Próxima entrada de la
Imprenta de Benjamín, el domingo 27 de octubre.
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Título
original:
Ah
Seigneur Mon Dieu!
Fuente: L´edifice.net.
Publicado en el blog Hauts grades maçonniques y reproducido con su autorización.
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En el periódico
The Scots Magazine, del día 28 de marzo de 1739 , se publicó el obituario
relatando el enterramiento del pastor James Anderson, en el cementerio de
Bunhill Fields y sigue diciendo:…” ”. Su
ataúd fue llevado por sus colegas de oficio y el propio Désaguliers. Alrededor
de una docena de masones rodeaban la tumba….. Después, “en una postura solemne
y sombría”, los masones levantaron sus manos y golpearon tres veces sus
mandiles en honor al difunto”.
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Grabado del Duncan Masonic Monitor
Dice el artículo:
Ese signo de tristeza, o
de horror, del tercer grado de nuestro rito es para sorprender. Se llega al
final de un largo proceso desde la entrada a la Cámara del Medio... para acabar
por la elevación de los dos brazos por sobre la cabeza, con los dedos tendidos
y abiertos y finalizando por la bajada brutal de las dos manos golpeando sobre
el mandil; la figura a mi modo de ver, marca dos sentidos bien diferentes: la
sorpresa y el desaliento, todo pronunciado en esta corta y sibilina frase : A/S/M/D.
Debe recordarse que el
signo del Maestro nos recuerda el pasaje, en ese caso desde la iniciación, al
descubrimiento del lugar de sepultura del Maestro Hiram por los 9 Maestros
enviados por Salomón.
La semántica masónica
no indica nada oscuro en la jerarquía de esa frase. El ritual escribe las
primera letras de cada una de esas palabras, A,S,M,D en mayúscula y seguidas
por los tres puntos reglamentarios (A.: S.: M.:D.:) lo que nos da una cierta
indicación de la importancia individual de cada palabra y sobretodo del tono o
ritmo a darle a la pronunciación de esas 4 palabras.
La “A” debe ser obligatoriamente seguida de
una “H”. Esta interjección expresará
así una viva emoción y dará mas fuerza al resto de la frase que sigue. Así que
entonces el ritual nos pide tener una expresión de sorpresa y por eso se escribe
“Ah! “, pero eso es un detalle y el
resto nos abre un vasto dominio de investigación, de interpretación y
desarrollo. La frase o bien debe ser dicha de una sola vez, es decir “ASMD” sin coma ni separación o bien
puede ponerse una coma después de Señor (AS, MD) cambiando por completo el
sentido que se le pudiera dar los términos de Señor y de Dios.
En la primera forma de
pronunciar, sin hacer una pausa, puede considerarse que Señor y Dios no son más
que uno. Esta frase, y su sentido místico, nominando a Dios implícitamente como nuestro Señor,
derogaría el principio de universalidad y de libertad que damos a la noción de
Gran Arquitecto del Universo.
Por
otra parte, las Constituciones de Anderson, las de 1723, sobrepasaban, con
coraje para la época, al juramento de lealtad que los masones operativos debían
prestar a la iglesia y a la trinidad dogmática en las corporaciones de oficio,
para dar lugar a que cada uno expresara su libre opinión.
Pero,
aunque nos reclamemos como parte de la sabiduría del Maestro Hiram, y aún si
lloramos su desaparición, no celebramos
ningún culto.
No, no se trata de
volver a un conjuro, un encantamiento y eso a pesar de que la muerte esté
presente. Esa muerte simbólica, revivida por los pasos y la gestualidad del
maestro, es un homenaje al final brutal de una vida y debe reflejar nuestra tristeza
y llorar por la palabra perdida, o también significar la esperanza y la alegría
de pensar que Hiram mereció partir para el Oriente Eterno donde reposará
indefinidamente, con la obra completada, habiendo obtenido el conocimiento
supremo.
Nuestro rol será entonces
ir a la búsqueda de las palabras reales. Esa actitud de enfrentar a la muerte
confirma que nuestra necesidad no es la de someternos ciegamente a un Señor o a
un Maestro. Así es que deberemos pronunciar la frase en otra forma.
Será necesario entonces
un momento de pausa luego de la palabra Señor:“ Ah Señor,… mi Dios” a fin de separar bien los dos términos. En ese
caso preciso, ¿qué sentido puede darse a esas palabras de Señor y de Dios?.
Mi bien amado H.
Quillet es muy mezquino de los sentidos y no da más que la etimología latina de
la palabra “ Seniorem”, acusativo de
la palabra Senior que finalmente dio Sir y Monsieur.
Yendo mas lejos, en
hebreo el origen es Adon que significa
Maestro, transformándose en Adony,
forma de cortesía para dirigirse al rey pues Adonaï se adjuntaba en los primeros tiempos al tetragrama YHVH, y
finalmente solo, cuando por respeto, el nombre divino ya no fue pronunciado
más.
