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Un Libro publicado ya hace algunos años, 2007,
presenta en forma novelada los acontecimientos que dieron origen y modelaron a
la francmasonería de 1717, la de los Modernos.
Sus
autores son:
Alain Bauer ex Gran Maestre del Gran Oriente de
Francia, criminólogo de profesión y Roger Dachez, investigador e historiador de
la masonería, médico de profesión y Presidente del Institut Maçonnique de
France.
El
Libro se titula “Los Misterios de Channel Row”.
(Nota del T: Channel Row, en Westminster, Londres
era la zona en la que estaba la taberna The
rummer and grapes ( la copa y el racimo) y la logia del mismo nombre, una
de las cuatro fundacionales.)
………………………
Transcribimos a modo de introducción, una breve
reseña publicada en el Bloc-Notes de Jean Laurent Turbet del 24 de julio de
2007:
“
-El libro fue publicado por ediciones JC Lattés, en la serie “crímenes y
logias”, una pura maravilla de erudición en una novela de corte policial.
Los
dos autores, Alain Bauer y Roger Dachez nos tienen habituados a obras
históricas “ clásicas”, pero en esta se siente el placer de ver vivir a sus personajes,
porque en este libro todo es cierto, la historia y sus protagonistas, y
rellenan esos “ huecos” de la historia a su modo de investigadores.
El
personaje principal es Desaguliers, discípulo de Newton , “ creador” e “
inventor” de la francmasonería moderna. También nos encontramos con el propio
Isaac Newton, quien a pesar de no ser masón inspiró a esa sociedad naciente.
Nos
reencontramos con Anthony Sayer, el primer Gran Maestre de la Gran Logia de
Londres, al segundo, George Payne y a personajes odiosos cmo Samuel Prichar
autor de la primera Divulgación.
Es
especialmente interesante leer la descripción tan viva de la génesis de la
francmasonería, y como algunas logias casi en bancarrota se reunieron para
formar una caja común ( ayuda y caridad para los hermanos en necesidad), una
tarde de junio de 1717.
Pero
igualmente lo es el leer como esa reunión de logias ( la primera en su tipo)
que llamaron Gran Logia, va a ser utilizada por Desaguliers y los newtonianos
como centro de unión de personas esclarecidas que quisieran trabajar en el
mejoramiento moral de sus conciudadanos
y de la sociedad toda.
Se
aprecia también como la francmasonería escocesa, que había tomado la costumbre
de iniciar a grandes señores- generosos donantes- influyó en la naciente
masonería inglesa.
Se
ve que no todo fue acuerdo y unanimidad pues que debieron enfrentar resistencia
por parte de las logias más antiguas que eran autónomas, y no entendieron la
reforma newtoniana impuesta por Desaguliers, y de las logias estuardistas y
católicas que no deseaban el control protestante representado por el reverendo
Desaguliers y el pastor Anderson.
Es
más que interesante en este libro, rememorar con los autores el contexto
político y religioso de esos inicios del siglo XVIII y aquellos benditos
tiempos donde los hermanos en logia esperaban con impaciencia la apertura de
los trabajos….. para encender sus pipas y apurar una pinta de cerveza!!
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El
primer Capítulo se titula: El Ganso y la Parrilla, y en una traducción muy
libre de esta Imprenta de Benjamín, puede leerse esto:
“- Londres, junio de 1717
-En los comienzos del verano de 1717, Londres
soportaba un clima no habitual, muy caluroso,
y los ribereños del Támesis en esos parajes de aguas de dudosa calidad, se iban
abandonando a una suerte de sopor.
Pero ese día de San Juan Bautista, 24 de junio, el
tiempo había súbitamente refrescado y como en respuesta, una especie de
agitación había invadido a Saint-Paul Churchyard, el tradicional barrio de los
libreros, situado a la sombra de la catedral completada siete años antes por
Christopher Wren, el inmortal arquitecto.
