miércoles, 24 de julio de 2013

Los primeros años de la Gran Logia de los Modernos en una novela. El segundo capítulo en castellano: Hermanos y compañeros.( III parte y última)



Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín, el domingo 4 de agosto.
..........................................................


Este es el resumen de la última parte del segundo capítulo de Les Mysteres de Channel Row. Termina con la instalación de Anthony Sayers como Gran Maestre.
El libro nos presenta a la reunión de las logias sobrevivientes de Londres para formar una Caja común de asistencia y caridad y el propósito de reclutar miembros entre las clases pudientes, a imitación del ejemplo escocés donde se incorporaban a titulo honorifico prominentes personajes de la ciudad, sin vinculo alguno con el oficio pero generosos donantes.
Aquella reunión en forma amplia y periódica de las cuatro logias, se bautizó como Gran Logia, algo desconocido hasta entonces y poca cosa mas. La nueva estructura languideció por unos años, hasta que John T. Desaguliers y sus amigos de la Royal Society , inspirados por Isaac Newton, la transformaron en una hermandad que podía llevar adelante el propósito de mejoramiento moral de la sociedad. Ese fue sin duda el  momento de la “ invención” de la masonería especulativa.
.........................................................................


El capitulo continua así:

 

Al  momento uno de los hermanos pareció moverse en su asiento disimulando mal su evidente nerviosismo.
-Hermano Jacob, dijo luego de un instante de silencio, debemos ser justos. En 1716 la situación era muy diferente a la actual… y como militar lo sé mejor que nadie!
Mientras de decía esto, dirigió una mirada circular sobre toda la concurrencia. El hombre parecía dueño de sí  mismo y nada belicoso, pero sus cejas pobladas y su impecable bigote negro le daban aun aire casi feroz.

-¿Quién es?, uno de los hermanos mas jóvenes pregunta a su vecino, un antiguo Compañero llamado Philip Lloyd.
-El Capitán Joseph Elliott. Lo conozco un poco, respondió el hermano después haber echado una generosa  bocanada de humo de su larga pipa. - Es un masón de San Juán al que vemos de tiempo en tiempo por las logias de Londres. Ha venido varias veces a la nuestra, que se reúne en Channel Row, en la posada del Racimo y las Uvas.
 
Thomas Wright, el joven aprendiz que le había interrogado, fijó sobre el anciano una mirada llena de admiración pero con algo de incredulidad. Luego lleva su vista hacia el Maestro de la logia, viendo que este último escuchaba atentamente al Capitán.

El Aprendiz continuó con sus preguntas.
-¿Hay militares en las logias  y ¿porqué “ masón de San Juán?, ¿porqué se lee su evangelio?
El viejo Compañero dejó escapar un suspiro ante tanta ignorancia, pero pensando que después de todo, era su deber el educar a los mas nuevos. Y antes de responder tomó un buen trago de cerveza.
-Están muy lejano los tiempos en que en las logias solo se reunían masones.. Yo fui recibido Aprendiz ya hace mas de treinta años, y jamás he visto eso!.
 Nosotros no tenemos de masones, casi nada mas que el nombre, aunque todavía quedan algunos aquí que todavía trabajan en la construcción, como nuestro Maestro Jacob Lamball. En mi logia de Westminster, por ejemplo, hay varios honestos burgueses y también dos o tres militares. Pero, seguramente no mas que coroneles y la mayor parte de ellos no puede agregarse a una logia por  mucho tiempo por sus obligaciones de servicio. Esos son masones errantes, si se puede decir así, aunque perfectamente reconocidos y a ellos se les llama masones de San Juan.

-¿Vés tú, pequeño, nuestra hermandad ha cambiado  mucho y algo me dice que eso no ha terminado. Tal vez un día tengamos Lords entre nosotros!, ¿ quién sabe?.

El joven masón, algo chocado por semejante enormidad, se aparta e intenta  atender a las explicaciones del Capitán Elliott.
-Hermanos míos, decía este último, Inglaterra no ha conocido desde hace mucho tiempo mas que guerras y masacres. ¿Cuántos de nuestros familiares no han perecido en estas miserias, sea de hambre o bajo el golpe de los fanáticos que ensangrentaron el país?.Luego de la Restauración del rey Charles II, en 1660, los francmasones fueron mas numerosos en todos los condados, pues solo la paz conviene a nuestra hermandad, pero ¿cuántas logias contamos hoy en día en la propia Londres la ciudad mas importante de Europa?. Puede que dos o tres mas aparte de las cuatro representadas hoy aquí, pero no mucho mas.
¿Recordáis que hasta hace algunos años era poco prudente reunirse en secreto como hacemos nosotros?.Oh!, naturalmente, la época de la cacería de brujas fue bajo Cromwell, cosa pasada, pero no olvidéis que hace cuarenta años, en un periódico de Londres a causa de nuestras cenas privadas, fuimos acusados de ser de la Cábala de la Cinta Verde!

