Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín, el
jueves 25 de julio
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Continúa aquí con algunos párrafos extractados del segundo capitulo del
libro Les Mysteres de Channel Row, donde sus autores describen vivamente lo que
pudo suceder en aquella memorable reunión en Gran Logia del 24 de junio de
1717, descripción donde, como se dice en la reseña previa, todo es cierto: la
historia y sus protagonistas.
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Capitulo 2, Hermanos y Compañeros
La asamblea de
ese día era colorida y singularmente abigarrada. Había artesanos de todas
clases, masones, carpinteros, techadores, pintores, y también zapateros, herreros
y toneleros. Sus vestimentas todavía tenían el rastro de algún trabajo reciente
y las manos daban testimonio de la dureza de sus obras.
Se encontraban
además algunos tenderos, barberos, panaderos escoceses, pañeros de Manchester,
acopiadores de tabaco y sobretodo muchos cerveceros y comerciantes de vinos:
eran dentro del oficio tenidos en la más alta estima por los masones que,
durante sus ágapes jamás olvidaban vaciar cantidad de botellas, sacrificando
así a una verdadera pasión inglesa,…
Por hábito, a medida
que iban llegando los hermanos, algunos de ellos que acostumbraban reunirse
allí, comenzaban a arreglar la sala para
tener logia dignamente.
El recinto era
cuadrangular y tenía tres estrechas ventanas sobre el lado más largo y que daba
a la calle. Al fondo y en el lado opuesto a la escalera había una gran chimenea
decorada con dos bellas columnas delante de las que estaba un sillón. Otros dos
asientos se dispusieron simétricamente frente al primero y al otro extremo de
la sala. Y por fin dos filas de sillas se alinearon a cada uno de los lados del salón.
En un lateral se había
dejado una gran mesa que luego serviría para la cena.
-El cuadrilátero está formado, dijo simplemente Jacob Lamball,
después de haber verificado con la vista todo lo dispuesto. ¿ Dónde está el Cubridor?.( Tejador o
Tuileur) (1)
-Soy yo, hermano Jacob,
dijo con precipitación un hermano que había llegado a lo alto de la escalera. -Aquí estoy, dijo mostrando con aire feliz un balde con agua y el
cepillo con flecos que acababa de pedir prestado al patrón, ya habituado a ese
género de preparativos. Ante semejante entusiasmo tan comunicativo del Tejador,
Lamball no pudo contener una sonrisa.
-
Haces muy bien en pensar en borrar los rastros de la logia después que nos
separemos, hermano Tejador, pero antes debemos realizarla!
Con un orgullo no
disimulado, el Cubridor cuya cara sonrosada se iluminó en una amplia sonrisa,
rebuscó un instante en sus bolsillos y sacó dos grandes trozos de tiza que
exhibió victoriosamente.
-Muy bien, dijo Lamball riendo, veo
que haces todo lo que se debe!
El Cubridor no había dicho
su última palabra. Se quedó unos segundos en el centro de la logia, con la tiza
en la mano y eleva deliberadamente la voz para que todos le oigan: -A menos que el Maestro de la logia no
prefiera … esto! y con su mano libre extrajo de un segundo bolsillo un
magnífico trozo de carbón de madera.
Muchos hermanos casi
explotan de la risa. Anthony Sayer, que divertido había seguido la escena desde
el principio, intervino entonces:
-Y bien,
dijo Jacob con buen humor; a juzgar por el estado de este piso, bastante sucio,
pienso que solo la tiza podría dibujar algo visible!, así que mi hermano Cubridor, guarda el pedazo
de carbón de madera para alimentar tu fuego!
-Hablando
de fuego, sonó una voz desde la escalera, aquí traigo tres bellos candeleros nuevos para ser encendidos.
Asistido por dos hermanos, los ubicó en el centro de la sala, dos de ellos unos
pasos adelante del sillón ubicado cerca de la chimenea y un tercero ante las
sillas del otro extremo y del lado de la calle.
Jacob Lamball observó
que nuevos hermanos iban llegando y estimó que entre ellos estarían aquellos
que esperaba. La mayoría ya se habían revestido con su largo mandil de piel
blanca.
-Estando
todo en orden, podemos comenzar. Hermanos míos, estamos en sesión!
Lamball ocupó el lugar
principal y otros dos hermanos que designó fueron a los asientos enfrente del
suyo. Los demás participantes .se sentaron a su conveniencia alrededor de la
logia.
Luego de un momento de
reflexión, el Cubridor que había
permanecido de pié, ubicándose en el espacio delimitado por los tres candeleros
comenzó a trazar la logia. De rodillas sobre el suelo, dibuja ante todo un
cuadro rectangular que decora con una bordura de pequeños triángulos cuyas
puntas estaban dirigidas al exterior. Ese último refinamiento le tomó un cierto
tiempo y aunque no era de obligación, en un día tan especial como este el
Cubridor visiblemente se esforzaba por dar lo mejor de su talento.
Después
dibujó un disco solar y un creciente lunar en la parte del rectángulo mas
cercana al Maestro de la logia. Al centro trazó una estrella cuidando de
figurar que ardía por las múltiples pequeñas volutas en su alrededor. En la
parte inferior del cuadro, hacia los dos hermanos que enfrentan al Maestro de
la logia, dibuja dos columnas que decora con las letras J y B respectivamente.
