Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín, el domingo 26 de agosto.
Existió una relación nítida de amor-odio entre la francmasonería y la plétora de clubes Hell-Fire que surgieron en las Islas Británicas en el siglo XVIII.
Los Hell-Fire Clubs eran una extrapolación teatral y pseudo satánica de los clubes frecuentados por jóvenes de la aristocracia que se involucraban en frecuentes y violentas bromas asesinas contra víctimas infortunadas y total impunidad debida a su posición económica y rango social.
Bebida y prostitución eran las actividades
corrientes en esos clubes y los Hell-Fire llevaron al libertinaje un paso mas
allá agregando misas negras y otros ritos satánicos a su repertorio de
depravaciones.
El contexto, durante el siglo XVII, en que se
formaron los clubes es el mismo que vió la creación y surgimiento de la primera
Gran Logia, órgano de coordinación a cuya sombra creció dramáticamente el
número de logias masónicas, con lo que no debe sorprender que existiera
pertenencia de miembros a las dos organizaciones a la vez.
Los clubes Hell-Fire tomaron su nombre genérico
del primero en su tipo que fue fundado en 1719 por dos prominentes
francmasones: el Duque de Wharton y el Conde de Lichtfield, que se reunía al
principio en la
Greyhound Tavern de Londres y mas adelante en otro sitio
similar para bebedores, George and Vulture ( George y el buitre).
Otro francmasón y amigo íntimo de Wharton, el Conde de Rosse, facilitó la
instalación del Dublín Hell- Fire Club. A su tiempo, Rosse llegó a ocupar el
cargo de Gran Maestre de los masones de Irlanda.
En 1722, el gobierno y la
Gran Logia condenaron las actividades del
Hell-Fire Club y otros similares, por sus acciones de perturbación, con lo que
fue disuelto.
Sin embargo, a pesar de su conocida relación
con el club, Wharton se aseguró la elección como Gran Maestre de la
Gran Logia de Inglaterra y permaneció en
ese puesto desde 1722 hasta 1723.
La administración de Wharton fue mediocre y se
ganó la reputación de pasividad. Su interés por la francmasonería continuó por varios años y su contribución
mas importante fue quizás en 1728 con el establecimiento de una logia en
Madrid. En ese mismo año Wharton, que evidentemente pasaba mucho de su tiempo en
el continente llegó a ser el primer Gran Maestre de la francmasonería de
Francia.
La relación de Wharton con la francmasonería parece haber sido
alternativamente fría y cálida. Antes de convertirse en un “ misionero”
masón en España, Wharton con toda
seguridad había o bien fundado o al menos ser miembro de una fraternidad
rival conocida como la de los “ Gorgomons”.
Los Gorgomons eran abiertamente antimasónicos,
parodiando a la masonería en sus actividades. Así como los francmasones tenían
su leyenda, los Gorgomons pretendían haber sido fundados por el emperador de la China, aunque con toda
probabilidad fueron creados en 1724.
Los francmasones que se unían a los Gorgomons
debían quemar su mandil y los guantes inmediatamente antes de su iniciación
Gorgomon. Los periódicos de la época reportaron que varios conocidos
francmasones, entre ellos el propio Wharton, habían pasado por ese proceso.
Los Gorgomons se reunían en la Castle Tavern de Fleet Street,
Londres, y decían contar al zar de Rusia entre sus iniciados, pero a pesar de
la propaganda parecen haber sido poco mas que una broma antimasónica.
Así se estableció una suerte de patrón para los
miembros de los clubes Hell-Fire ridiculizando a la francmasonería.
La relación amor –odio de Wharton para con ella
no parece haberle perjudicado demasiado en los círculos de poder, puesto que en
1741 se convirtió en Caballero de la
Orden de la
Jarretera.
Los clubes Hell-Fire vivieron un resurgimiento.
El que mas conocemos es el llamado de la Orden de San Francisco ( St.
Francis), por el nombre de su fundador
Sir Francis Dashwood, miembro del Parlamento y francmasón.