El joven Thomas cada vez mas perplejo echó una mirada desesperada hacia su mentor, el hermano Lloyd.  Este comprendiendo la razón de su problema dijo sonriendo:
-No te inquietes, pequeño, esto no es una diablura!, yo sabía de esa historia, pues cuando fui un aprendiz como tú ahora, me la contaron.
Remite a la época de la Restauración. Los Estuardo habían reconquistado el trono pues el país ya no resistía mas la dictadura de Cromwell, pero aún restaban algunos grupos de papistas impenitentes. Había un cierto número de gentlemens del partido Whigh que deseaban desembarazarse de esta dinastía para restablecer el Commonwealth, la República. Intrigaron, sin mucho éxito y el signo que los unía era una cinta verde, pero es una estupidez imaginar que los francmasones pudieron estar involucrados.
Desde el comienzo de la guerra civil, había masones entre los Cabezas Redondas, favorables al Parlamento como así también que entre los Caballeros había quienes sostenían al Rey!.

Joseph Elliott ahora se dirigía a toda la logia:
-Los hermanos masones son ante todo respetuosos de los poderes civiles, lo sabéis, es uno de los grandes principios de nuestra hermandad. Y los partidarios de Estuardo, después de su derrota del año anterior, ya no tienen ninguna oportunidad!
Volviéndose de nuevo hacia el Maestro de la logia:
-Hermano Jacob,el año pasado debimos ser muy prudentes pues nada estaba claro, pero ahora, el Viejo Pretendiente ha retornado a Francia y no volverá por mucho tiempo! Es ahora cuando debemos actuar si no queremos que las logias vayan muriendo unas después de las otras.

Escuchando al hermano Elliott, Jacob Lamball recordó la reunión del año anterior. Verdaderamente un evento singular, una suerte de “ premier” en toda la historia de las logias de Inglaterra. Lo que estaba diciendo el Capitán era profundamente justo: el país  ahora ya no soportaba guerras, persecuciones ni masacres políticas y religiosas, pero la preocupación de algunas logias de Londres y de los viejos masones de los alrededores, era mas concreta e inmediata.
La masonería se basaba sobre la ayuda mutua y los medios de que disponían las logias no eran suficientes. En los primeros tiempos, trataron de romper su aislamiento, acabando en una dispersión absurda. Al poner sus recursos en común, las logias podrían ir mucho mejor en ayuda de aquellos menos favorecidos.
Lamball estaba particularmente bien situado para apreciar eso. Ciertas desgracias eran evidentes y los orígenes sociales algo más elevados de algunos hermanos podría ser un la base de un plan mas ambicioso y organizado. En adelante, las decisiones no podrían esperar mas.
-Hermanos míos, dijo con voz fuerte, yo apruebo lo que dice el hermano Elliott. En adelante deberemos celebrar al menos una reunión anual  de todas nuestras logias en  una Gran Logia, estableciendo algún sistema de correspondencia entre los hermanos para permitir que cada uno esté mejor informado de las dificultades de los demás. Así podremos consolar mejor nuestros infortunios. Esto requerirá de un poco de trabajo y de organización,, pero pienso que no nos queda otra alternativa..

A pesar de su aparente seguridad, Lamball hablaba con prudencia. No ignoraba que los hermanos jamás habían conocido una estructura semejante y que la tradición de las logias no reposaba hasta ahora, más que en algunos textos muy antiguos que exponían las reglas morales y profesionales que databan de la época en que aún regulaban el oficio de los masones.
Era necesario admitir que todo eso apenas era observado. Muchos masones no tenían una pertenencia precisa a una logia en particular y no conocían mas que a unos pocos hermanos.
 Poner todas las cajas en común, era ciertamente una buena idea, pero ¿ sería suficiente a largo plazo?.
-Todo sería mas sencillo, murmuró Lamball, si los masones fueran un poco mas pudientes.

 Súbitamente decidió abrir su corazón:
- Hermanos míos, debemos ocuparnos de poder alcanzar los favores de los grandes del mundo, atraer la atención de la buena sociedad, y beneficiarnos de su caridad! Eso es lo que pienso!.
Jacob Lamball se sintió feliz de poder liberarse de ese modo ante sus hermanos, pero su inquietud no cambió. Esperaba con aprensión la reacción de la logia: los masones eran muy conservadores!.

Al cabo de un instante, un hermano aparentemente muy anciano, se levantó lentamente haciendo un gesto para concitar la atención.
-Mis hermanos, la mayor parte de vosotros no me conoce, pero soy amigo del hermano Sayer y es por invitación suya que hoy estoy aquí. Mi nombre es Patrick Whyte, soy masón de oficio y aunque ahora resido en Londres, fui recibido en la logia de Aberdeen, en Escocia, hace cincuenta años ya.
El acento rocoso del hermano Whyte traicionaba su origen escocés. Muchos hermanos redoblaron su atención y aún poniéndose en guardia. Los escoceses, como los franceses, eran los tradicionales adversarios de los ingleses. Todo el mundo conocía de la enemistad de los dos pueblos y que a pesar de la unión de las dos coronas impuesta en 1707 para formar el Reino “Unido” de Gran Bretaña, las relaciones entre los dos países por largo tiempo enemigos, aún eran de desconfianza. El prejuicio ingles ante el rugoso escocés era palpable y probablemente compartido por otros hermanos presentes.
Por otro lado, también se sabía que ciertas tradiciones de la hermandad se remontaban a la lejana y misteriosa Escocia, sumergida entre valles y montañas y las brumas de una historia fabulosa. Así que escuchar a un masón operativo, miembro de una logia escocesa, medio siglo después, era un evento tan poco común que impuso el respeto a todos.

