miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Estaba Anderson en lo cierto? (Parte 2).

Segunda y última parte:

Una revisión de su relato de los primeros seis años de francmasonería organizada.
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Título original:  Was Anderson Right? Who was he?
OSSIAN LANG, Gran Historiador de la Gran Logia de New York, 1932.
Publicado en : http://www.rgle.org.uk/Anderson.htm
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¿Quién fue el Dr. Anderson?

Nuestros hermanos en la Europa continental imaginan a Anderson como una suerte de hierofante quien, bajo la apariencia de una historia fantasiosa, ocultaba misterios que revelarían a los iniciados el sentido de la sabiduría de los cabalistas, alquimistas o muchos otros considerados como los verdaderos ancestros de la francmasonería.

La apelación a las “Constituciones de Anderson” es la apelación a “Sir Oráculo”.
Jamás se les ocurriría referirse a ellas como a las Constituciones de la Primer Gran Logia de Inglaterra; pero por otra parte, existe una tendencia en ver a Anderson como un simple pirata, difuso y nada confiable en la mayoría de las cosas, excepto en los Cargos y Regulaciones, que tampoco le eran propios, sino transcripciones bajo la autoridad de la Gran Logia.

Los Escoceses e Irlandeses toman a las Constituciones “como si” y no tienen problema alguno acerca de la “Historia” ligada al libro.
Quien no conoce a los escoceses podría pensar que el orgullo nacional los habría hecho examinar cuanto archivo antiguo estuviera disponible para fabricar una biografía comprensiva y auténtica.
Sin embargo hasta ahora no han movido una mano. ¿Porqué actuaron así?
Es que Anderson era un escocés y el que había dado a Inglaterra y al mundo entero las Constituciones de la francmasonería. Y eso es todo lo que importa.

Anderson era presbiteriano y pastor de “una congregación compuesta de gentes de la nación escocesa que residían cerca de Westminster”. Las palabras entre comillas aparecen en la primer noticia biográfica satisfactoria, un voluminoso trabajo de:  “Disidentes, Iglesias y Casas de Reunión en Londres, Westminster y Southwark”, publicado por un no masón en 1814.
Disidente- es lo que el “erudito teólogo” Anderson era, por ser un pastor presbiteriano en los primeros días del rey George.
Y no era de buenas maneras el hablar acerca de esas gentes no conformistas.
Esto podría explicar la noche de silencio que envolvió a Anderson por más de un siglo.

Es solamente dentro de los últimos treinta años (Nota del T. Este articulo fue escrito en 1932), que los masones ingleses se han puesto a trabajar con lo que pudieron encontrar para construir una biografía.

En 1910, el H. Alfred Robbins leyó ante la Quatuor Coronati Lodge, un trabajo acerca de “El Dr. Anderson de las Constituciones”( vol xxiii, AQC.)
En ese trabajo se incluía mucha información respecto a Anderson y su extensa obra literaria.
La discusión entre los miembros reveló una profunda falta de interés en que apareciera lo que denominaban el compilador de las Constituciones, como nominado a un nicho en el Hall de la Fama masónico.
El H. Robbins caracterizó al trabajo de Anderson como “imaginativo, fantástico y no histórico”.
Y eso pasó por ser lo justo. Habló de “la terrible industria” de Anderson, que se impugnaba. El título de Anderson de D.D. (Doctor en Divinidad o teología) se cuestionó igualmente, etc.
Sin embargo Anderson fue, como apuntó el H. Robbins, “el constante asociado y ayudante” de Desaguliers, cuya “enorme participación en el origen y desarrollo de la  primera Gran Logia de Inglaterra”,es ampliamente reconocida por todos.

El Duque de Buchan fue su mecenas durante toda su vida.
Mi amigo J. A. Anderson”, escribía Stuckeley en su diario.
La posición y carácter de los hombres que toda su vida fueron admiradores y amigos de Anderson deberían ser suficientes para una crítica prudente.
Es bueno mantener en mente también que una persona debería ser juzgada en el trasfondo del tiempo en el que vivió.
Juzgar a un hombre de hace mas de dos siglos con los patrones actuales de investigación, es antihistórico y anti- transparente.
La vida literaria y las condiciones sociales del Londres del primer tercio del siglo dieciocho tendrían que ser tomadas en cuenta, para hacer justicia a cualquier figura pública de ese período.

James Anderson nació en Aberdeen alrededor de 1680 y se graduó en el Mareschal College, recibiendo posteriormente los grados de M.A y D.D. (Maestro de Artes y Doctor en Teologia).
Entre 1705 y 1710 llegó a Londres donde reunió a un número de sus compatriotas presbiterianos.
La congregación fue bendecida en una iglesia mantenida formalmente por hugonotes franceses, en Swallow Street, donde justamente el padre del Dr. Desaguliers era el Rector.
Veinticuatro años después, una división surgió en su congregación, y Anderson con la suya debió mudarse a Lisle Street en Leicesterfield.
La división parece haber sido producida por su apego al ceremonial lo que le valió ser apodado “Obispo Anderson” por la gente, y por los mas facciosos por “Little Mass John”.(El pequeño Maestro Juan”)

Su producción literaria fue asombrosa, considerando la cantidad de investigación que necesariamente se requirió.
Entre sus sermones publicados, uno fue predicado en el aniversario de la ejecución del rey Carlos I, titulado “No King-Killers” (sin asesinos del rey) que intentaba derribar la falsa suposición actual acerca de los presbiterianos durante la guerra civil, mostrando que la conducta de su gente y de los escoceses en general había sido de completa lealtad a la corona.
El sermón despertó suficiente interés como para solicitarse una segunda edición.
El prefacio revela que personalmente él había estado sujeto a vehementes ataques desde el púlpito y la prensa por principios y practicas antimonárquicas.
La publicación está dedicada al Rev. Daniel Williams, uno de los teólogos más eminentes de su época, por quien Anderson había sido ordenado como ministro.

