jueves, 31 de enero de 2013

Vestimenta y decoraciones masónicas de los Modernos entre 1717 y 1731



 Próxima entrada de la Imprenta de Benjamín, el domingo 10 de febrero.
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Título original: MASONIC CLOTHING, 1717 TO 1731.
Publicado en The Builder, mayo 1925,  conservado en el sitio del Museum of Phoenixmasonry,  www. Phoenixmasonry.org   y reproducido aquí con su autorización.
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En este artículo tomado de The Builder, de 1925 se retoma el tema de la vestimenta y decoración empleada en las primeras épocas de la Gran Logia de los Modernos. Y quizás su interés este en la transcripción de las actas de esa Gran Logia de Londres con las disposiciones tomadas al respecto por el entonces Gran Maestre, el Dr. Desaguliers.
Por otra parte, como referencia adicional pueden consultarse en el archivo de este mismo blog, La Imprenta de Benjamín,  los siguientes trabajos ya publicados:
-Vestimenta masónica, septiembre de 2010.
-Un mandil verde en la primera Gran Logia, mayo de 2011.
-Los colores en masonería, junio de 2011.
-Exagerando la especulación, julio de 2011.
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 Casi no quedan dudas de que cuando se fundó la primera Gran Logia en 1717, la vestimenta masónica consistía en un Mandil o delantal y guantes blancos. En apoyo de esa afirmación tenemos el retrato del primer Gran Maestre Anthony Sayer, pintado por  Highmore y grabado por Faber, ambos francmasones, en el cual puede verse un mandil pero ningún collar ni joya.
Además en el frontispicio de la primera edición del Libro de las Constituciones, publicado en 1723, aparecen mandiles y guantes  sin ningún otra regalía.
De  varios anuncios  en los periódicos a partir de 1721 sabemos que el mandil era de cuero y se usaban guantes blancos. Por ejemplo en uno de esos anuncios se cita que cierto caballlero que había sido hecho masón “ fue por consiguiente investido con el mandil de cuero, una de las insignias de la Sociedad”.
Otro anuncio, este de marzo de 1724, consigna que ciertos caballeros “ fueron aceptados francmasones y se fueron a su hogar con los mandiles de cuero y los guantes”.
Excepto por las actas de la Gran Logia del 27 de febrero de 1727, que consignan que el Dipitado Gran Maestre y los Grandes oficiales fueron “ investidos con los distintas insignias correspondientes a su oficio”- una frase un tanto ambigua- la primera información definida en las actas de que estaban en uso collares y joyas, presumiblemente para distinguir a los oficiales de la logia y seguramente también a los de la Gran Logia, sucedió el 24 de junio de 1727.
En la Comunicación Trimestral de la Gran Logia mantenida ese día se
“Resuelve Nem. Con.( sin discrepancias) que en todas las logias particulares y Comunicaciones Trimestrales  y además en las reuniones generales, el Maestro y los Vigilantes deberán llevar sus joyas pendiendo de una cinta blanca”. El Maestro llevará la escuadra, el Primer Vigilante ( Senior) el nivel y el Segundo Vigilante ( Junior) la plomada.”
En algún momento previo a 1731, los Grandes Oficiales tuvieron que comenzar a rebordear sus mandiles con seda azul. Y es claro que no era una idea novedosa cuando el 17 de marzo de 1731 la Gran Logia emitió ciertas resoluciones referidas a la vestimenta que deberían usar los Grandes oficiales, el Steward, etc.
En las actas de esa reunión se encuentra esto:
“ Habiendo tomado nota el Dr. Desaguliers de ciertas irregularidades en vestir las Marcas de Distinción que habían sido autorizadas en las Grandes Logias anteriores, dispone:
Nota del T.  Cuando en el texto se menciona a Las Grandes Logias , debe entenderse que se llama así a las reuniones periódicas de los maestros de las logias particulares presididas por el Gran Maestre y no a la estructura administrativa que conocemos hoy en día.
-Que nadie sino el Gran Maestre, su Diputado y los Vigilantes puedan llevar joyas en oro o doradas pendientes de una cinta azul alrededor de sus cuellos y mandiles de cuero blanco bordeados con seda azul.
-Que todos aquellos que hayan servido en uno de los tres Grandes oficios puedan vestir asimismo los mandiles bordeados de sedas azul en todas las logias y reuniones de los masones en que deban aparecer vestidos.
-Que aquellos hermanos que son Stewards vistan sus mandiles bordeados con seda roja y sus propias joyas pendientes de una cinta roja.
-Que todos aquellos que han servido en el oficio de Stewards  tengan la prerrogativa de vestir mandiles bordeados con seda roja y ningún otro.
-Que todos los Maestros y Vigilantes de logias puedan vestir sus mandiles bordeados de seda blanca y sus respectivas joyas  con simples cintas blancas pero de ningún otro color ,sea el que fuere.
-El Diputado Gran Maestre pone a consideración la cuestión de las Regulaciones que están mas arriba. Y se decide por la afirmativa Nemine con. ( sin discrepancia)
Las palabras “ bordeados con azul” evidentemente significan bordeado y forrado en azul porque en el manuscrito Rawlinson MSS, que se encuentra en la Bodleian Library, Oxford, se ha preservado una “ orden para mandiles en la Constitución de la Logia en (la taberna de la Cabeza del Príncipe de Orange),  Prince of Orange´s Head, en Mill Street Southwark, preparada por Thos. Batson Esquire, D.G.M. ( Diputado Gran Maestre)”.
El documento está fechado en 1724 y se puede leer:
“ Dos Mandiles de Gran Maestre forrados de seda Garter Blue y bordeados en unas dos pulgadas y con cordones de seda blanca. Dos mandiles de Diputado Gran Maestre forrados y bordeados con  una pulgada y media según lo anterior. Un mandil bordeado con amarillo profundo  para el portador de la espada del Gran Maestre.”
Nota del T. Se refiere al tono de azul  llamado “ Jarretera” ( Garter) por ser el de los ornamentos de esa Orden.
Conviene agregar que en el período que se está considerando, el  Portador de la Espada no era un oficial de la Gran Logia, y sería interesante saber mas de ese extraño color amarillo con que se rebordeaba su mandil.
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domingo, 20 de enero de 2013

