil, había masones entre los Cabezas Redondas, favorables al Parlamento como
así también que entre los Caballeros había quienes sostenían al Rey!.
Joseph
Elliott ahora se dirigía a toda la logia:
-Los hermanos masones son ante todo
respetuosos de los poderes civiles, lo sabéis, es uno de los grandes principios
de nuestra hermandad. Y los partidarios de Estuardo, después de su derrota del
año anterior, ya no tienen ninguna oportunidad!
Volviéndose
de nuevo hacia el Maestro de la logia:
-Hermano Jacob,el año pasado
debimos ser muy prudentes pues nada estaba claro, pero ahora, el Viejo
Pretendiente ha retornado a Francia y no volverá por mucho tiempo! Es ahora
cuando debemos actuar si no queremos que las logias vayan muriendo unas después
de las otras.
Escuchando
al hermano Elliott, Jacob Lamball recordó la reunión del año anterior.
Verdaderamente un evento singular, una suerte de “ premier” en toda la historia de las logias de Inglaterra. Lo que
estaba diciendo el Capitán era profundamente justo: el país ahora ya no soportaba guerras, persecuciones
ni masacres políticas y religiosas, pero la preocupación de algunas logias de
Londres y de los viejos masones de los alrededores, era mas concreta e
inmediata.
La
masonería se basaba sobre la ayuda mutua y los medios de que disponían las
logias no eran suficientes. En los primeros tiempos, trataron de romper su
aislamiento, acabando en una dispersión absurda. Al poner sus recursos en
común, las logias podrían ir mucho mejor en ayuda de aquellos menos
favorecidos.
Lamball
estaba particularmente bien situado para apreciar eso. Ciertas desgracias eran
evidentes y los orígenes sociales algo más elevados de algunos hermanos podría
ser un la base de un plan mas ambicioso y organizado. En adelante, las
decisiones no podrían esperar mas.
-Hermanos míos, dijo con voz
fuerte, yo apruebo lo que dice el hermano Elliott. En adelante deberemos
celebrar al menos una reunión anual de
todas nuestras logias en una Gran Logia,
estableciendo algún sistema de correspondencia entre los hermanos para permitir
que cada uno esté mejor informado de las dificultades de los demás. Así
podremos consolar mejor nuestros infortunios. Esto requerirá de un poco de
trabajo y de organización,, pero pienso que no nos queda otra alternativa..
A
pesar de su aparente seguridad, Lamball hablaba con prudencia. No ignoraba que
los hermanos jamás habían conocido una estructura semejante y que la tradición
de las logias no reposaba hasta ahora, más que en algunos textos muy antiguos
que exponían las reglas morales y profesionales que databan de la época en que
aún regulaban el oficio de los masones.
Era
necesario admitir que todo eso apenas era observado. Muchos masones no tenían
una pertenencia precisa a una logia en particular y no conocían mas que a unos
pocos hermanos.
Poner todas las cajas en común, era
ciertamente una buena idea, pero ¿ sería suficiente a largo plazo?.
-Todo sería mas sencillo, murmuró
Lamball, si los masones fueran un poco mas pudientes.
Súbitamente decidió abrir
su corazón:
- Hermanos míos, debemos ocuparnos
de poder alcanzar los favores de los grandes del mundo, atraer la atención de
la buena sociedad, y beneficiarnos de su caridad! Eso es lo que pienso!.
Jacob
Lamball se sintió feliz de poder liberarse de ese modo ante sus hermanos, pero
su inquietud no cambió. Esperaba con aprensión la reacción de la logia: los
masones eran muy conservadores!.
Al
cabo de un instante, un hermano aparentemente muy anciano, se levantó lentamente
haciendo un gesto para concitar la atención.
-Mis hermanos, la mayor parte de
vosotros no me conoce, pero soy amigo del hermano Sayer y es por invitación
suya que hoy estoy aquí. Mi nombre es Patrick Whyte, soy masón de oficio y
aunque ahora resido en Londres, fui recibido en la logia de Aberdeen, en
Escocia, hace cincuenta años ya.
El
acento rocoso del hermano Whyte traicionaba su origen escocés. Muchos hermanos
redoblaron su atención y aún poniéndose en guardia. Los escoceses, como los
franceses, eran los tradicionales adversarios de los ingleses. Todo el mundo
conocía de la enemistad de los dos pueblos y que a pesar de la unión de las dos
coronas impuesta en 1707 para formar el Reino “Unido” de Gran Bretaña, las relaciones entre los dos países por
largo tiempo enemigos, aún eran de desconfianza. El prejuicio ingles ante el
rugoso escocés era palpable y probablemente compartido por otros hermanos
presentes.
Por
otro lado, también se sabía que ciertas tradiciones de la hermandad se
remontaban a la lejana y misteriosa Escocia, sumergida entre valles y montañas
y las brumas de una historia fabulosa. Así que escuchar a un masón operativo, miembro
de una logia escocesa, medio siglo después, era un evento tan poco común que
impuso el respeto a todos.
