jueves, 17 de octubre de 2013

Ah Señor Mi Dios! (REAA)



Próxima entrada de la Imprenta de Benjamín, el domingo 27 de octubre.
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Título original:
Ah Seigneur Mon Dieu!
Fuente: L´edifice.net. Publicado en el blog Hauts grades maçonniques y reproducido con su autorización.
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En el periódico The Scots Magazine, del  día 28  de marzo de 1739 , se publicó el obituario relatando el enterramiento del pastor James Anderson, en el cementerio de Bunhill Fields y sigue diciendo:…” ”. Su ataúd fue llevado por sus colegas de oficio y el propio Désaguliers. Alrededor de una docena de masones rodeaban la tumba….. Después, “en una postura solemne y sombría”, los masones levantaron sus manos y golpearon tres veces sus mandiles en honor al difunto”.
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Grabado del Duncan Masonic Monitor 
Dice el artículo:

Ese signo de tristeza, o de horror, del tercer grado de nuestro rito es para sorprender. Se llega al final de un largo proceso desde la entrada a la Cámara del Medio... para acabar por la elevación de los dos brazos por sobre la cabeza, con los dedos tendidos y abiertos y finalizando por la bajada brutal de las dos manos golpeando sobre el mandil; la figura a mi modo de ver, marca dos sentidos bien diferentes: la sorpresa y el desaliento, todo pronunciado en esta corta y sibilina frase : A/S/M/D.

Debe recordarse que el signo del Maestro nos recuerda el pasaje, en ese caso desde la iniciación, al descubrimiento del lugar de sepultura del Maestro Hiram por los 9 Maestros enviados por Salomón.
La semántica masónica no indica nada oscuro en la jerarquía de esa frase. El ritual escribe las primera letras de cada una de esas palabras, A,S,M,D en mayúscula y seguidas por los tres puntos reglamentarios (A.: S.: M.:D.:) lo que nos da una cierta indicación de la importancia individual de cada palabra y sobretodo del tono o ritmo a darle a la pronunciación de esas 4 palabras.
La “A” debe ser obligatoriamente seguida de una “H”. Esta interjección expresará así una viva emoción y dará mas fuerza al resto de la frase que sigue. Así que entonces el ritual nos pide tener una expresión de sorpresa y por eso se escribe “Ah! “, pero eso es un detalle y el resto nos abre un vasto dominio de investigación, de interpretación y desarrollo. La frase o bien debe ser dicha de una sola vez, es decir “ASMD” sin coma ni separación o bien puede ponerse una coma después de Señor (AS, MD) cambiando por completo el sentido que se le pudiera dar los términos de Señor y de Dios.
En la primera forma de pronunciar, sin hacer una pausa, puede considerarse que Señor y Dios no son más que uno. Esta frase, y su sentido místico, nominando  a Dios implícitamente como nuestro Señor, derogaría el principio de universalidad y de libertad que damos a la noción de Gran Arquitecto del Universo.

Por otra parte, las Constituciones de Anderson, las de 1723, sobrepasaban, con coraje para la época, al juramento de lealtad que los masones operativos debían prestar a la iglesia y a la trinidad dogmática en las corporaciones de oficio, para dar lugar a que cada uno expresara su libre opinión.
Pero, aunque nos reclamemos como parte de la sabiduría del Maestro Hiram, y aún si lloramos su desaparición, no  celebramos ningún culto.

No, no se trata de volver a un conjuro, un encantamiento y eso a pesar de que la muerte esté presente. Esa muerte simbólica, revivida por los pasos y la gestualidad del maestro, es un homenaje al final brutal de una vida y debe reflejar nuestra tristeza y llorar por la palabra perdida, o también significar la esperanza y la alegría de pensar que Hiram mereció partir para el Oriente Eterno donde reposará indefinidamente, con la obra completada, habiendo obtenido el conocimiento supremo.
Nuestro rol será entonces ir a la búsqueda de las palabras reales. Esa actitud de enfrentar a la muerte confirma que nuestra necesidad no es la de someternos ciegamente a un Señor o a un Maestro. Así es que deberemos pronunciar la frase en otra forma.

Será necesario entonces un momento de pausa luego de la palabra Señor:“ Ah Señor,… mi Dios” a fin de separar bien los dos términos. En ese caso preciso, ¿qué sentido puede darse a esas palabras de Señor y de Dios?.

Mi bien amado H. Quillet es muy mezquino de los sentidos y no da más que la etimología latina de la palabra “ Seniorem”, acusativo de la palabra Senior que finalmente dio Sir y Monsieur.
Yendo mas lejos, en hebreo el origen es Adon que significa Maestro, transformándose en Adony, forma de cortesía para dirigirse al rey pues Adonaï se adjuntaba en los primeros tiempos al tetragrama YHVH, y finalmente solo, cuando por respeto, el nombre divino ya no fue pronunciado más.