El Caballero Ramsay, ¿ un simple aventurero religioso?(I)



Próxima entrada de la Imprenta de Benjamín, el jueves 31 de enero.
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Extractos de la Conferencia presentada por Daniel Ligou, en el 250 aniversario del discurso de Ramsay no pronunciado el 24 de marzo de 1737.
Título original: Ramsay est-il un simple aventurier religieux?Se encuentra en: http://sog1.free.fr/Articles/ArtLigou187-Ramsay.htm
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El nombre de Caballero Ramsay ha quedado asociado a la filiación caballeresca y templaria de los altos grados masónicos en su famoso Discurso. Se extracta aquí el trabajo del investigador francés Daniel Ligou, en ocasión de una conferencia prounciada een el 25º aniversario de aquel, que considera “ discurso no pronunciado” de Ramsay.
Previamente, una breve reseña de los antecedentes y actividad masónica del caballero, tomadas a su vez de una publicación de la Gran Logia de Columbia Británica y Yukon:
-El Caballero Andrew Michel de Ramsay ( 1686-1743), de origen calvinista, se convirtió al catolicismo en 1709. Secretario personal del teólogo Fenelón, arzobispo de Cambrai, y posteriormente de Madame Guyon en Blois, fundadora de la doctrina quietista.
El Duque de Orleans en París le admitió como Caballero en la Orden de San Lázaro y el pretendiente Estuardo le extendió un certificado de nobleza en 1723 registrado por el Rey de Armas de Edimburgo.
En 1724 viajó a Roma y fue introducido a la corte de Carlos Eduardo  Estuardo en calidad de tutor, por Philip, Duque de Wharton, anterior Gran Maestre de la primera Gran Logia de Inglaterra.
En 1729, viajó a Londres donde fue elegido como miembro de la Royal Society e iniciado en la francmasonería.
Ramsay carga con el crédito de haber introducido al linaje de los caballeros Templarios dentro de la francmasonería para crear grados sunplementarios.
Ramsay solamente ofreció una oración en París el 27 de diciembre de 1736 (  que se piensa fue publicada el 21 de marzo de 1737) donde exponía una transmisión directa de los Cruzados a la orden masónica. En realidad, jamás promovió la creación de los llamados altos grados caballerescos, y solo menciona a los Templarios en un escrito póstumo  titulado Philosophical principles of natural and Revealed Religión ( 1749), donde afirma : “Todo masón es un caballero templario”.
Parece ser que una solicitud de Ramsay al Cardenal Fleury, para apoyar a la masonería tuvo como consecuencia  un edicto ineficaz de Luis XV prohibiendo a todos los leales súbditos asociarse con la francmasonería y al papa Clemente XII emitir su bula In Eminenti Apostulatus Specula de 1738, que jamás fue promulgada en Francia.
El historiador masónico Henry Coil, anota: para ser alguien que alcanzó semejante notoriedad, la carrera de Ramsay fue inusualmente oscura”. Fue iniciado el 16 de marzo de 1730 en la Horn Lodge de  Westminster,Londres. Miembro fundador de la Logia Louis l´Argent de París, fue además Gran Canciller y Gran Orador de la Gran Logia de Francia.
( datos extraídos de Ars Quauor Coronatorum, pp 280-315 vol 81 ( 1965), y de AQC vol. 81 ( 1968).
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El artículo de D. Ligou comienza así:
En la actualidad para el historiador del siglo XVIII y particularmente para el especialista de la historia masónica, el caballero Ramsay (Ayr, Escocia, 1686-París 1743) es ante todo, el hombre de un “discurso” célebre considerado como uno de los textos “simbólicos”de la masonería y que aparece con tal título en todas las buenas Historias de la Orden en Francia.
Para la gente de las Luces, era ante todo el hombre de Fenelon, el guardian de la llama “Cambraisiana”en el final del siglo, y de algun modo el heredero espiritual del arzobispo, aún si hoy día sabemos que el retrato que se ha elaborado es falso, al menos parcialmente.