-Quiero apoyar lo expresado por el
Maestro de la logia. En mi país, desde muy antiguo y antes de la Guerra Civil
misma, las logias siempre estaban prósperas y bien organizadas. Aún más,
tenemos el hábito de recibir en cada logia, a título honorífico, a los notables
de los alrededores y aún a personajes ilustres del reino. Ellos no participan
de la vida del Oficio, y muchos no asistieron jamás, pero todos hacen generosos
donativos.
Yo veo que vuestras logias son muy
diferentes de las nuestras, pero respecto al bienestar de nuestros hermanos,
tenemos los mismos principios. Vosotros
deberíais también, reclutar eso que en Escocia denominamos “gentlemen masons”.
Después de todo, el ingreso puede extenderse a otros muchos!.
El
viejo escocés había dado en el centro. La logia permaneció silenciosa por un
momento, como para acusar el golpe y el joven Thomas Wright quedó subyugado por
la perspicacia de su vecino, el antiguo Compañero, que en tono de broma le
había anunciado la llegada próxima de los Lords!. ¿Sería eso posible?.
Jacob
sonrió para agradecer al hermano escocés y dirigió una mirada de connivencia
hacia Anthony Sayer.
-Hoy tenemos que decidir, hermanos
míos. Elijamos de entre nosotros un Maestro de logia experimentado que será
nuestro Gran Maestre y además poner en marcha la Caja Común de nuestra Gran Logia. ¿Qué decís?
Se
escucharon numerosas voces apoyando la proposición del Maestro. Animándose
decidió poner en juego su ventaja.
-Deseo proponeros el nombre de un
Gran Maestre, es el de Anthony Sayer!
Todas
las manos se levantaron de inmediato y hasta se escucharon algunos “ hurras” de alegría.
Lamball
tenía su decisión meditada desde mucho tiempo, pero para Sayer la sorpresa era
total. Se levantó lentamente, algo pálido, sin decir palabra, pero el Maestro
de la logia no le dio tiempo de responder.
-Mi hermano Anthony, en tanto que
gentleman, tu designación es perfectamente indicada si debo creer a nuestro hermano escocés!.
Sayer,
esbozó una sonrisa, “ gentleman” eso
soy? se dijo. Es cierto que esa condición se le reconocía. Desde Cromwell había
tres clases sociales, los noblement,
los gentlemen y los yeomen. Originalmente esos últimos eran los pequeños agricultores
independientes, pero en las ciudades, el término se aplicaba a los artesanos y
comerciantes: sus amigos, pero la realidad social era más complicada.
Anthony
Sayer era de una familia que contaba en su seno a personas confortablemente
establecidas especialmente muchos
libreros, profesión envidiable, pero su caso era otra cosa. Nunca había
brillado en el comercio y sus actividades no eran florecientes. A eso se le
agregaba la desgracia familiar con la muerte prematura de su esposa Elizabeth…
Así
que el destino le llamaba .Por fin tendría la ocasión de servir verdaderamente
a esta fraternidad que por muchos años le había acompañado a través de tantas
pruebas.
No
podía rehusarse. No sabía que le reservaba el porvenir, podría ser el primer y
último Gran Maestre de una efímera Gran Logia- que era lo mas probable- pero no
tenía nada que reprocharse, y como fiel protestante pensó que no podía oponerse
a un decreto del Señor….
Los
dos hermanos designados se levantaron a su vez y Jacob Lamball, radiante, hace
un gesto al nuevo Gran Maestre para que ocupe su Silla. A continuación los
otros dos electos fueron a ocupar las suyas en el otro extremo de la logia.
Ahora
Sayer, sosteniendo su mallete hace un signo a los dos Grandes Guardias.
-Vamos a cerrar los trabajos de la
Gran Logia, dijo luego de una ligera hesitación, pues era la primera vez que
pronunciaba la fórmula.
-Mis hermanos, Grandes Guardias,¿a
qué hora los francmasones concluyen sus trabajos?
-A medianoche,
responde Elliott
-¿Qué hora es?
- Es medianoche,
replica Lamball.
El
Gran Maestre da tres golpes de su mallete que fueron repetidos por los dos
Grandes Guardias.
-Hermano Cubridor,
dijo por fin Sayer, un poco cansado,
cumplid con vuestro oficio.
El
Cubridor abandonó su lugar y provisto de un balde y el cepillo que sumergió en
agua, comenzó a frotarlo sobre la superficie de la logia que desapareció en
pocos instantes. En ese tiempo uno de los hermanos había apagado con sus dedos
los tres candeleros, que dejaron un humo negro
y un olor agrio que para la
memoria olfativa de los hermanos, siempre señalaba el final de la tenida… y
sobretodo la inminencia del ágape!.
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