domingo, 6 de abril de 2014

Francia, siglo XVIII: Princesas de la Sangre, hermanas en la masonería de Adopción. (II).

es continuación




La Duquesa de Bourbon, nacida como Louise-Marie Terese Matilde de Orleans, en julio 9 de 1750 en el Palacio de Saint Clud, era hija del Príncipe Louis – Philippe de Orleans, Duque de Orleans y de Louise Henriette de Bourbon-Conti.
Pocas familias del país eran mas ilustres. En 1770 contrajo matrimonio con su primo, un joven de un linaje tan ilustre como el de ella. Louis Henri Joseph de Bourbon, hijo del Príncipe de Condé, Príncipe de la sangre, Par y Gran Maestro de Francia, Duque de Enghien y de Guisa, Conde de Clermont en Argonne, Gobernador y Teniente general del Rey para las Provincias de Borgoña y Bresse.
Los dos primos renovaron su infancia en la corte, donde la Duquesa gastaba mas y mas tiempo en completar su educación. El duque estaba totalmente prendado con su prima, quien tenía cerca de veinte años, en tanto que él era de catorce. Nadie parece haber objetado la diferencia de edad. Los padres de ambos lados dieron su bendición, el Rey Luis XV no manifestó oposición alguna y el papa Clemente XIV emitió una dispensa a la prohibición de matrimonio entre parientes cercanos. (6).

Al poco tiempo de la boda, el cuento de hadas se disipó. La Baronesa de Oberkirch de Estrasburgo, que conocía muy bien a la familia y compartía largas confidencias en las caminatas con la duquesa, relató en sus memorias que “ la pasión del duque de Bourbon no duró por mucho tiempo, se extinguió como una breve llamarada repentina”.(7)
El duque comenzó a buscar otras mujeres con quien compartir su tiempo y al poco tiempo, no mucho después de su matrimonio, tuvo un hijo con una intérprete de la Opera. El duque no solo bautizó al niño con el nombre Bourbon, sino que por orden del Rey eligió como padrinos a la ilustre Mme. de Condé y al Príncipe de Soubise.(8).

Quizás para la duquesa fueron aún más devastadores sus numerosos amoríos con mujeres de la corte, de las cuales dos pertenecían a su círculo más cercano. La duquesa quedó sumida en unos miserables celos hasta el punto de que para 1780 se encontraban legalmente separados. El único hijo que tuvieron fue el duque de Enghien, nacido en 1772 después de una peligrosa y extensa labor y fue tomado por su padre para ser educado con el resultado de que ella lo veía a intervalos poco frecuentes.
A pesar de que tales experiencias de maternidad no eran poco comunes entre las elites de la época, pudieron haber ejercido alguna influencia psicológica dolorosa. Y fue durante este período de su vida, que la duquesa de Bourbon llegó a ser un francmasón.
Para analizar la atracción que esta organización secreta ejerció sobre la duquesa, debemos considerar varios aspectos de su vida y de su carácter.  Primeramente un matrimonio infeliz, la miseria, frustración y soledad que sentía en sus palacios. Describió sus sentimientos a la baronesa de Oberkirch en una de sus largas caminatas: “ Yo amé a mi esposo: a veces parecía
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6. Comte Ducos, La mere du duc d’Enghien(1750-1822) (Paris: Nourrit, 1900), p.75.
7. Baronne d’Oberkirch, Mémoires sur la cour de Louis XVI et la société française, avant 1789, 2 vols. (Paris: Gratiot, 1853) 2:19.
8. Ibid., 2:23-24
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un amor irrefrenable y apasionado, que él me pagó con un desprecio quizás tan desenfrenado e irracional como mi amor”.(9).

La amistad muy cercana de otra mujer era una importante característica de la masonería que puede haber atraído a la duquesa. Como muchas grandes damas de entonces, la Duquesa de Bourbon mantenía estrechas relaciones amistosas con otra mujer, una confidente y  como tal parece haber hablado muy libremente a la baronesa de Oberkirch.
Bien puede ser por otra parte que la estrecha amistad surgida en las logias masónicas sirviera como paliativo a esta mujer que tenía que sobrellevar no solo la falta de afecto de su esposo sino soportar sus infidelidades con miembros de su propio entorno y el acceso limitado a su único hijo, sino además la falta de compasión de muchos de sus pares quienes esperaban que soportara su situación con dignidad y estoica indiferencia.
La Corte del siglo dieciocho estaba plagado de adulterios y atrofiadas relaciones madre-hijo, y se esperaba que las mujeres se ajustaran a eso por lo que no se consideraba con simpatía a quien no lo hacía.

Otro rasgo característico del interés de la duquesa en la francmasonería pudo haber siso su fascinación con el misticismo, que entonces era parte de la experiencia francmasónica.
Su problema con las infidelidades del duque llegaron a un climax con un incidente particular,, debido según relata la baronesa de Oberkirch a las ideas místicas de la duquesa, “altamente exaltadas”.(10)
El incidente tuvo lugar en el Mardi Gras Ball de 1778 ( baile de carnaval). El descaradamente infiel Duque de Bourbon, se había cansado de su bien conocida relación, Mme. De Canilhac. Mme. De Canilhac fue la acompañante de la Duquesa de Bourbon, pero había sido despedida cuando su relación con el Duque se convirtió en la comidilla de la Corte. La Duquesa de Bourbon entró al baile del brazo del cuñado de Mme. De Canilhac, junto al Conde de Artois, hermano del Rey, con la propia Mme. de Canilhac. Los detalles de lo ocurrido varian pero la historia llegó a ser bien conocida por toda la Corte.
Por alguna razón, el Conde de Artois dijo algo ofensivo para la Duquesa quien le arrancó la máscara del rostro al Conde quien a su vez aplastó la máscara en la cara de la Duquesa. El incidente lo contó la propia Duquesa a sus amigos y el Conde a su hermano, el Rey. Como escribió la Baronesa de Oberkirch, “ fue un escándalo espantoso”.(11).