Recordemos,sin exagerar, los episodios esenciales de la vida de Ramsay.
Nació en Ayr (Escocia) en 1686, hijo de un panadero calvinista y madre anglicana, estudió teología en Glasgow y Edimburgo, pero no llegó a obtener mas que el diploma de “Maestro de Artes
En 1709, se unió al ejército de Malborough en Flandes y comenzó una carrera de preceptor de hijos de grandes familias que le pusieron sucesivamente en relación con los Wemyss (1709), Sassenage(1716-23), Stuart (el pretendiente, Roma 1724), Chateau-Tierry (?-1730), Bouillon (1730).
Pero el episodio mas importante de su vida sucede de 1709 a 1715, su reencuentro con Fenelon y la influencia que ejercía sobre él.
Que se hubiera convertido al catolisismo no es de sorprender si se consideran las peregrinaciones religiosas de Ramsay, sucesivamente calvinista, cuáquero y anabaptista y sobretodo, nos lo dice él mismo, soberanamente hostil a la doctrina presbiteriana de la predestinación.
Por otra parte, francamente “estuardista” como buen Escocés y decidido vivir en Francia, todo su interés era el de unirse a la confesión dominante.
No es este el lugar para discutir el problema del quietismo, de sus pro y contra. Ramsay estaba convencido, y la prueba son la visitas que hizo a Madame Guyon en Blois desde 1715 hasta 1717.
En 1723 fue hecho caballero de San Lázaro por Felipe de Orleans, Regente del Reino, lo que le permitió ser tratado de “caballero”y se titula (tal vez sin razón) de “baronet de Escocia”, después “caballero barón” o “caballero abanderado
Puede así desposar en 1735 a una aristócrata inglesa jacobita y católica, María de Nairn ( o Nairne) que le dará dos hijos.
A los ojos de la opinión del pequeño mundo académico, Ramsay es ante todo el discípulo de Fenelon y su ejecutor testamentario.
En su voluminosa tesis de 1917, “Fenelon au dix-huitieme siécle en France”, A. Cherel pone bien en evidencia que son las obras del caballero y particularmente su “Historia de la vida de Fenelon” (1723) y también las ediciones de Dialogos de los Muertos y Diálogos acerca de la Elocuencia, cartas de diversos temas, obras filosóficas( 1718), el Discurso sobre la poesía épica y la excelencia del poema de Telémaco(1717) lo que lo hace conocido del gran público.
El mismo año de 1717, Ramsay había comenzado su obra de apología del prelado con un prefacio a una edicion de Telémaco, reeditado aún en 1734, un Ensayo de política convertido el año siguiente en un “Ensayo filosófico según los principios de M. Francois de Salignac de Lamothe Fenelon, arzobispo -duque de Cambrai”.Esas publicaciones tuvieron un gran éxito y la Histoire fue reeditada en 1725 y 1727.
Todas esas obras no hubieran merecido pasar a la posteridad si no fuera porque ramsay reconstituyó un Fenelon a su manera. Se acentúa mas el carácter místico de la teología del prelado y se pone bien en evidencia su quietismo, que es el resultado de las estrechas relaciones que Ramsay mantuvo en cierta época con Madame Guyón.
El Fenelón de la Histoire es incontestablemente herético y el testimonio de Ramsay demuestra que el catolicismo del escocés no era muy sólido y su ortodoxia algo vacilante.
Una observación a proposito de la tolerancia: tanto en la Histoire como en el Ensayo filosófico
Ramsay falsea completamente el pensamiento feloniano al hacerlo un apóstol de la tolerancia, especialmente en las famosas “misiones” en Saintonge.
Esa leyenda de un Fenelon liberal perdurará hasta mediados del siglo XIX cuando las publicaciones de O. Douen de la Societé de l´Histoire du Protestantisme francais, que muestra, texto en mano, que Fenelon alentaba medidas de fuerza y sobretodo la intervención de los dragones.

