La Duquesa de Bourbon, nacida
como Louise-Marie Terese Matilde de Orleans, en julio 9 de 1750 en el Palacio
de Saint Clud, era hija del Príncipe Louis – Philippe de Orleans, Duque de
Orleans y de Louise Henriette de Bourbon-Conti.
Pocas familias del país eran mas
ilustres. En 1770 contrajo matrimonio con su primo, un joven de un linaje tan
ilustre como el de ella. Louis Henri Joseph de Bourbon, hijo del Príncipe de
Condé, Príncipe de la sangre, Par y Gran Maestro de Francia, Duque de Enghien y
de Guisa, Conde de Clermont en Argonne, Gobernador y Teniente general del Rey
para las Provincias de Borgoña y Bresse.
Los dos primos renovaron su
infancia en la corte, donde la Duquesa gastaba mas y mas tiempo en completar su
educación. El duque estaba totalmente prendado con su prima, quien tenía cerca
de veinte años, en tanto que él era de catorce. Nadie parece haber objetado la
diferencia de edad. Los padres de ambos lados dieron su bendición, el Rey Luis
XV no manifestó oposición alguna y el papa Clemente XIV emitió una dispensa a
la prohibición de matrimonio entre parientes cercanos. (6).
Al poco tiempo de la boda, el
cuento de hadas se disipó. La Baronesa de Oberkirch de Estrasburgo, que conocía
muy bien a la familia y compartía largas confidencias en las caminatas con la
duquesa, relató en sus memorias que “ la
pasión del duque de Bourbon no duró por mucho tiempo, se extinguió como una
breve llamarada repentina”.(7)
El duque comenzó a buscar otras
mujeres con quien compartir su tiempo y al poco tiempo, no mucho después de su
matrimonio, tuvo un hijo con una intérprete de la Opera. El duque no solo
bautizó al niño con el nombre Bourbon, sino que por orden del Rey eligió como
padrinos a la ilustre Mme. de Condé y al Príncipe de Soubise.(8).
Quizás para la duquesa fueron aún
más devastadores sus numerosos amoríos con mujeres de la corte, de las cuales
dos pertenecían a su círculo más cercano. La duquesa quedó sumida en unos
miserables celos hasta el punto de que para 1780 se encontraban legalmente
separados. El único hijo que tuvieron fue el duque de Enghien, nacido en 1772
después de una peligrosa y extensa labor y fue tomado por su padre para ser
educado con el resultado de que ella lo veía a intervalos poco frecuentes.
A pesar de que tales experiencias
de maternidad no eran poco comunes entre las elites de la época, pudieron haber
ejercido alguna influencia psicológica dolorosa. Y fue durante este período de
su vida, que la duquesa de Bourbon llegó a ser un francmasón.
Para analizar la atracción que
esta organización secreta ejerció sobre la duquesa, debemos considerar varios
aspectos de su vida y de su carácter.
Primeramente un matrimonio infeliz, la miseria, frustración y soledad
que sentía en sus palacios. Describió sus sentimientos a la baronesa de
Oberkirch en una de sus largas caminatas: “ Yo
amé a mi esposo: a veces parecía
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6. Comte Ducos, La mere du
duc d’Enghien(1750-1822) (Paris: Nourrit, 1900), p.75.
7. Baronne d’Oberkirch, Mémoires
sur la cour de Louis XVI et la société française, avant 1789, 2 vols. (Paris: Gratiot, 1853) 2:19.
8. Ibid., 2:23-24
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un amor irrefrenable y apasionado, que él me pagó con un desprecio
quizás tan desenfrenado e irracional como mi amor”.(9).
La amistad muy cercana de otra
mujer era una importante característica de la masonería que puede haber atraído
a la duquesa. Como muchas grandes damas de entonces, la Duquesa de Bourbon
mantenía estrechas relaciones amistosas con otra mujer, una confidente y como tal parece haber hablado muy libremente
a la baronesa de Oberkirch.
Bien puede ser por otra parte que
la estrecha amistad surgida en las logias masónicas sirviera como paliativo a
esta mujer que tenía que sobrellevar no solo la falta de afecto de su esposo
sino soportar sus infidelidades con miembros de su propio entorno y el acceso
limitado a su único hijo, sino además la falta de compasión de muchos de sus
pares quienes esperaban que soportara su situación con dignidad y estoica
indiferencia.
La Corte del siglo dieciocho
estaba plagado de adulterios y atrofiadas relaciones madre-hijo, y se esperaba
que las mujeres se ajustaran a eso por lo que no se consideraba con simpatía a
quien no lo hacía.
Otro rasgo característico del
interés de la duquesa en la francmasonería pudo haber siso su fascinación con
el misticismo, que entonces era parte de la experiencia francmasónica.
Su problema con las infidelidades
del duque llegaron a un climax con un incidente particular,, debido según
relata la baronesa de Oberkirch a las ideas místicas de la duquesa, “altamente exaltadas”.(10)
El incidente tuvo lugar en el
Mardi Gras Ball de 1778 ( baile de carnaval). El descaradamente infiel Duque de
Bourbon, se había cansado de su bien conocida relación, Mme. De Canilhac. Mme.
De Canilhac fue la acompañante de la Duquesa de Bourbon, pero había sido
despedida cuando su relación con el Duque se convirtió en la comidilla de la
Corte. La Duquesa de Bourbon entró al baile del brazo del cuñado de Mme. De
Canilhac, junto al Conde de Artois, hermano del Rey, con la propia Mme. de
Canilhac. Los detalles de lo ocurrido varian pero la historia llegó a ser bien
conocida por toda la Corte.