En griego, el origen es
Kyrios, el Maestro de la Casa. Los griegos, hombres libres, no utilizaban
palabras especiales para hablar de los dioses del Olimpo. Solo la liturgia
cristiana pronunciada en griego antes de que se prefiriera el latín, ha
retomado esa palabra. Hoy en día la tenemos todavía en la expresión “ kirie eleison, christe eleison” “ Señor ten piedad” repetida por todos 9
veces en el ceremonial.
El sentido de “ kyrios” cambiará en algunos siglos de
preeminencia católica. Los evangelios ( o su traducción) no son claros en
cuanto a la designación que resulta:
¿Se dirige a Dios o a
Jesús al evocar kyrios?. Pablo escribió Kyrios
Jesous, pero parece seguro que era para desafiar al emperador de Roma, que
ocupaba Israel y al que se llamaba Kyrios Kaiser. Finalmente la palabra “ Cristo” prevaleció para designar a Jesús.
Así, Hiram y su leyenda
desea ser un ejemplo para todos nosotros, Nos ofrece su muerte, nos indica
claramente el camino a seguir gracias al empleo de las herramientas tradicionales
que merecen ser afiladas para precisar y sublimar en lo sucesivo.
Jamás Hiram deseó
convertirse en Dios y ser idolatrado. En la expresión que hoy nos ocupa, Señor,
es más bien el Maestro, Maestro de la Mansión, Maestro del Templo, Maestro Constructor y reconocido allí por todos y antes honrado por sus cualidades llevando en perpetuación de su memoria el
titulo de Señor.
Para
mí, está claro que el Gran Arquitecto no es el Dios de las religiones del Libro.
Pero el espíritu religioso del XVIII no puede en absoluto ser comparado al
nuestro. En esa época la salvación solo podía hallarse en la religión. Era tan
importarte no apartarse de esa regla tácita que todavía nuestras Constituciones
evocan imperativamente no ser un ateo estúpido.
En su diccionario
filosófico, Voltaire pudo escribir:
“
Toda nueva secta fue acusada de asesinar niños y todo filósofo que se apartó de
la jerga de la escuela, acusado de ateísmo”.
Así fue como los
filósofos y los instigadores del movimiento masónico del XVIII serán los
iniciadores de abandonar la dependencia de la religión.
Dios permanece como omnipotente, es cierto,
pero la ley moral, la filosofía, la razón se van imponiendo lentamente a la creencia ciega y servil.
La filosofía, obviamente, no puede probar la
existencia de Dios, pero la Ley o el Deber están allí para la realización de la
obra. En la apertura y en el cierre de nuestros trabajos, glorificamos al Gran
Arquitecto del Universo. Creemos más o menos implícitamente en una organización
trascendente del caos hacia el orden, así como la creación de la luz por la
apertura del Libro en el prólogo de Juan.
Voltaire: “ -No puedo pensar que exista un reloj y que no
haya un relojero”.
Entonces puede
establecerse una relación entre el Gran Arquitecto del Universo, constructor
del universo, con Hiram, constructor del templo regido por las leyes de la
geometría y la belleza, exigiendo por esa causa que cada uno de nosotros sea
constructor de la piedra viva.
No tengo la intención
de daros una definición de Dios. Cada uno debe conservar su opinión.
La creencia es una
persuasión íntima. Es una visión personal, que guarda por naturaleza un
carácter hipotético. Pero no quiere decir que una creencia no pueda estar
fundamentada.
Y el propio Voltaire es
quien nos pone en guardia, el exceso de fe, provoca la intolerancia.
“-¿Qué
responder a un hombre que os dice que ama obedecer a Dios antes que a los
hombres y que, en consecuencia, puede merecer el cielo si os mata?”
Todo nuestro enfoque
masónico se vuelve una búsqueda de la
luz, se vuelve una búsqueda de la Verdad. “Un masón libre está obligado por su estado a conformar con la Moral y
no será jamás ni un ateo ni un libertino sin religión”. Tal es una parte de
nuestros estatutos. Dicho esto, la fe religiosa es la adhesión a un corpus
revelado, que supone una adhesión sin falla a una doctrina.
Nosotros, masones,
debemos esforzarnos en ser lúcidos respecto a la fe. Ninguna verdad es
definitiva en el campo de nuestra búsqueda, nos permitimos la duda de todo
investigador de la verdad, tanto la nuestra, microscópica como la macroscópica
de muchos otros en el mundo a fin de guardar nuestro espíritu crítico y nuestro
placer en proponernos las cuestiones.
Y para terminar, he
aquí una versión más hermética y enigmática y quizás aventurada y sin sentido.
Como existe mucho de sentido
oculto o interpretable en lo masónico, estas cuatro letras escritas sin vocal, podrían interpretarse en la
escritura hebraica como proveniente de ASMD, o sea “ ASMODEO” ,uno de los nombres de Satán y que significa “ aquel que destruye”. Asmodeo era el
superintendente de los infiernos, el encargado de las mansiones de lujuria; es
la serpiente que apartó a Eva de su destino, pero que también quién tenía a su
cargo enseñar a los hombres la geometría y la astronomía.
Aquel “que destruye” también es el “que inicia”…
Hay suficiente aquí
para provocar aquel grito de horror, de estupefacción.
Que la masonería
perdure con todas sus ambigüedades.
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