Nota del T. Saintonge es una población de la región del Poitu, donde fue comisionado Fenelon despues de la revocación del edicto de Nantes por Luis XIV, para lograr la conversion de los hugonotes, con “guante de terciopelo y mano de hierro”.

En 1727, la reputación de Ramsay como “ literato” fue adquirida por la publicación del “Viaje de Ciro”, imitación mas bien ingenua del “Telémaco” según Cherel, un libro perfectamente soporífero a nuestro modo de ver, pero expresion de un género literario corriente y popular en el siglo XVIII que permitía una crítica social algo ruda bajo la máscara de una utopía, y que no se detiene, pues en 1730 intenta una candidatura a la Academia Francesa. En 1735 publica en dos volúmenes una “Vida de Turenne” que es mejor recibida por el público.
Y ese es el momento en que intervendrá en la historia masónica.
¿Cuándo fue iniciado? La única fecha segura es la de 1730.
Según la revista inglesa Acta Quatur Coronatorum, vol.XLVII ( 1934); p.77, revista de una calidad y seriedad excepcional, tal iniciación se habría realizado el 13 de marzo de 1730 en la Logia “Horn” de Wetminster donde el Duque de Windsor fue el Venerable.
El hecho es indiscutible e indiscutido pero no puede explicar todo. Sobretodo si como Cherel o Pierre Chevallier ven en el Ciro alusiones masónicas y se tiene en cuenta una carta de 1729, descubierta por Mademoiselle Weil que habla de “nuestros sagrados misterios”. Pero aquí, nos hallamos en el mas perfecto dominio de la hipótesis.
J.Brengues deja la elección entre Blois, dentro del entorno de Mme. Guyon- aunque es bastante mas tarde que el quietismo “masonisará”, y la existencia de una logia en Blois despues de 1730 y mas que dudosa- una logia “galicana” en Paris que no podría ser otra que la “ Saint Thomas Num 1”, conocido refugio de jacobitas que aportará a la masonería francesa naciente sus primeros Grandes Maestres, hipótesis tentadora, pero a título gratuito pues ignoramos la composición exacta de ese taller.
Se puede también pensar en el “Gran Oriente de Bouillon”, pero tenemos tendencia a creer que la existencia de esa organización es muy fantasiosa. En cuanto a una logia de Chateau-Tierry de la cual nuestro hombre sería el creador, obviamente no existe traza alguna.
Podría de todos modos admitir, pero sin aportar alguna prueba real que Ramsay pudo haber sido iniciado en la logia “del Gran Maestre” a su regreso de Roma en 1725-1726. pero si tal hipótesis fuera plausible se chocaría con la iniciación de 1730
Pero, en masonería no se reinicia a un hermano que ya recibió la luz y en 1730, los hermanos londinenses afiliados a la Gran Logia de Londres conocian perfectamente la existencia de las logias denominadas “galicanas” de Paris, aunque tenían una tendencia a la cautela por su catolicismo y su estuardismo.
En efecto no sabemos nada de su rol masónico antes de 1736-1737, es decir al momento (27 de diciembre de 1736) cuando Lord Derwentwater sucedió a McLeane como Gran Maestre (de las logias de París, de la Gran Logia de Francia?)
Para el resto, se puede seguir la cronología de P. Chevallier que parece un poco mas segura. Según ese autor, Ramsay dará un “ discurso” el 26 de diciembre en la tenida de una logia particular “la logia de Saint Jean”, es decir muy ciertamente en la logia de la cual Derwenwater era maestro.
Probablemente haya sido la siguiente a la tenida de Gran Logia en que Dewenwater fue elegido Gran Maestre, Mac Leane nominado como pasado Gran Maestre y Ramsay Orador.
Es en esa calidad que retomará la lectura de su discurso en la tenida de Gran Logia el 24 de marzo de 1737, que había sido prohibido por órden superior.