Algunos pequeños grupos de espectadores se estaban
formando a la entrada de una calle trasera para después dirigirse a un albergue
situado a pocos pasos, bajo la muestra de un ganso y una parrilla. Y en
efecto, un poco por encima de la entrada
y justo sobre una ventana del primer piso, un magnífico ganso en madera
flanqueado por una parrilla parecía prometer un triste fin, pero
gastronómicamente prometedor…
Hay que decir la verdad; la taberna no tenía buena
fama, era básicamente una hostería donde la bebida principal era la cerveza,
pero más bien se la conocía por las bromas a que daba lugar su enseña.
Años antes había servido como sitio de reunión de
una sociedad musical y por esa razón estuvo adornada con un elegante cisne y un
arpa, pero cuando los artistas abandonaron el
lugar, el nombre de la taberna fue adaptado a las nuevas prácticas mucho
menos refinadas: el arpa se convirtió en parrilla y el cisne en ganso!
Por otra parte, los clientes actuales, con toda
seguridad que no pertenecían a la mejor sociedad, personas simples, con cierto
aspecto rústico, las gruesas risotadas que proferían y los amistosos golpes
entre compañeros, todo traicionaba un origen popular: todas eran personas de
apariencia pacífica que seguramente no deseaban otra cosa que compartir una
buena cena.
Anthony Sayer había llegado entre los primeros.
Apenas franqueó el umbral de la puerta, el patrón le dirigió, como a todos los
que iban llegando, una mirada furtiva, ansioso de comprobar que los veinte o
treinta huéspedes anunciados, estaban todos presentes.
Conocía a muchos de ellos que se daban cita en ese
lugar regularmente algunas tardes.
Se reunían en el primer piso para arreglar los
asuntos de su cofradía y acabar con una
cena copiosamente regada. Una clientela fiel, de cualquier modo, y algo
peculiar.
Esa tarde, la afluencia era excepcional y debía
atender, como se dijo, a tres o cuatro veces más personas que lo habitual. Por
un momento pensó con inquietud en el viejo suelo de madera de la modesta sala
del primer piso y echó una ojeada a los fatigados postes que la sostenían.
Abandonando algunas negras ideas, se dirigió a la cocina para apurar a los
criados y activar los preparativos de la cena.
Al ir
acabando de subir los últimos escalones que le llevaban al piso, Sayer parecía
preocupado, como lo estaba por otra parte desde hacía mucho tiempo. A los
cincuenta años, con un aire prematuramente envejecido, algo encorvado, sus
espaldas recubiertas con una amplia capa
gris, parecía que llevaran un fardo demasiado pesado.
Al entrar a la sala, fue brutalmente sacado de su
ensueño:
-Bienvenido,
hermano Anthony!.
En la penumbra, Sayer tardó algunos segundos en
localizar a su interlocutor, apoyado sobre un muro a contraluz.
Cuando su vista se aclaró un poco, sonrió:
-Mi
Dios, Jacob, qué placer verte aquí! ¿ Cuándo fue la última vez que hablamos?,
tengo la impresión de fue hace muchísimo tiempo…
-Nada
que no puedas pensar, Anthony, fue hace un poco más de un año. Hay que decir
que estuve en falta al no visitarte, pero esste año no ha sido el mejor de mi
vida….
-¿Algún
problema en la familia? Mary, como está? Pregunta Anthony Sayer
en respuesta. John Lamball esboza una sonrisa un poco triste.
-No,
no te preocupes, nada grave. Todo va bien para Mary como para los niños. Pero hemos perdido uno en el invierno pasado,
tenía apenas seis meses y ya habíamos comenzado a habituarnos a él. Por
desgracia la progenitura que nos concede el Señor, es a veces una promesa sin mañana. Pero, después
de todo, en diez años de matrimonio, sobre seis
niños, nos quedan tres y el mayor ya comienza a ser un joven bien
formado y pienso que podrá ayudarme a
llevar los maderos de carpintería a las obras.
