jueves, 5 de julio de 2012

¿FRANCMASONERÍA o FRANCMASONERÍAS? Parte II y última.


Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín: domingo 15 de julio.
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Es continuación……..

 
Una nueva diferencia, consecuencia de la organización diferente de las logias de Escocia e Inglaterra, que hemos evocado antes, aparece en Gran Bretaña y se desarrollará sobre suelo de Francia.
En el momento de su creación, la Gran Logia de Londres no conocía mas que dos grados, aprendiz y compañero, la noción de maestro estaba reservada al Venerable Maestro de la logia, en tanto que en Escocia había muchos maestros en cada logia, y que un grado específico existía para la maestría. Un manuscrito escocés de 1700 y uno irlandés de 1711 lo muestran de manera convergente e irrefutable. En Francia, el 11 de diciembre de 1743 los seguidores de la línea Andersoniana publican los Reglamentos Generales extraídos de los antiguos registros de logia al uso de las de Francia, reproduciendo en su casi totalidad las Constituciones de Anderson, y aquí esta la evidencia, no se conocían ni reconocían como legítimos mas que a los dos primeros grados.
Entonces, en 1737, Lord Derwentwater, “Gran Maestre de esa orden y jacobita además”, envía al barón Carl Fredrik Scheffer un poder para Suecia de “ hacer maestros masones y nombrar a los maestros y vigilantes de las logias que constituya”.
Acerca de ese mismo tercer grado, un documento de los archivos de la Gran Logia de Suecia confirma que “el barón Scheffer recibió ese año, además los otros dos grados de San Juan así como los dos grados escoceses”.

La masonería que llamamos escocesa y su recorrido hasta el tercer grado, existió en Francia gracias a ese movimiento escocés y jacobita y no le debe nada a la francmasonería andersoniana importada por la Gran Logia de Londres.

Pero, en los siglos que siguieron, las cosas no fueron así tan simples.
En 1773, bajo la presión de su nuevo administrador general, el Duque de Montmorency-Luxembourg, la Gran Logia de Francia decidió cambiar de estatus y denominación, convirtiéndose en Gran Oriente de Francia.
Según el estudio de Claude Guérillot, solo 176 logias sobre 417, decidieron pertenecer al Gran Oriente, y una mayoría de logias optaron por mantener la Gran Logia de Francia.
Pero el esfuerzo de reclutamiento ya no sería el mismo y a la víspera de la Revolución Francesa había 780 logias en Francia: 537 por el Gran Oriente de Francia donde la mitad eran escocesas, y 243 por la Gran logia de Francia con un tercio de escocesas.
La francmasonería saldrá exangue de la revolución: 30 logias solamente para toda Francia, y los sucesivos regímenes, Primer Imperio, Restauración, Segundo Imperio, intentaron mantenerla unificada y por tanto controlable, bajo la égida del Gran Oriente de Francia que se declaró resueltamente Andersoniana, pero las pocas logias escocesas supervivientes, principalmente de Provenza y París fueron de la resistencia. Las logias escocesas de Francia, bajo la égida del Supremo Consejo de Francia y de una efímera Gran Logia General Escocesa, marcaron de nuevo en 1804 su adhesión a la antigua tradición escocesa e irlandesa adoptando para los tres primeros grados los rituales directamente inspirados en los de la Gran Logia de los Antiguos de 1751, aún en uso en nuestros días.

El siglo XIX verá la evolución y la fijación definitiva de esas corrientes.
En Inglaterra y en los Estados Unidos, la francmasonería antigua y moderna se reunieron en 1813 conservando un modo de dirección, de reclutamiento y de funcionamiento en su casi totalidad andersoniano, pero adoptando de los Antiguos la obligación de la creencia en un Dios revelado.
Esa francmasonería anglosajona no introducirá jamás en sus logias los momentos de discusión y de intercambio , a favor de una reunión de mesa, quedando de este modo una suerte de francmasonería de club muy orientado a la beneficencia.
En cuanto a la francmasonería francesa pronto aparecerá en sus logias un documento e 1738 atestiguando los momentos de trabajo acerca de algún tema, de discusión e intercambio que llegó a ser rápidamente el corazón de las reuniones masónicas.
En Francia, la corriente Andersoniana, bajo la égida del Gran oriente de Francia y la corriente escocesa evolucionaron en forma muy diferente en lo que concierne a la relación con la religión o la espiritualidad y en lo que concierne a los objetivos de la francmasonería.
En lo concerniente a los objetivos de la francmasonería, y a riesgo de caricaturizar un poco, puede decirse que el Gran Oriente de Francia puede ser que en razón de sus relaciones estrechas con los sucesivos poderes, haya desarrollado en sus logias un interés muy vivo por los problemas de la sociedad, y a un nivel nacional busca pesar sobre el poder para hacer avanzar las soluciones progresistas que preconiza.
La tercera república será el ejemplo.
En cuanto a la francmasonería escocesa, mas discreta, se consagra principalmente al progreso y la educación del francmasón mismo. Eso no significa que esos masones escoceses no hayan tenido en su momento una influencia decisiva sobre una sociedad aún en plena evolución, pero eso ya fue y hoy todo se hace mas bien a título individual.
En el dominio espiritual, desde antes de la revolución, todas las corrientes de la francmasonería cohabitaban sin distinción con la noción de Dios con la del Gran Arquitecto del Universo, usando en sus textos, según los momentos, sea una, sea otra, sean las dos al mismo tiempo.
Bajo la influencia del positivismo reinante en la segunda parte del siglo XIX, la francmasonería fue obligada a precisar su pensamiento en esos dominios, arribando para los años 1875 y 1877 a posiciones bien distintas.
En 1877 el Gran Oriente de Francia no solo abandonó la noción de Dios, sino que decidió no imponer mas a sus logias la referencia al Gran Arquitecto del Universo.
Hasta hoy ese término está ausente en los textos del Gran Oriente, haciendo prueba en todas ocasiones de una laicidad, que llaman militante.