Para ubicar cada una de ellas, duda entre la derecha y la izquierda pues los
usos aún no estaban bien definidos. Y entre las columnas coloca el dibujo de
una escuadra para terminar ubicando sobre la estrella un compás cuyas ramas se abren hacia la logia.
Durante
todo ese tiempo los hermanos acompañaban mirando el trabajo del Cubridor. La
animación y el ruido que minutos antes animaban la sala habían desaparecido
pausadamente. Después de haber verificado su trazado, el Cubridor se levanta,
se inclina levemente ante el Maestro de la logia y permanecerá inmóvil.
-Gracias, hermano Cubridor, ahora
puedes regresar a tu puesto
El
Cubridor se dirige hacia la escalera tomando asiento en una silla cerca del
último escalón impidiendo así que algún intruso pudiera penetrar en la logia.
El
Maestro y los otros dos hermanos que ocupaban los sillones ubicados frente a
frente, estaban provistos cada uno de un pequeño mallete de madera. Lamball
disponía además de una especie de pequeña mesa a su lado, en la que descansaba
una Biblia.
Dio
un golpe de mallete sobre la mesa y en respuesta los otros dos hermanos
sentados lado a lado, entrechocaron por dos veces sus respectivos malletes.
-Hermano Guardián mas Antiguo ( Senior Warden ), dijo
Lamball en alta voz: ¿Dónde se reunían en
logia los antiguos masones?
-Sobre la colinas mas altas o en los
valles mas profundos, allí donde no se escuchara ni el aullido de un perro ni el
canto de un gallo, respondió uno de los hermanos con mallete.
-Hermano Guardián mas reciente ( Junior
Warden), prosiguió el Maestro de la logia dirigiéndose al otro: ¿ a qué hora los francmasones abren sus
trabajos?.
-A mediodía
-¿Qué hora es?
-Mediodía.
-Hermanos Guardianes, ¿todos los
presentes son masones?.
Los
dos Guardianes se levantaron y cada uno en su lado pasaron revista a los
hermanos que se iban levantando al aproximárseles. Uno después del otro
apoyaban la mano derecha sobre la garganta y el codo sobre el cuero y
susurraban una palabra secreta al oído del Guardián que pasaba frente a ellos.
Recorrieron
toda la logia justo hasta el extremo donde estaba sentado el Maestro, se
inclinaron levemente ante él y regresaron a sus asientos.
-Todos los presentes son masones, dijo uno de
ellos.
Jacob
Lamball tomó ahora la Biblia que tenía a su lado. Era un pobre volumen con una cubierta de piel muy gastada. Se puso a hojearlo en busca de un pasaje
preciso, pero en la penumbre del lugar la presbicia de este hombre, que pasaba
los cuarenta, le hacía difícil la lectura del título de los capítulos, cuando
repentinamente se le escapó de las manos cayendo a sus pies.
El
Maestro de la logia dejó escapar una pequeña exclamación de impaciencia pero
cuando se disponía a agacharse para recogerlo, observó que espontáneamente se
había abierto en el Evangelio de San Juan, que era el que estaba buscando!.
Sonrió,
puesto que después de años de frecuentar las logias, él siempre relataba la
misma anécdota: la Biblia de los masones se abría sola en el Evangelio de Juan
si se la dejaba caer!
Allí
no había ningún milagro, superstición digna de los papistas: era simplemente
que el volumen transmitido de generación en generación y en la misma logia,
jamás había sido abierto más que en ese pasaje y que la encuadernación,
verdaderamente estropeada por el tiempo imponía a la larga esa apertura…
Habiendo
recobrado su compostura, Lamball exclamó en alta voz:
“ en los comienzos era el Verbo, el
Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.“ En el principio el Verbo estaba
con Dios. Porque todo se hizo por El y nada de lo que se hizo existe sin El.“ En
El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no
pudieron con ella.”
Todos
respondieron a coro: Amén”.
-Hermanos Guardianes, continuó Lamball
después de dar un nuevo golpe de mallete, anunciad
que la logia está abierta.
Los
dos Guardianes obedecieron la orden y chocaron mutuamente sus malletes como lo
habían hecho al comienzo. Todos regresaron a sus asientos. El día comenzaba a
irse y solo las velas daban algún poco de luz al lugar. En medio de esa
penumbra cada cual había retomado su lugar, y el alivio pareció palparse.
Se
escucharon algunas palabras y risas de los hermanos que se habían divertido con
el incidente de la Biblia. La mayoría ya
instalados confortablemente encendieron sus pipas y casi todos tenían a la mano
un buen jarro de cerveza tibia. Del resto, unos pocos hermanos salieron y
regresaron rápidamente con alguna reserva de bebida.
El
Cubridor se había apartado de la escalera para facilitar ese feliz manejo.
El
trabajo ya podía comenzar.
El
Maestro de la logia dio algunos leves golpes de mallete para reclamar la
atención de todos:
-Hermanos míos, vosotros sabéis que hace un
año todas las logias de Londres y de Westminster se reunieron en la taberna del
Manzano, en Covent Garden, donde tomamos la decisión de formar una Gran Logia
pro tempore…lo que quiero decir, apunta Lamball con una nota de ironía, es que
desde entonces no hemos hecho nada!
..................................continúa................
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