Después de tanto tiempo se conocen las razones por las cuales Fleury, que protegía y pensionaba a Ramsay, había prohibido la reunión y es que podía privar a la Fraternidad de la protección superior de Luis XV.
Pensamos personalmente que los motivos de política exterior fueron esenciales y que el pacífico y anciano Cardenal creía que la actividad de los refugiados jacobitas, bajo la cobertura masónica no le creara dificultades con Londres.
Además la profundidad del sentimiento estuardista entre algunos de esos hermanos podía no haber sido evidente. Ramsay mismo pudo viajar tranquilamente en Inglaterra entre 1728-1730.
No se necesita decir que la acusación de “doble juego” fue aplicada, y quizás sin razón aparente, contra Ramsay.
Esa era la opinión del ocultista Derté( llamado Teder) y de A.Mellor quien, más aun, lo considera psicológigamente anormal sino medio loco. Cherel insiste sobre la actividad de Ramsay en Inglaterra durante los años 1728-1730 y sobre las relaciones que tenía con el “establishment” Hanoveriano después de haberse convertido en miembro de la “Gentlemen´s Society”, al menos en opinión de Gould, y doctor honorario en derecho civil de la Universidad de Oxford, a pesar de la oposición de los maestros mas jóvenes que le reprochaban su catolicismo, que es superada cuando un Dr. King responde que Ramsay era un discípulo de Fenelón, lo que prueba la gran popularidad del prelado del otro lado de la Mancha.
Lo que es seguro es que sin recursos precisos, extranjero y sospechoso, jamás estuvo totalmente libre de sus actos.
En 1728 parece haberse reconciliado con la Inglaterra Hanoveriana lo que permitirá que P. Chevallier afirmara que fue “un instrumento inconsciente- un neblinoso metafísico; no olvidemos, de la política de infiltración de emigrados británicos sobre el continente”
Pero, paradojalmente para un estuardista, es hombre de Fleury, quien lo pensiona. Sus hesitaciones explican los cargos violentos del autor de la Ramsayde, poema mediocre atribuido erróneamente a Voltaire, y que muestra a un caballero estafador literario, hombre de sinceridades sucesivas, sobretodo en materia religiosa que se muestra sucesivamente como “deista y quietista” dependiendo de una pensión, coqueteando con la tumba de “Saint Paris”, lo mismo que con el Journal de Trévoux.
Mathieu Marais, escribiendo a su amigo Bouhier, presidente de Dijon, afirmaba en 1731 que el escocés es “de todos los partidos, del Rey y de la Liga lo que eventualmente le hará ganar un sillón académico”,cosa que, sabemos, no se produjo.
……………………….continúa.

jueves, 10 de enero de 2013

Sociabilidad masónica en el siglo XVIII (2): La República universal de los francmasones. De Newton a Metternich.



Próxima entrada de la Imprenta de Benjamín: el domingo 20 de enero
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Reseña del libro de Pierre-Yves Beaurepaire, publicada por Annie Crepin en
Annales historiques de la Révolution française , 322 . octobre-décembre 2000.
Título original: La République universelle des francs-maçons. De Newton à Metternich.
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Siguiendo con los trabajos del investigador francés Pierre-Yves Beaurepaire relacionados con lo que llama “ el hecho masónico, un hecho social”, traemos esta reseña de uno de sus trabajos que contiene varias reflexiones acerca del sueño de los fundadores de la masonería especulativa, la difusión en el continente europeo y América y el cosmopolitismo de la relaciones fraternales.
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Pierre-Yves Beaurepaire, del cual los lectores de AHRF han podido conocer otros trabajos en el número 137, trae su obra innovadora acerca de la francmasonería con un estilo caluroso y el enfoque pleno de empatía a la vista de las realidades que analiza, no excluyendo  lucidamente  relacionarlas con ideas comúnmente aceptadas y comprendidas por los propios francmasones.