En griego, el origen es Kyrios, el Maestro de la Casa. Los griegos, hombres libres, no utilizaban palabras especiales para hablar de los dioses del Olimpo. Solo la liturgia cristiana pronunciada en griego antes de que se prefiriera el latín, ha retomado esa palabra. Hoy en día la tenemos todavía en la expresión “ kirie eleison, christe eleison” “ Señor ten piedad” repetida por todos 9 veces en el ceremonial.
El sentido de “ kyrios” cambiará en algunos siglos de preeminencia católica. Los evangelios ( o su traducción) no son claros en cuanto a la designación que resulta:
¿Se dirige a Dios o a Jesús al evocar kyrios?. Pablo escribió Kyrios Jesous, pero parece seguro que era para desafiar al emperador de Roma, que ocupaba Israel  y al que se llamaba Kyrios Kaiser. Finalmente la palabra “ Cristo” prevaleció para designar a Jesús.
Así, Hiram y su leyenda desea ser un ejemplo para todos nosotros, Nos ofrece su muerte, nos indica claramente el camino a seguir gracias al empleo de las herramientas tradicionales que merecen ser afiladas para precisar y sublimar en lo sucesivo.

Jamás Hiram deseó convertirse en Dios y ser idolatrado. En la expresión que hoy nos ocupa, Señor, es más bien el Maestro, Maestro de la Mansión, Maestro del Templo, Maestro Constructor y reconocido allí por todos y antes honrado por sus cualidades  llevando en perpetuación de su memoria el titulo de Señor.
Para mí, está claro que el Gran Arquitecto no es el Dios de las religiones del Libro. Pero el espíritu religioso del XVIII no puede en absoluto ser comparado al nuestro. En esa época la salvación solo podía hallarse en la religión. Era tan importarte no apartarse de esa regla tácita que todavía nuestras Constituciones evocan imperativamente no ser un ateo estúpido.

En su diccionario filosófico, Voltaire pudo escribir:
“ Toda nueva secta fue acusada de asesinar niños y todo filósofo que se apartó de la jerga de la escuela, acusado de ateísmo”.
Así fue como los filósofos y los instigadores del movimiento masónico del XVIII serán los iniciadores de abandonar la dependencia de la religión.
 Dios permanece como omnipotente, es cierto, pero la ley moral, la filosofía, la razón se van imponiendo lentamente  a la creencia ciega y servil.

 La filosofía, obviamente, no puede probar la existencia de Dios, pero la Ley o el Deber están allí para la realización de la obra. En la apertura y en el cierre de nuestros trabajos, glorificamos al Gran Arquitecto del Universo. Creemos más o menos implícitamente en una organización trascendente del caos hacia el orden, así como la creación de la luz por la apertura del Libro en el prólogo de Juan.
Voltaire: “ -No puedo pensar que exista un reloj y que no haya un relojero”.
Entonces puede establecerse una relación entre el Gran Arquitecto del Universo, constructor del universo, con Hiram, constructor del templo regido por las leyes de la geometría y la belleza, exigiendo por esa causa que cada uno de nosotros sea constructor de la piedra viva.

No tengo la intención de daros una definición de Dios. Cada uno debe conservar su opinión.
La creencia es una persuasión íntima. Es una visión personal, que guarda por naturaleza un carácter hipotético. Pero no quiere decir que una creencia no pueda estar fundamentada.

Y el propio Voltaire es quien nos pone en guardia, el exceso de fe, provoca la intolerancia.
“-¿Qué responder a un hombre que os dice que ama obedecer a Dios antes que a los hombres y que, en consecuencia, puede merecer el cielo si os mata?”

Todo nuestro enfoque masónico se vuelve una búsqueda de la  luz, se vuelve una búsqueda de la Verdad. “Un masón libre está obligado por su estado a conformar con la Moral y no será jamás ni un ateo ni un libertino sin religión”. Tal es una parte de nuestros estatutos. Dicho esto, la fe religiosa es la adhesión a un corpus revelado, que supone una adhesión sin falla a una doctrina.

Nosotros, masones, debemos esforzarnos en ser lúcidos respecto a la fe. Ninguna verdad es definitiva en el campo de nuestra búsqueda, nos permitimos la duda de todo investigador de la verdad, tanto la nuestra, microscópica como la macroscópica de muchos otros en el mundo a fin de guardar nuestro espíritu crítico y nuestro placer en proponernos las cuestiones.

Y para terminar, he aquí una versión más hermética y enigmática y quizás aventurada y sin sentido.
 Como existe mucho de sentido oculto o interpretable en lo masónico, estas cuatro letras escritas sin vocal, podrían interpretarse en la escritura hebraica como proveniente de ASMD, o sea “ ASMODEO” ,uno de los nombres de Satán y que significa “ aquel que destruye”. Asmodeo era el superintendente de los infiernos, el encargado de las mansiones de lujuria; es la serpiente que apartó a Eva de su destino, pero que también quién tenía a su cargo enseñar a los hombres la geometría y la astronomía.
Aquel “que destruye” también es el “que inicia”…
Hay suficiente aquí para provocar aquel grito de horror, de estupefacción.
Que la masonería perdure con todas sus ambigüedades.
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