La esposa de Anderson, Rebecca, le aportó una considerable fortuna, que en su mayor parte se perdió en una orgía de especulación que ocurrió en los finales de 1720, resultando en un desastre para todos los accionistas en el asunto South Sea.

A la par de las “Constituciones”, su obra maestra se tituló “Royal Genealogies” (Genealogías Reales; o las “Tablas genealógicas de emperadores, reyes y príncipes desde Adán a nuestro tiempo”.
Estaba confesadamente basadas en una publicación alemana de Johann Huebnell, pero considerablemente expandida por Anderson e incluía las genealogías y dinastías y “los pares y grandes linajes de las islas británicas”.Ese último trabajo encontró una favorable acogida en Inglaterra. Estaba dedicado a Frederick, Príncipe de Gales. Anderson invirtió siete años de dura labor en el primer trabajo de su clase a tan gran escala, publicado en lengua inglesa.
Aquellos interesados que pueden llegar o viven en la ciudad de Nueva York, hallarán una copia en la Biblioteca Pública .

Para mencionar solo una mas de sus publicaciones, se tiene “Unity in Trinity and Trinity in Unity”(Unidad en la Trinidad y la Trinidad en la Unidad) un tratado teológico por James Anderson  D.D. Capellán, a RT. Honorable David Buchan “.
Fue dedicado a John Mitchell M.D., por razones de “nuestra vieja amistad contraída en la Universidad y que no ha sido interrumpida hasta ahora”.
Sir Richard Ellyes, Baronet, se menciona, pues a partir de la biblioteca de ese renombrado erudito, Anderson obtuvo el uso de muchos libros raros de tradición clásica y oriental, incluyendo varios escritos rabínicos.
No hay necesidad de agrandar la lista. Anderson continuó escribiendo hasta el día de su muerte, en mayo 25 de 1739.
Noticias desde el Eliseo, o Diálogos desde la muerte”, fue publicado después de su fallecimiento.

Los prejuicios parecen haberle seguido hasta la tumba y el The Daily Post del sábado 2 de junio de 1739, contenía una nota concerniente a sus exequias, interesante como información de cómo se  conducían los primeros funerales masónicos:
La última noche fue enterrado en Bullhill-Field, el cadáver del Dr. Anderson, un Maestro Disidente en una tumba muy destacada.
Su Palio era sostenido por cinco maestros disidentes y el Rev. Dr Desaguliers: seguido por una docena de francmasones, que rodearon la tumba; y después que el Dr. Earle, se refirió a la incertidumbre de la vida & sin una palabra acerca del fallecido, los hermanos, en una postura fúnebre muy solemne, elevaron sus manos con el signo y golpearon por tres veces sus mandiles en honor al fallecido”

Su hermano, Adam Anderson (1692-1765) tuvo ventaja sobre él en relación a la exposición a una crítica injusta, por no ser un clérigo y  haber elegido el comercio e industria para su estudios principales.
Fue un experto industrial por su gran trabajo histórico y cronológico en dos volúmenes:  “Trazando el desarrollo social y colonial de los poderes europeos, con referencias particulares a Gran Bretaña e Irlanda
Un apéndice lo dedica a la “Moderna geografía política y comercial de varios países de Europa”.
Interesante para nosotros los americanos es la devoción particular de Adam Anderson
a los asuntos coloniales y uno de los responsables de haber establecido una colonia de ingleses en Georgia.

También contaba con la confianza de la Reina Ana para el establecimiento de bibliotecas parroquiales en casa y en las colonias.
Las actas de la Gran Logia de Inglaterra, bajo la fecha del 13 de diciembre de 1733, registró que “el Diputado Gran Maestre Batson recomendó la Nueva Colonia de Georgia en Norte América a la benevolencia de las logias particulares”
La razón para mencionar a Adam Anderson es para sugerir lo que fue el calibre intelectual de los dos hermanos y qué clase de bagaje educacional deben de haber llevado desde Escocia.
Las críticas, sean constructivas o destructivas, son necesarias para corregir los errores.
El prejuicio jamás benefició a nadie, al menos a todos los que les afectaba.
Eso es porque uno de los objetivos principales de la masonería es emancipar a sus devotos de tales obsesiones y convertirlos en buscadores de mente abierta de la  verdad y  la bondad en todas las cosas.
He caído en la predicación, pero todo lo que buscaba era simplemente tratar de que coincidan conmigo en que tenemos una deuda para con nuestro hermano, el Reverendo James Anderson D.D,  de Aberdeen.
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