De partida, el autor con gran delicadeza distingue en el prólogo a una sociedad que tiene secretos como es la francmasonería, de una sociedad secreta con la cual con gran frecuencia se la identifica, creando entre aquellos que no son miembros una verdadera fascinación-repulsión que les hacen confundir mitos con realidades.
Un poco mas adelante, el historiador consagra páginas esclarecedoras de  su enfoque, de las fuentes tradicionales de la historia masónica de la que él mismo ha contribuido a mostrar su riqueza para que pudieran leerse sin limitarse a un solo ángulo de visión: archivos particulares de hermanos, correspondencia, periódicos.
Pretende incitar la comunidad de investigadores a sentar las bases de una estrategia colectiva de exploración en red del “ hecho masónico” que según el autor es por completo un “ hecho social” relevante de la historia política, social, cultural y de la historia de las representaciones.

Y en efecto, el libro está consagrado a la utopía que los francmasones elaborarían desde su fundación y que fue su razón de ser: el “ sueño” de una comunicación feliz, pacífica e inmediata entre los hombres, de la cual Pierre-Yves Beaurepaire no deja de mostrar las resonancias actuales en la era de Internet.
Esa utopía entre los francmasones del siglo XVIII se declina desde la ciudad cristiana ecuménica a la Republica universal, en la cual algunos creen vislumbrar los preludios de la Revolución Francesa. Será la Revolución la que en cambio, sacudirá los fundamentos de la utopía.
El autor sigue los avatares del sueño masónico durante el período de transición entre los sucesos de 1789 y el surgimiento de los primeros movimientos liberales y nacionales a comienzos del siglo XIX  cuando algunos- amigos y enemigos de la francmasonería, temerán o desearán que el cosmopolitismo mundano no se transforme en universalismo militante.

Para estudiar el mito, las realidades en las cuales se encarna y la brecha  que existe entre los segundos y el primero, Pierre-Yves Beaurepaire propone al lector “ un viaje a la utopía” o mejor aún el descubrimiento en cuatro capítulos de un triple horizonte: el de la memoria ante todo, porque no existe utopía sin creación o recreación “ de un relato de los orígenes” de la virtud fundatriz, después el del espacio, el microcosmos que representa una logia masónica en el universo, donde los hermanos sueñan imponer su orden en el caos y en fin el de los tiempos históricos que confronta el proyecto francmasón con la Luces radicales y las corrientes de emancipación política de pueblos y naciones.
El primer capítulo ilustra el método del autor que trata de ligar intrínsecamente la historia de las representaciones con la historia de la sociabilidad, develando los propósitos de los francmasones británicos en su intento de volver al pasado.
En las primeras décadas del siglo XVIII nacía un orden que mostraba su diferencia irreductible con el mundo profano para reivindicar su reconocimiento por parte de las elites: la nueva sociabilidad que induce esa creación encuentra su legitimidad en una búsqueda de los orígenes, que es la búsqueda por una identidad.

Al asignar a sus miembros,  de los cuales no deja ser interesante notar que en su mayoría, como el propio Newton eran al mismo tiempo “ anticuarios” de la Royal Society, el trabajo de elaborar una historia en su mayor parte reconstruida que remonta a la masonería al Génesis y muestra que los soberanos, especialmente aquellos que reinaron en Inglaterra desde 1714 siempre habrían sostenido a la masonería, la Gran Logia de Londres pudo apelar a su reconocimiento por el Estado y aún esperar ser el sustituto de una religión de Estado.

Al hacerlo se produjo una protestantización que a la vez fue aculturación ( por un proceso que la francmasonería francesa consumó y le llamá con el galicanismo laicización)

Con una rara penetración, Pierre-Yves Beaurepaire nos deja ver todos los matices y los límites en que se basaba el proyecto de los francmasones. El latitudinarismo, que impregna las Constituciones de 1723 y asimismo a la Royal Society no era  la indiferencia religiosa” como muestran las reservas que tenía Newton por el catolicismo pero defendiendo una religión universal que identifica con el cristianismo.
La República universal de los francmasones no se aparta aún de las utopías cristianas que pretendía recrear la concordia entre cristianos, la francmasonería británica oscila frente “ al otro” entre una semi neutralidad y la tolerancia, en el sentido restrictivo del término.