-Yo lamento
tanto que Elizabeth- el Señor guarde su alma!- no me haya podido dar un varón, dijo
Sayer haciendo un gesto vago como para alejar una sombra delante de sus ojos.
Así que volvía a encontrar a su viejo amigo. Jacob era un hábil artesano,
honesto y leal y siempre había apreciado su franca amistad.
Tenía un aspecto que no pasaba desapercibido con su
elevada talla y brazos , musculosos por tantos años de dura labor. Sayer
observó las manos de Lamball extrañamente finas para un carpintero, que
mantenía cruzadas ante sí.
-Entonces,
Jacob, ¿ de qué se trata esto?
La
falta de trabajo, Anthony. Tu sabes que cincuenta años atrás, después del gran
incendio, se reconstruyó todo, pero en piedra. La ciudad, hoy en día está como nueva!,
pero las grandes obras de carpintería ya no son frecuentes y además hay
abundancia de obreros llegados de todas las provincias provocando la
competencia. Justamente este invierno, cuando nuestro pequeño Jonathan había
fallecido por unas fiebres fatales, apenas teníamos fuego en la casa y poco que
poner en la olla.
-¿Los
hermanos de la logia te han asistido?
-Naturalmente,
como siempre según nuestra regla, y hemos podido subsistir con Mary y los
niños, gracias a algunos préstamos de la Caja común. Pero no soy el único en
esas condiciones y hay en nuestra logia casos mucho mas graves. ¿Te acuerdas de
Richard Needham, ese artesano techador con quien tú discutías mucho el año
anterior en la taberna del Manzano donde se reúne la logia?
-En
efecto, dijo Sayer sonriendo, me
acuerdo bien, un buen compañero, de verdad!
-Richard
falleció en la primavera última al caerse de un techo, y dejó una viuda y dos
pequeños niños, que hemos procurado mantener a nuestro cargo para apartarlos de
la miseria mas indigna. Y sin embargo, Richard era un hombre irreprochable,
buen marido y buen padre que jamás hizo daño a nadie: ¿Porqué el Señor permite tales injusticias, Anthony?
-¿Es
que te has vuelto papista? Olvidas que Dios no se fija en las obras sino solo
en la fe?
Jacob Lamball permaneció silencioso por
uso instantes. A veces se había preguntado quiénes de entre los papistas,
anglicanos, presbiterianos o independientes, eran los más misericordiosos y
esclarecidos entre los cristianos. Desde hacía un siglo y medio, Inglaterra era
un país donde los hombres se mataban sin tregua en nombre del amor proclamado
de Cristo. ¿ Acabaría algún día?
-Lo
sé, lo sé, replicó dulcemente, pero
ese nueva carga estaba por encima de las posibilidades de la logia. Los
hermanos aportan lo que pueden, pero las
necesidades son grandes y nuestros recursos limitados.
-
Y es justamente por eso que hoy estamos aquí, Jacob. Para unir nuestras fuerzas
y nuestros medios.. El año pasado no pudimos hacer nada, la situación del país
era incierta, pero la Rebelión ahora está extinguida y después que desertaron
los partidarios de Estuardo hubo una fuerte apuesta porque no se repetiría por
largo tiempo. Jamás la nueva dinastía será puesta en duda, es así, Jacob! Esta
puede ser una era de paz duradera para el reino. Hay que saber aprovechar esta
oportunidad para organizarnos de otro modo si no queremos ver morir a nuestra
vieja confraternidad.
-
Qué no hicimos el año pasado!, dijo Lamball con humor, Cuando nos reunimos el
año anterior en la taberna del Manzano, no decidimos más que una cosa: que nos
encontraríamos un año mas tarde. Una
gran cosa!
Anthony Sayer no tuvo tiempo de
responderle, pues un grupo importante de hermanos hacía crujir los peldaños de
la escalera, y enseguida se contaban más de quince en la sala.
El gran momento se aproximaba: tendrían
logia……………………
.................continúa..............
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