Las criticas de la Corte y el enojo del Rey parecen haber sido el catalizador para la huida de la Duquesa a sus vuelos de misticismo. Estaba fascinada por Franz Anton Mesmer, quien había llegado a París en 1778 con su teoría del magnetismo animal.
Todos los cuerpos, afirmaba Mesmer están llenos con un fluido que puede controlarse y reforzarse por la “ mesmerización”. Y como según él las enfermedades se producían por el bloqueo del fluido a través del cuerpo, mesmerizando o masajeando los polos del cuerpo, se restablecería la salud.(12).
Mesmer respaldaba sus teorías con aplicaciones prácticas: ayudaba a la recuperación de sus pacientes en demostraciones públicas que incluían desmayos, convulsiones, sesiones comunitarias de auto ayuda y baños magnéticos. Ocasionalmente Mesmer llevaba a sus seguidores a una sesión de sonambulismo, el sueño profundo en que podría alguno comunicarse con espíritus lejanos.
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9.Ibid., 2:22.
10. Ibid., 2:21
11.Ibid., 2:24-5.
12.Robert Darnton, Mesmerism(New York: Schocken, 1968), pp. 3-4.
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Era la sensación de París. La Duquesa de Bourbon fue seducida por las teorías de Mesmer del magnetismo y sonambulismo y abierta perpetuamente a los místicos.(13)
En su búsqueda de la perfección mística, la Duquesa de Bourbon también era seguidora de las enseñanzas de dos Iluministas pseudo masónicos: Louis Claude de Saint Martin, el Filósofo Desconocido y Martinez de Pasqually, su maestro. Predicando una ciencia misteriosa que combinaba la Cábala , enseñanzas gnósticas y ritos masónicos, pretendíendo comunicarse con Dios y recibir algunos dones especiales que les permitían realizar milagros.

La Duquesa de Bourbon, según la baronesa de Oberkirch, “ hablaba con frecuencia de Martinez de Pasqually, ese teósofo, ese líder de los iluministas que establecieron una secta y residían en París en 1778. Ella ha visto mucho, ha oído mucho, ella es una Martinista o algo así”.(14)
Como la masonería era la base de los rituales y credos de los dos y a que la masonería incluía algunos elementos místicos importantes, la organización pudo haber ejercido una natural atracción para una mujer con el temperamento y los intereses de la Duquesa de Bourbon.
La Duquesa de Bourbon pudo también ser atraída por el lado caritativo de la actividad masónica. La Caridad era una de las preocupaciones principales tanto de hombres como de mujeres en las logias, y la Duquesa de Bourbon estaba muy motivada hacia las obras de caridad desde mucho antes de hallar su escape masónico; la atracción de disfrutar de una organización que coincidía con su sentimiento, debe de haber sido muy fuerte. Ella repartía sus días entre la administración de sus posesiones, el estudio, el placer y la caridad. (15).
Cada mañana, la Duquesa daba paseos a pie o en carruaje, con sus sirvientas, para ayudar a los indigentes. Se quejaba de no tener lo suficiente para ayudar a toda la gente pobre a pesar de animar al clérigo de su parroquia, sus parientes y sirvientes a notificarle de cualquier miserable que descubrieran.

Fundó un hospicio y personalmente cuidada por esas pobres almas en sus camas cuando iba de visita. Su devoción a las tareas caritativas continuó durante la Revolución y aún hasta su muerte en 1822. (16)
En la caridad, el misticismo y la necesidad de amigos en ese tiempo, pueden hallarse tres razones por las que la Duquesa de Bourbon se sintiera fuertemente atraída a la masonería a fin de los 1770s, aunque otros rasgos y preferencias pudieran haber influido también.
La Duquesa era “ políticamente democrática”, lo que la Baronesa de Oberkirch denotaba como “ algo muy inusual en una princesa de la sangre”.(17) y el énfasis masónico en la igualdad debe haber apelado a esta faceta de su pensamiento.
También puede suponerse que los rituales hayan fascinado a la Duquesa. Para fines de los 1770s, los rituales de la masonería eran producciones dramáticas amateurs y la Duquesa era bien conocida por su amor a todos los aspectos del teatro, en especial la comedia.
Ella misma había escrito varias obras teatrales que representaba en su palacio. Igualmente, los banquetes que seguían a cada reunión formal, probablemente hayan siso una atracción para la Duquesa igual que los bailes y festivales a los que amaba asistir.
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13.Ibid., p. 70.
14.Ibid, 2- 102-3
15.Ducos, p. 192.
16.Ibid
17.Oberkirch, 2:21
………………………………………………………………………….. fin parte 2
continua

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