En los dos capítulos que siguen, el autor muestra como esa república universal intenta encarnar en una sociabilidad que tomando prestadas formas tradicionales y quizás modificándose  hasta el punto de confundirse con ellas, no por eso es menos innovadora, a condición de no olvidar que esa sociabilidad francmasona tiene mas de unanimidad que de democracia.
Una vez mas, la obra no oculta los límites de realización de la francmasonería situadas bajo el signo de la igualdad proclamada y de la desigualdad vivida. La igualdad y la fraternidad reales que cimentaba las relaciones entre masones no podía existir mas que con un reclutamiento previo selectivo que permitiese hacer de la logia “ el templo del entre- sí” donde , por otra parte la igualdad no se establecía mas que por un tiempo restringido, diferente del tiempo “profano”.
Al analizar la génesis de un “taller” y librándose a una tipología de las logias, el historiador prueba precisamente que la plasticidad de esa “sociabilidad-camaleón” que fue el éxito de la francmasonería, la condujo a adaptarse perfectamente a su entorno social, cultural, político y en consecuencia a aceptar los límites sin molestias.
Se filtró por los intersticios de la sociedad de órdenes, trascendiendo sus diferencias y sin atacarlas.

No está en duda, sin embargo, la sinceridad de los francmasones que llevaron a multiplicar las logias en el espacio mundial, aunque fuesen solamente las células de  ese “entre- sí” fraternal que admitía con dificultad o excluía a judíos, musulmanes, mestizos y negros.
La República universal de los francmasones sostenía estrechas relaciones, a menudo sinérgicas a veces de rivalidad, con otras utopías planetarias que florecieron en el mismo momento, la República de las Letras, la de las Ciencia deseada por Condorcet, la República del Comercio de Adam Smith y también con sus encarnaciones o sus imitadores, el refugio de los hugonotes, el negocio internacional.
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.Tomó cuerpo con realizaciones tales como la correspondencia, el certificado masónico, pasaporte, la tentativa de definir un derecho y una ciudadanía masónicas donde ya se percibe la oposición entre una concepción internacional y un enfoque universal de principios de organización de la humanidad que será uno de los grandes debates .. en 1945.
De todas maneras, la francmasonería asegura al siglo XVIII un entramado del espacio europeo sin equivalente: la única institución que puede comparársele será la Iglesia Católica.

El ultimo capítulo muestra como la francmasonería queda atrapada entre el Antiguo Régimen y la Revolución, su cosmopolitismo era negativamente percibido tanto por los jacobinos como por la Santa Alianza que tal vez no deseaban captar su herencia a riesgo de falsearla.
La República universal de Anacharsis Cloots y la Europa mística y cristiana de Mme. de Krudener nada tenían que ver los francmasones.
Pero al  mismo tiempo, la francmasonería parece politizarse y favorecer el despertar de las nacionalidades ofreciendo a sus dirigentes un marco privilegiado donde pudiesen articular su proyecto nacional con el proyecto universalista de una confederación de amigos de la Libertad. Con un destacable sentido de los matices, el autor estudia las aparentes semejanzas y las diferencias reales entre las logias y las sociedades secretas que propagan las Luces radicales y reciben a los jacobinos europeos, los carbonarios y los campeones de la emancipación nacional en Europa y América latina, puesto que hay pasaje entre ellos gracias a dus formas de organización y sobre todo a causa de una minoría de hombres que fueron- además- francmasones liberales. Es incontestable con todo, que globalmente la francmasonería ingresa por su parte al campo de la política y abandona el dogma de la no intervención.
La laicización de la caridad masónica y su mutación en filantropía entraña un compromiso creciente de los masones por la ciudad y su voluntad de transformar la economía, la sociedad, el Estado.
Esta obra es acompañada de un índice muy útil para la lectura de esta nueva “ piedra” aportada  al Arte Real por Pierre-Yves Beaurepaire.
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Referencias:
Pierre-Yves Beaurepaire: La République universelle des francs-maçons. De Newton à Metternich, Rennes, ediciones Ouest-France, 1999. Colección “ De memoire d´homme: l´histoire”.
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