Por alguna razón, el Conde de
Artois dijo algo ofensivo para la Duquesa quien le arrancó la máscara del
rostro al Conde quien a su vez aplastó la máscara en la cara de la Duquesa. El incidente
lo contó la propia Duquesa a sus amigos y el Conde a su hermano, el Rey. Como
escribió la Baronesa de Oberkirch, “ fue
un escándalo espantoso”.(11).
Las criticas de la Corte y el
enojo del Rey parecen haber sido el catalizador para la huida de la Duquesa a
sus vuelos de misticismo. Estaba fascinada por Franz Anton Mesmer, quien había
llegado a París en 1778 con su teoría del magnetismo animal.
Todos los cuerpos, afirmaba
Mesmer están llenos con un fluido que puede controlarse y reforzarse por la “ mesmerización”. Y como según él las
enfermedades se producían por el bloqueo del fluido a través del cuerpo,
mesmerizando o masajeando los polos del cuerpo, se restablecería la salud.(12).
Mesmer respaldaba sus teorías con
aplicaciones prácticas: ayudaba a la recuperación de sus pacientes en
demostraciones públicas que incluían desmayos, convulsiones, sesiones
comunitarias de auto ayuda y baños magnéticos. Ocasionalmente Mesmer llevaba a
sus seguidores a una sesión de sonambulismo, el sueño profundo en que podría
alguno comunicarse con espíritus lejanos.
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9.Ibid., 2:22.
10. Ibid., 2:21
11.Ibid., 2:24-5.
12.Robert Darnton, Mesmerism(New York: Schocken, 1968), pp.
3-4.
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Era la sensación de París. La
Duquesa de Bourbon fue seducida por las teorías de Mesmer del magnetismo y
sonambulismo y abierta perpetuamente a los místicos.(13)
En su búsqueda de la perfección
mística, la Duquesa de Bourbon también era seguidora de las enseñanzas de dos
Iluministas pseudo masónicos: Louis Claude de Saint Martin, el Filósofo
Desconocido y Martinez de Pasqually, su maestro. Predicando una ciencia
misteriosa que combinaba la Cábala , enseñanzas gnósticas y ritos masónicos,
pretendíendo comunicarse con Dios y recibir algunos dones especiales que les
permitían realizar milagros.
La Duquesa de Bourbon, según la
baronesa de Oberkirch, “ hablaba con
frecuencia de Martinez de Pasqually, ese teósofo, ese líder de los iluministas
que establecieron una secta y residían en París en 1778. Ella ha visto mucho,
ha oído mucho, ella es una Martinista o algo así”.(14)
Como la masonería era la base de
los rituales y credos de los dos y a que la masonería incluía algunos elementos
místicos importantes, la organización pudo haber ejercido una natural atracción
para una mujer con el temperamento y los intereses de la Duquesa de Bourbon.
La Duquesa de Bourbon pudo
también ser atraída por el lado caritativo de la actividad masónica. La Caridad
era una de las preocupaciones principales tanto de hombres como de mujeres en
las logias, y la Duquesa de Bourbon estaba muy motivada hacia las obras de
caridad desde mucho antes de hallar su escape masónico; la atracción de
disfrutar de una organización que coincidía con su sentimiento, debe de haber
sido muy fuerte. Ella repartía sus días entre la administración de sus
posesiones, el estudio, el placer y la caridad. (15).
Cada mañana, la Duquesa daba
paseos a pie o en carruaje, con sus sirvientas, para ayudar a los indigentes.
Se quejaba de no tener lo suficiente para ayudar a toda la gente pobre a pesar
de animar al clérigo de su parroquia, sus parientes y sirvientes a notificarle
de cualquier miserable que descubrieran.
Fundó un hospicio y personalmente
cuidada por esas pobres almas en sus camas cuando iba de visita. Su devoción a
las tareas caritativas continuó durante la Revolución y aún hasta su muerte en
1822. (16)
En la caridad, el misticismo y la
necesidad de amigos en ese tiempo, pueden hallarse tres razones por las que la
Duquesa de Bourbon se sintiera fuertemente atraída a la masonería a fin de los
1770s, aunque otros rasgos y preferencias pudieran haber influido también.
La Duquesa era “ políticamente democrática”, lo que la
Baronesa de Oberkirch denotaba como “ algo
muy inusual en una princesa de la sangre”.(17) y el énfasis masónico en la igualdad debe haber apelado a esta
faceta de su pensamiento.
También puede suponerse que los
rituales hayan fascinado a la Duquesa. Para fines de los 1770s, los rituales de
la masonería eran producciones dramáticas amateurs y la Duquesa era bien
conocida por su amor a todos los aspectos del teatro, en especial la comedia.
Ella misma había escrito varias
obras teatrales que representaba en su palacio. Igualmente, los banquetes que
seguían a cada reunión formal, probablemente hayan siso una atracción para la
Duquesa igual que los bailes y festivales a los que amaba asistir.
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13.Ibid., p. 70.
14.Ibid, 2- 102-3
15.Ducos, p. 192.
16.Ibid
17.Oberkirch, 2:21
………………………………………………………………………….. fin parte 2
continua
La idea de éste blog de imprenta me parece fascinante, muchas gracias.
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