domingo, 6 de octubre de 2013

Los francmasones, ¿són filósofos?

Próxima entrada de la Imprenta de Benjamín, el jueves 17 de octubre
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Este artículo, en francés, fue publicado por la logia La Parfaite Unión-Namur, de Bélgica, en el blog GADLU.info, y se reproduce aquí con su autorización.
Título original:
Les Francs-Maçons sont-ils des philosophes ?
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La francmasonería que vivimos hoy, nació de un proyecto filosófico, pero ¿qué hay de los francmasones?
La respuesta la tenéis vosotros.
El filósofo será siempre un pensador. Filosofar hoy en día es reflexionar sobre el ser, las causas, los valores, los principios. El filósofo piensa e intenta explicar con sus palabras, al hombre, la naturaleza, la sociedad y el universo de donde venimos, eso que somos y en donde nos encontramos.
La filosofía se caracteriza sobre todo por su manifestación exterior: el discurso.
La masonería es una invitación permanente a filosofar. Hervé Hasquim escribía a propósito que “ la francmasonería es un laboratorio de pensamiento”.

Lo cierto es que la filosofía, y por tanto los filósofos creen en la inteligibilidad e intentan dar un sentido a los otros, respecto al pensamiento y a la vida.
Eso no metamorfoseará automáticamente a los masones, de celosos laborantes en filósofos en el sentido académico.
No hay un discurso masónico, pero los francmasones tienen vocación de difundir un punto de vista particular que confiere sentido a la existencia.

Por no citar mas que algunos, Platón y Pitágoras fueron pensadores excepcionales; Bacon en la edad media y Maquiavelo en el renacimiento, presentaron el problema del lugar del hombre en la ciudad, Copérnico y Descartes se distinguieron en la filosofía de la ciencia ;Kant, Leibnitz y Espinoza con las cuestiones acerca de la moral y la libertad; Hegel imaginó un enfoque fenomenológico original de la historia; Nieztche su forma de escapar a las servidumbres del espíritu, pero, sin excepción, los francmasones no inventaron nada en ninguna calidad expresa en nombre de la francmasonería.

No reivindican la paternidad de alguna forma particular de pensamiento, de algún sistema original o análisis del universo que revolucionara o pondría del revés a la humanidad, aunque hubiera algunos que lo hubiesen querido, bien que  su influencia no podría negarse en el avance de los valores humanas de la sociedad sea bajo el ángulo legislativo o asociativo.

Los francmasones reflexionan.

El pensamiento masónico es rico en enseñanzas profundas de sentido portador de un estado de espíritu con la posibilidad de cierta perfectibilidad humana, la fraternidad.
Si la Sabiduría a la cual se refiere la francmasonería, es la “Sofía” de los griegos, o sea el ejercicio de un arte complejo, es algo difícil de saber, a tal punto que Platón prefería hablar, no de sabiduría sino de Amigos de la sabiduría, lo que no excluye que los FM sean esos amigos de esa sabiduría.
Como se dijo, “ philos” es amigo, y “ sophia” es la sabiduría.
El Amigo de la Sabiduría es entonces etimológicamente el “ filosofo

¿Cuál es el contenido de esa noción de sabiduría que sostenemos?
Si se desarrollara, aún sucintamente, incluiría un viaje en la historia y la tradición.
La noción de sabiduría es muy antigua. En su trazabilidad conocida, puede remontarse al Egipto, sin excluir una anterioridad aún mas lejana.

La filosofía tal como la entendemos, nació en la Grecia antigua, patria de la filosofía natural que cedió luego el paso a la filosofía moral.
Desde el “mithos” hasta el “ logos”; desde Thales de Mileto a Sócrates, el discurso acerca de la naturaleza evolucionó hasta uno en que se presentaban razones, explicaciones.
Eso no impidió que entre los filósofos naturales o morales, toda autoridad, aún técnica fuese considerada como una sabiduría.
El médico, el poeta, el tallador de piedra, el carpintero o el músico poseían su ciencia y eran los sabios.

