¿Qué buscaba un Anticuario en la francmasonería?
En 1717, en Londres, no solo se creó la primera Gran Logia, sino que se revivió la Sociedad de los Anticuarios y se fundó la Orden de los Druidas, por parte de casi las mismas personas.
El autor analiza las posibles motivaciones que llevaron a Stukeley, un reconocido anticuario, a ser recibido francmasón.
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Extractado de
Freemasonry Today. Issue 06, Autumn 1998
Título original: Stukeley and the Mysteries
David Haycock reveals what an 18th century
Antiquarian sought in the Craft
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William Stukeley (1687-1765) sin duda fue uno de los mas reputados anticuarios británicos del siglo 18. Además era un Francmasón que había sido iniciado el 6 de enero de 1721 en la Salutation Tavern, Tavistock Street de Londres.
Durante una reunión celebrada en la Fountain Tavern, Strand, en Londres el 27 de diciembre de 1721, se constituyó una nueva logia con el consentimiento del Gran Maestre (el duque de Montagu) y Stukeley fue instalado como su Maestro.
Posteriormente, él recordaba esto:
“ Fuí la primera persona que en muchos años se hacía francmasón. Teníamos gran dificultad para encontrar miembros como para llevar adelante una ceremonia. Inmediatamente después que comenzó a funcionar, ya lo hizo sin el aliento y la locura de sus miembros”
¿QUIÉN FUE WILLIAM STUKELEY?
William Stukeley nació en Holbeach, Lincolnshire, hijo de un abogado.
En 1703 concurrió al Bene´t College (después Corpus Christi College), de Cambridge donde estudió medicina y se interesó en la filosofía natural.
William Stukeley.
En 1717 se mudó desde su hogar en Lincolnshire a Londres donde llegó a ser un Fellow del Colegio de Médicos y de la Royal Society, en la cual trabó amistad con muchas personas influyentes, incluyendo a Sir Isaac Newton con el que, entre otras cosas discutía de gravedad, de astronomía y del Templo de Salomón.
Otro de sus amigos era John, segundo Duque de Montagu, quien fue elegido como Fellow de la Royal Society el mismo día que Stukeley.
El Duque llegó a ocupar el cargo de Gran Maestre de los Francmasones el 24 de junio de 1721.
Stukeley escribió que ese día el Gran Maestre “presentó un antiguo MS. de las Constituciones que había encontrado en el oeste de Inglaterra, con cerca de 500 años de antigüedad” (Surtees Society. Vol I. P.64)
En 1717 Stukeley estuvo involucrado en el restablecimiento de la Sociedad de los Anticuarios, donde sirvió como Secretario hasta que dejó Londres por Grantham en 1726.
En ese lugar “estableció una logia de francmasones que perduró por todo el tiempo que vivió allí”
En una carta a Samuel Gale del 6 de febrero de 1726/ 7, describe como “levantó una pequeña pero bien disciplinada logia de masones”.
Stukeley depositaba sus intereses en las antiguedades y la historia de las religiones realizando un viaje anual para examinar, medir y registrar los antiguos “templos” de piedra de Avebury y Stonehenge en Wiltshire.
Sus dos libros publicados con ese tema en 1740 establecían como un “hecho” su creencia que los Druidas habían sido los constructores.
Los anticuarios en trabajo
Ese interés se reflejó en el relato de la historia masónica publicada en el Libro de las Constituciones (1723) comisionadas por el Duque de Montagu a la pluma del ministro presbiteriano james Anderson (1680?-1739).
Allí se encuentra la noción de que el Oficio de la masonería se propagó desde lugares tan lejanos en el Este con “los edificios célticos erigidos por los primeros galos y por los antiguos britanos que eran una colonia de celtas mucho antes de que los romanos invadieran esta isla” .(Anderson. 1723.pp.27-8)
Pero, ¿este interés histórico compartido habrá sido la única razón por la que Stukeley llegó a ser un francmasón?
En una reseña de su vida publicada en 1753, registró que “su curiosidad le llevó a iniciarse en los misterios de la masonería, sospechando que eran el remanente de los misterios de los antiguos”.
Ese comentario ha sido repetido en todas las referencias a Stukeley y su interés en la masonería, pero lo que él haya querido significar, jamás ha sido en verdad respondido, dejando una brecha en nuestro conocimiento de lo que esperaba ganar con su iniciación.
Pero en los archivos del Instituto Wellcome para las Historia de la Medicina, recientemente he encontrado un ensayo manuscrito redactado por Stukeley en 1735 donde aclara que entendía exactamente por “los misterios de los antiguos”.
El ensayo se titula “Paleografía sacra o Discursos acerca de los monumentos de la antigüedad, que refiere a la Historia Sagrada Numero II. Una disertación de los Misterios de los Antiguos en una explicación de la mas famosa obra de la antigüedad, la tabla de Isis.”
EL DOCUMENTO
Stukeley comienza su ensayo anticuario explicando como “Desde que comencé a interesarme en el estudio de la teología me he tratado de esforzar (es mi temperamento) en llegar a la fuente de origen, tanto como pueda, allí podremos esperar la verdad mas pura y nada sofisticada…”
La ambición de Stukeley era descubrir un “esquema de la primera, antigua y patriarcal religión” que hubiera existido en el mundo antes del nacimiento de Moisés y Cristo.