Dashwood, junto a otros once, llamados
colectivamente los Doce profanos,
fundaron el club para mediados de 1740 y comenzó su actividad en 1750 en
una abadia cisterciense abandonada, en Medmenham junto al rio Támesis.
Las reuniones se iniciaban con una parodia de
misa negra y finalizaban con orgias, al tiempo que otra variedad de dudosos
entretenimientos en el medio.
Estos franciscanos de Dashwood habían reclutado
a muchos miembros del establishment, incluyendo algunos ministros, canciller de
hacienda e integrantes del Parlamento.
Al lado de Dashwood, entre quienes tenían
membresía en la francmasonería, se contaban el político John Wilkes que tanta
influencia tuvo en la independencia de las colonias americanas, su amigo
Benjamín Franklin, el Caballero D´Eon y el grabador y artista William Hogarth.
El intrigante, espia y cortesano caballero
D´Eon, era un andrógino que provocaba no poca curiosidad en Inglaterra y
Francia.
D´Eón explotaba su reputación y como resultado
podía moverse entre la alta aristocracia.
Este, sin embargo, era un juego peligroso, pues
tal fue la curiosidad por saber cual era su naturaleza que enormes sumas de
dinero eran apostadas, al punto que temiendo ser secuestrado por quienes
desearían acabar con el juego, solicitó y obtuvo la protección del Gran Maestre
de los masones de Inglaterra, Lord Ferrer, que ocupó ese puesto desde 1762 a 1764.
D´Eón realmente era un francmasón miembro de la
logia francesa L´inmortalite de L´Ordre,
y su afiliación a la sociedad de St. Francis parece haber sido marginal, pero
como alguien que se burlaba de las convenciones sexuales, simplemente por ser
quien era, siempre debe de haber sido un invitado bienvenido a las reuniones
del Club.
Uno de los miembros menos privilegiados de la Orden de St. Francis fue
Paul Whitehead, escritor satírico. En colaboración con Henry Carey (
virtualmente desconocido hoy aunque fue quien escribio la letra del himno
nacional), Wnitehead organizó una procesión de mendigos y prostitutas, todos
vistiendo insignias masónicas y siguiendo las mismas calles por las que desfilaría
una auténtica procesión masónica e inmediatamente antes que ella.
El efecto que produjo esta procesión fue
exactamente el buscado por Whitehead y Carey, cubriendo de ridículo a la Fraternidad en los
medios, parodiando una procesión con los “ scalds
and miserables masons” ( masones miserables y arruinados).
En los años siguientes se organizaron bromas de
tenor semejante con resultados que pueden percibirse aún hoy día. En 1747,
después de soportar años de escarnio, la Gran
Logia decretó que ninguno de sus miembros podría desfilar sin
autorización en público vistiendo la regalía masónica.
Irónicamente, esta medida protegió a la Fraternidad del
ridículo pero solo sirvió para ocultarla tras las puertas de las logias
desatando especulaciones aún mas negativas acerca de lo que realmente ocurría
en su mundo secreto.
Un artículo publicado por la
Gran Logia Unida de Inglaterra en ocasión
de su 250th aniversario ( 1717-1967), explicaba a través de la transcripción de
las Constituciones de 1784:
“…la explicación para
esta prudente reglamentación fue que algunos hermanos infieles, descontentos en
su expectativa de lograr altos cargos y
honores en la sociedad, se unieron a un cierto número de bufones de la época en
un intento de exhibir una parodia de la procesión en ocasión de una Gran
Fiesta…”
Esto podría implicar perfectamente que
Whitehead hubiera sido también un francmasón, pues si hubiese sido uno de los
descontentos en sus expectativas de un alto cargo dentro de la francmasonería,
no le hubiese inquietado lo que sucedía dentro de la Orden de St. Francis.
Lo cierto es que, a pesar de la presencia de
muchos francmasones en su orden, Daswhwood y sus asociados, aprobaron de todo
corazón la broma de Whitehead invitándole a unirse a ellos y mas aún en poco
tiempo se convirtió en su Secretario.
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