En ese marco se pueden entender las elocuentes palabras de Platón acerca de la música:
“ la música aporta un alma al universo, le da alas al espíritu, envuelve la imaginación, le da un encanto a la tristeza, dando vida a todas las cosas. Ella suscita el Logos y participa en todo lo que es bello, justo y bueno. La música es una filosofía”.

Algunas cosas cambiaron en Grecia. Ya no era suficiente poseer un arte para ser sabio, había que ser capaz además de comprender al Logos. El Verbo será el tema del Antiguo Testamento, el Verbo del Evangelio de Juan; ahora había que conformar su conducta y  hablar según la Verdad.
Sabiduría, Verdad, Verbo, son palabras conocidas por los francmasones.
El sentido de la sabiduría pasó, en especial con Platón, del ejercicio de un arte a una tentativa de estar conforme a la noción de lo divino, a una búsqueda de ese Conocimiento atribuido a la divinidad.
La idea de una sabiduría perfecta y trascendente había nacido.
Solo faltaba distinguir saber de conocimiento.

La sabiduría no se concibe sin el conocimiento, y tal conocimiento es mas que un simple saber, que no sino un trampolín.
Para algunos, la idea de que el conocimiento es un atributo divino, está fuertemente anclada en el sus espíritus.
Postula que el entendimiento de lo sagrado y su penetración, el saber, tan noble como pueda ser, es reductor.
No implica más que la acumulación de información libresca o de otra naturaleza engrosando la biblioteca de nuestro encéfalo.

El saber permite marchar hacia el conocimiento y el conocimiento es divino. Para percibirlo será suficiente rememorar la historia del pecado original. La manzana provocó la gran cólera del Eterno, quien fulmina los edictos de condenación, era de un árbol cuyos frutos le estaban estrictamente reservados.
No importa de que árbol se trata, sino del árbol del Saber, árbol que al producir frutos susceptibles de ubicar al humano en el camino del conocimiento, de alguna forma le asemejarían al Eterno.
Expurgada de toda connotación religiosa contaminante, esta parábola sienta las bases aunque no se trataba de algo nuevo.
Ya para Platón, antes del Antiguo Testamento, el filósofo desea adquirir tal bien, un intento raro y difícil, breve y el filósofo que desea devenir en sabio acaba por emparentarse con lo divino.
La Edad Media ve nacer la idea de que la búsqueda de la sabiduría postulaba un modelo, que podría ser Dios, pero que en ese caso sería inalcanzable por naturaleza, de suerte que hace del buscador una persona de referencia, un intermediario mas accesible a los amigos de la sabiduría y  así fue que naturalmente la elección se hizo sobre… un corredor de seguros paradisíacos, es decir el Cristo, alias Jesús.
Las críticas son en otros aspectos, Jesús presenta un rico perfil por el don que hace a la humanidad. Encarna esta sabiduría y no importa cual, la Sabiduría del Padre.
Eso no sucedió sin algunas dificultades teológicas menores, como que en el cristianismo medieval la Sabiduría misma fue encarnada por María, Madre de la Sabiduría.
Ese fue el rompecabezas que hubo que resolver. Así que se esforzaron en ese espinoso asunto admitiendo que “ Sofía” era el elemento femenino presente en el principio divino mucho mas vasto.
Según los escritos bíblicos ( proverbios 8-22; 8-23) la Sabiduría, parte integrante de la matriz, preexistía a la creación. El concepto era límpido, y resolvía la contradicción prolongando sus raíces a un pasado inmemorial.