A pesar de que esta religión original había sido, como creía su amigo Newton, “el mas excelente de los dones del cielo”, pensaba que había llegado a ser corrompida por la humanidad y “sus encantos nativos miserablemente oscurecidos y pervertidos por la superstición y la idolatría”.
Las enseñanzas de Moisés y luego de Cristo habrían servido para restaurar esta religión original.
Por detrás de esa percepción de Stukeley está la aguda conciencia de la tradición neoplatónica y hermética, que declaraba la existencia de una teología antigua y “prístina” familiar a otros eruditos francmasones tales como un Elias Ashmole (quien falleció cuando Stukeley contaba con cinco años de edad).
La función de tal percepción era la de aclarar constantemente era despejar los escombros de la ignorancia- provocada por la tendencia permanente de la humanidad hacia la corrupción- con la promesa de una visión de lo original y verdadero.
En las antiguas tradiciones masónicas, el conocimiento original y primigenio estaba inscripto en pilares o tablas que fueron construidas para sobrevivir al diluvio de agua o fuego.
El H. Ashmole consideraba que la disolución de los Monasterios era uno de aquellos “Diluvios” y que el trabajo del anticuario era primariamente llevar de nuevo a la luz aquello que la ignorancia había hecho caer.
Esa era también la tarea de Stukeley y eso explica cumplidamente su entusiasmo y el de otros hombres ilustrados, por la francmasonería.
Stukeley creía que una de las causas de esa primitiva corrupción “era el asunto de los misterios. Nada fue mas celebrado en la antigua sabiduría que los misterios: en los cuales fue de gran moda que los hombres se iniciaran en todas las edades: y que bajo la cubierta del mas impenetrable secreto y confianza, guardaron el depósito, al que con dificultad podemos acceder a algún conocimiento tolerable de lo que era…”
Los misterios, por tanto existieron a través del mundo antiguo y fue esa religión secreta- un fragmento de la primera religión patriarcal- que Stukeley creía poseyeron los Druidas y deseaba redescubrirlos entre los secretos de la francmasonería.
Pues aunque los escritos mosaicos “contienen la memoria y antigüedad de la política y la religión judaica, no proponen ningún relato regular de la religión primitiva y patriarcal….”
En su lugar, “encuentro necesario y muy útil haber recurrido a la antigüedad pagana de donde puede aprenderse mucho acerca de la corrupción de la verdad y de la vestimenta mitológica que la reviste, y tal fue el oficio del poder maligno que pervirtió la verdadera religión…”
Así es que examinó el propósito de los antiguos misterios:
Ante todo preguntemos:¿ese intento sería lo que le indujo a ser iniciado en esos misterios?
La respuesta sería: “que aprendían de la taciturnidad, o el arte de mantener un secreto, una cosa de enorme uso en el aspecto político de la vida: que cultivaran una inviolable amistad: que enseñaran moralidad y una sublime noción de religión que el resto del mundo podría disfrutar…. La amistad sellada entre los iniciados tomaba el carácter sagrado e inviolable: era hermanos para siempre.
Aquellos que eran iniciados en los misterios debían prestar una promesa, un lazo sacramental en un curso virtuoso tanto en palabra y acción; de acuerdo a ese exacto conocimiento de la religión que ellos aprendían aquí… tal que esos misterios intentaban dar una mejor noción de la deidad y una mejor religión que la profesada públicamente; que era un acto religioso de mayor calidad que el común que se entendía como debida a una influencia divina, en espera de una recompensa.
Todas esas consideraciones dichas son nada mas que corrupción de las instituciones patriarcales y que fueron construidas sobre las bases de algunas solemnes partes de la primitiva y verdadera religión; cuya historia no se ha transmitido particularmente a nosotros…"
"Aquellos que eran iniciados habían dado sus nombres, algun tiempo antes de la ceremonia, suficiente para inquirir acerca de su vida y conversación y buen cuidado se tomaba para confiar un asunto de tales consecuencias en manos confiables, que no lo divulgarían o abusarían de él.
Los candidatos deberían ser personas de buen carácter, libres de cualquier infamia notable, de asesinato aun involuntario o por accidente. Los magos de cualquier clase estaban especialmente prohibidos: y en general toda clase de hechiceros o libertinos… Un guardián se destacaba ante la puerta con una espada desenvainada en su mano, para alejar profanos y que no se acercaran personas que no debían ser admitidas…
El origen de los misterios(como dijimos antes) no es otro que la corrupción de la verdadera religión, cuando comenzaron ( primero) a desviarse de la religión patriarcal hacia la idolatría y superstición y esto sucedió tan pronto como la renovación de la humanidad después del diluvio de Noe….."
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De esas notas escritas en 1736, yo creo podemos coincidir en que la participación en la masonería de la primera parte del siglo 18 de al menos un inglés, se basaba en la percepción de la antigüedad de la masonería, tal que su existencia confirmaba una visión del pasado: la pérdida del conocimiento y la corrupción de una religión antigua, prístina y patriarcal.
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