-Quiero apoyar lo expresado por el Maestro de la logia. En mi país, desde muy antiguo y antes de la Guerra Civil misma, las logias siempre estaban prósperas y bien organizadas. Aún más, tenemos el hábito de recibir en cada logia, a título honorífico, a los notables de los alrededores y aún a personajes ilustres del reino. Ellos no participan de la vida del Oficio, y muchos no asistieron jamás, pero todos hacen generosos donativos.
Yo veo que vuestras logias son muy diferentes de las nuestras, pero respecto al bienestar de nuestros hermanos, tenemos los  mismos principios. Vosotros deberíais también, reclutar eso que en Escocia denominamos “gentlemen masons”. Después de todo, el ingreso puede extenderse a otros  muchos!.
El viejo escocés había dado en el centro. La logia permaneció silenciosa por un momento, como para acusar el golpe y el joven Thomas Wright quedó subyugado por la perspicacia de su vecino, el antiguo Compañero, que en tono de broma le había anunciado la llegada próxima de los Lords!. ¿Sería eso  posible?.

Jacob sonrió para agradecer al hermano escocés y dirigió una mirada de connivencia hacia Anthony Sayer.
-Hoy tenemos que decidir, hermanos míos. Elijamos de entre nosotros un Maestro de logia experimentado que será nuestro Gran Maestre y además poner en marcha la Caja Común de  nuestra Gran Logia. ¿Qué decís?
Se escucharon numerosas voces apoyando la proposición del Maestro. Animándose decidió poner en juego su ventaja. 
-Deseo proponeros el nombre de un Gran Maestre, es el de Anthony Sayer!
Todas las manos se levantaron de inmediato y hasta se escucharon algunos “ hurras” de alegría.
Lamball tenía su decisión meditada desde mucho tiempo, pero para Sayer la sorpresa era total. Se levantó lentamente, algo pálido, sin decir palabra, pero el Maestro de la logia no le dio tiempo de responder.

-Mi hermano Anthony, en tanto que gentleman, tu designación es perfectamente indicada si debo creer a  nuestro hermano escocés!.
Sayer, esbozó una sonrisa, “ gentleman” eso soy? se dijo. Es cierto que esa condición se le reconocía. Desde Cromwell había tres clases sociales, los noblement, los gentlemen y los yeomen. Originalmente  esos últimos eran los pequeños agricultores independientes, pero en las ciudades, el término se aplicaba a los artesanos y comerciantes: sus amigos, pero la realidad social era más complicada.
Anthony Sayer era de una familia que contaba en su seno a personas confortablemente establecidas especialmente  muchos libreros, profesión envidiable, pero su caso era otra cosa. Nunca había brillado en el comercio y sus actividades no eran florecientes. A eso se le agregaba la desgracia familiar con la muerte prematura de su esposa Elizabeth…
Así que el destino le llamaba .Por fin tendría la ocasión de servir verdaderamente a esta fraternidad que por muchos años le había acompañado a través de tantas pruebas.
No podía rehusarse. No sabía que le reservaba el porvenir, podría ser el primer y último Gran Maestre de una efímera Gran Logia- que era lo mas probable- pero no tenía nada que reprocharse, y como fiel protestante pensó que no podía oponerse a un decreto del Señor….

Los dos hermanos designados se levantaron a su vez y Jacob Lamball, radiante, hace un gesto al nuevo Gran Maestre para que ocupe su Silla. A continuación los otros dos electos fueron a ocupar las suyas en el otro extremo de la logia.

Ahora Sayer, sosteniendo su mallete hace un signo a los dos Grandes Guardias.
-Vamos a cerrar los trabajos de la Gran Logia, dijo luego de una ligera hesitación, pues era la primera vez que pronunciaba la fórmula.
-Mis hermanos, Grandes Guardias,¿a qué hora los francmasones concluyen sus trabajos?
-A medianoche, responde Elliott
-¿Qué hora es?
- Es medianoche, replica Lamball.
El Gran Maestre da tres golpes de su mallete que fueron repetidos por los dos Grandes Guardias.
-Hermano Cubridor, dijo por fin Sayer, un poco cansado, cumplid con vuestro oficio.
El Cubridor abandonó su lugar y provisto de un balde y el cepillo que sumergió en agua, comenzó a frotarlo sobre la superficie de la logia que desapareció en pocos instantes. En ese tiempo uno de los hermanos había apagado con sus dedos los tres candeleros, que dejaron un humo negro  y un olor agrio  que para la memoria olfativa de los hermanos, siempre señalaba el final de la tenida… y sobretodo la inminencia del ágape!.
………………………………………………………..


No hay comentarios:

Publicar un comentario