En el mismo orden de ideas, los francmasones saben que es a la Sabiduría que se une el Gran Arquitecto del Universo para realizar eso que es: ella es su esposa.
El concepto es egipcio; para los antiguos egipcios, la Sabiduría era una parte del principio divino cuando se creó el mundo. Esa sabiduría femenina no tenía nada de nuevo.
Isis la encarnaba por referencia a Osiris y Balkis, la reina de Saba ( Libro de los Reyes, X, 1-13 & 10-9/ Coran , Sura XXVIII, 15-45) la encarna por referencia a sus amantes, el Rey Salomón y un cierto Hiram de Tiro.
Parece entonces que a través del tiempo, la Sabiduría tiene una estrecha relación con la perfección, o mejor aún, con el perfeccionamiento y de modo mas profundo con el Universo, trascendiendo el Conocimiento y la Creación.
Saber, perfeccionar su conocimiento y por ello mismo aproximarse a lo divino, al Absoluto universal, del Gran Arquitecto del Universo, es un movimiento que no parece ser ajeno al enfoque masónico, a los objetivos de los francmasones sobre el camino iniciático.
El “Libro de la Sabiduría”, atribuido al Rey Salomón, bien conocido de los francmasones ( ver Antiguo Testamento- 6/12-15) enuncia a propósito de esa sabiduría:
“El inicio de la sabiduría es el deseo de ser instruido por ella. Desear ser instruido es amarla. Amarla significa guardar sus leyes. Observar sus leyes es estar seguro de la incorruptibilidad, y la incorruptibilidad nos lleva cerca de Dios. Así el deseo de la Sabiduría lo elevó a la realeza” ( 6/16-20)
Se trata entonces de elevarse hacia la realeza, un Arte Real al que se invita a practicar a todo francmasón!
Ese camino hacia la Sabiduría, los hombres lo han visto siempre como una elevación.

El principio divino al que ella pertenece es celestial, lo que es lamentable pues se sabe que los hombres no pueden alcanzar los cielos y como no son aves, deberán tratar de llegar a serlo.
¿Será esa una de las razones porque el pájaro no está ausente de los Altos Grados masónicos?. pero eso es otro asunto.
En el Libro de Enoch” se dice que: la Sabiduría salió para habitar entre los hijos de los hombres , pero que no halló lugar. La Sabiduría volvió de su viaje y se instaló entre los Angeles”.
El significado de ese texto, ¿ no sería que la verdadera sabiduría no es de este mundo de hombres aquí abajo?

En el siglo XVIII, bajo la dirección de un tal Isaac Newton, científico pero también apasionado de la hechicería, la Royal Society de Londres cinceló una economía del cosmos destrozando la antigua noción de sabiduría.
El orden divino fue reemplazado por la providencia divina en la libertad de conciencia, y la sabiduría se mantuvo como el objetivo de elevación del hombre.
Sin embargo, como la sabiduría es uno de los pilares de la francmasonería, los francmasones modernos abrazan el camino por él mismo y jamás con el afán de volverse divinos.
Si el hombre es el centro del universo, el conocimiento de eso último es interior y será en el hombre que se encuentre la divinidad.

La francmasonería lleva en sí misma las preguntas, pero no las respuestas.
Reúne a las personas de buena voluntad deseosas de desarrollar su pensamiento en la fraternidad a través de ritos de pasaje.
El francmasón se cuestiona, intentando mejorarse y de ser contagioso, de destacar en la sociedad profana los valores vehiculados por la logia, pero es invitado a conocerse a sí mismo, su vida de masón no necesita su elevación en el saber o el conocimiento y hace su propio camino, del cual no se le da mas que las claves.
Aún le resta abrir puertas y no franquear otras puertas abiertas de mucho antes, probadamente inútiles y totalmente esclerosantes.

Aunque camine en busca de la Sabiduría, no necesariamente todo francmasón será un filósofo; puede ser un hombre de palabras, pero en todo caso un hombre deseoso de conocer lo universal en su diversidad, de acercarse a la perfección y un eterno buscador que no tiene teoría para ofrecer ni un dogma para imponer.
Si los francmasones no son filósofos, al menos debería contárselos entre los mejores amigos de la Sabiduría.
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