La francmasonería escocesa, por su parte, abandonó progresivamente en el curso del siglo XVIII su catolicismo inicial, abriéndose a los protestantes, y después de comienzo del siglo XIX a numerosos fieles de la religión de Moisés.
Proclamó a principios de 1875 su adhesión a un principio que trasciende al hombre: “ la
francmasonería proclama como lo ha proclamado desde su origen, la existencia de un principio creador bajo el nombre de Gran Arquitecto del Universo. No impone ningún límite a la búsqueda de la verdad y para garantizar a todos esa libertad es que exige a todos la tolerancia”
Adolphe Cremieux, varias veces ministro de la República, Soberano Gran Comendador y Gran Maestre de la francmasonería escocesa de Francia, pero también presidente de la Alianza Israelita Universal, escribía en 1878: “ La masonería no les preguntará si son católicos, protestantes, judíos, mahometanos. A los hombres para los que la religión es el consuelo supremo, la masonería les dice: cultivad vuestra religión sin obstáculo, seguid la inspiración de vuestra conciencia; la francmasonería no es una religión ni un culto. La masonería de hoy día vive sobretodo para el espíritu, y cuando dice a la gloria del gran arquitecto del universo está reconociendo la fuente de esa inteligencia que dirige el mundo en cuyo seno vivimos. El espiritualismo es el fondo verdadero de la masonería”.
Hoy diríamos: “ la espiritualidad es el fondo verdadero de la francmasonería escocesa”.
En 1913, Edouard de Ribaucourt, apoyado en la logia L ´Anglaise de Burdeos reintroducirá en Francia la francmasonería Andersoniana anglosajona y creará la Gran Logia Nacional Independiente y Regular que devino en nuestros dias en la Gran Logia Nacional Francesa.
Vemos así que cohabitan hoy día en Francia tres corrientes de la francmasonería que yo
esquematizaría o caracterizaría así:
La francmasonería andersoniana moderna conducida en particular por el Gran Oriente de Francia que trabaja para el mejoramiento material y moral de la humanidad a través de un humanismo social y laico; la francmasonería andersoniana anglosajona que exige la creencia en un Dios revelado, y que no realiza trabajos de reflexión en común poniendo el acento en la caridad, y nuestra francmasonería, la francmasonería escocesa, que trabaja por el mejoramiento interior de sus miembros en una espiritualidad libre de todo dogma, y donde su principal representante es la Gran Logia de Francia.
Esa espiritualidad libre es la que permite a cada uno acceder a la Trascendencia sin abdicar de la lógica de su pensamiento y su vida, respondiendo perfectamente   a esa necesidad confusamente percibida de “ esa locura sentimental que sueña con estrellas y velos” , que no se satisface mas con el materialismo y la friebre de nuestra sociedad de consumo, pero que ha dejado atrás los dogmas y los misterios de la religión de sus padres.
El occidental del siglo XXI ha liberado su pensamiento de los dogmas de la religión, pero abandona todavía su inteligencia a los dogmas del pensamiento único propagado por la opinión pública, su corazón y su cuerpo a las pulsiones de la sociedad de consumo puesta en marcha por los medios.

De eso con seguridad es que proviene el desencanto del mundo y la desesperación. El pensamiento libre, pero aquel en búsqueda de “ las colinas eternas” del espíritu que propone nuestra francmasonería, aporta una respuesta perfectamente adaptada.
Ese es, creo yo, el mensaje espiritual que tenemos la imperiosa necesidad de transmitir y sin duda, el corazón de lo que forma verdaderamente la toma de palabra de la Gran Logia de Francia.
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