domingo, 20 de abril de 2014

Francia, siglo XVIII: Princesas de la Sangre, hermanas en la masonería de Adopción. (IV y último).

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Sello de la Logia La Candeur



La Duquesa de Chartres fue la tercer princesa de la sangre en ligar su prominente nombre a la francmasonería.
Louise-Marie- Adelaide de Bourbon Penthiévre era la hija del Duque de Penthièvre y de Marie- Therese-Felicité d´Est y hermana de la Princesa de Lamballe. Ella casó con el Duque de Chartres en abril de 1769 a la edad de dieciséis años, y se convirtió en Duquesa de Orleans en  1785 a la muerte del Duque de Orleans, padre del Duque de Chartres.

La Duquesa de Chartres llegó a ser un francmasón en 1777. En ciertas áreas, rspecíficamente su deseo de una cercana amistad con otras mujeres y su devoción a la caridad, tienen mucho en común  con su cuñada, la Duquesa de Bourbon y la Princesa de Lamballe; y en aquellas dos áreas ciertamente que derivaron un gran beneficio por su asociación masónica.
Si la Duquesa de Bourbon y la Princesa de Lamballe estaban dedicadas a tareas de caridad, la Duquesa de Chartres puede ser descripta como obsesionada por ayudar a los menos afortunados. Había comisionado a su peluquero, M. Regnol para encontrar familias indigentes. Mientras arreglaba su tocado cada día, le informaba sobre los pobres que iba encontrando la noche antes y tomaba sumas apropiadas para repartirlas entre ellas. (29)
Ella realizaba viajes alrededor de su lugar de residencia y por el país para encontrar a los viejos, huérfanos y familias numerosas.  Y siguió la misma práctica cuando viajaba a otras ciudades de provincia y aun a países extranjeros. (30).
Era especialmente sensible a las necesidades de las mujeres pobres. Cuando en una ocasión un borracho le pidió asistencia, ella descendió del carruaje pero ignorándolo ordeno a sus sirvientes averiguar la condición de la esposa e hijos del hombre. Cuando le informaron que la familia estaba en la mayor necesidad, envió dinero directamente a la familia del bebedor.(31)
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28.Fortaire, p. 159, and Mme. Guénard, Mémoires historiques de Marie-Thérèse-Louise de Carignan, Princesse de Lamballe, 4 vols. (Paris: Lerouge, 1801) 3:26.
29.E. Delille, Journal de la vie de SAS Madame la D.sse d’Orleans, Douairière(Paris: Blaise, 1822), p. 17.
30.Ibid., pp. 20 and 35-6
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En tiempos de gran hambruna, pudo ser de gran ayuda: durante cuatro meses del invierno de 1788, desastroso para la agricultura, la duquesa distribuyó más de 250 cargas de madera, 6500 libras de alimentos y 36000 libras de pan (32). El deseo de aliviar el sufrimiento humano de toda clases era fundamental a su carácter. Aún la Revolución no pudo con su entusiasmo caritativo; la generosidad continuó. Cuando fue arrestada y encerrada en 1793 y la riqueza de los Borbones secuestrada, se consolaba con el pensamiento de que todavía le quedaba “alguna riqueza para compartir con el pobre”(33).

Cuando el levantamiento en masa de ese año, los soldados que requisaban pasaron cerca de la residencia de la duquesa un cálido dia y se detuvieron a beber agua de una fuente, la duquesa se preocupaba de que los jóvenes bebieran agua caliente en semejante día, así que les envió vino procurando una botella para cada uno.(34).
En los últimos años de su vida, la duquesa gastó enormes cantidades en caridad. Uno de los residentes de EU, escribió en 1818 que durante una visita a la duquesa, “cada momento estaba marcado por innumerables amabilidades; la mas abundante caridad  se derramaba en el corazón de todas las familias indigentes”.(35)

El amor por sus amigos íntimos fue otro rasgo a lo largo de su vida del carácter de la Duquesa de Chartres. Su secretario personal, E. Delille, escribió una tocante historia acerca de un amigo de la infancia, Mme. De Montigny, quien permaneció como su alma gemela a través de sus vidas. Cuando la Duquesa de Chartres dio a luz una bebé obtuvo permiso del Rey para llamarle Eugene, como su amiga de la infancia, una promesa que había hecho a Mme.De Montigny durante sus años escolares.(36).
Muchos años después, ya en el final de sus vidas, Mme. De Montigny, entonces Baronesa de Talleyrand fue generosamente recordada en el testamento de la duquesa.
Esctibe la Duquesa: “ en consideración de la inviolable relación que ha existido entre ella y yo desde nuestra infancia”: Ella le legaba a su amiga una propiedad en Ivry, un diamante de veinte mil francos, una renta vitalicia de doce mil francos, una renta de seis mil francos para su hijo mayor, tres mil francos para su segundo hijo y otros tres mil para su tercer hijo.(37).

La Reina de Nápoles, la Condesa de Ecqueville y la Condesa de Nord eran mujeres cuya amistad llegó a ser muy importante para la duquesa en varios momentos de su vida. Las dos primeras eran activas francmasones. La Duquesa de Chartres también se sentía muy cercana a su cuñada, la Duquesa de Bourbon y a la princesa de Lamballe. Disfrutaba de su compañía y en ocasiones realizaban viajes juntas dispensando caridad a lo largo de la ruta. Cuando una tenía un problema, las otras dos viajaban cualquier distancia para consolarla. La Duquesa de Chartres parece haber implorado tal acompañamiento y la amistad en teoría también era de su interés.
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31.Vie secrete de Louise-Marie-Adelaide de Bourbon Penthièvre, Duchesse d’Orléans, avec ses correspondances politiques (London: Werland, 1790), p. 82.
32.DeLille, p. 48-9.
33.Ibid., p. 61
34.Ibid.
35.Ibid., p.180
36.Ibid., p. 37-8
37.“1er Testament de Son Altesse Sérénissime Madame la Duchesse Douairière d’Orléans” (6 Juin 1821), Collection of the House of Orléans 300 AP I 800, A.N.
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Debe de haber pensado  en ese tema con frecuencia pues en la cara interior de un periodic l duquesa pegó hacia 1790 pequeños recortes, uno de los cuales se refería a la amistad. Había sido cuidadosamente copiado y marcado los pasajes de algún sentido particular para ella.(38)a ella.
La caridad y la amistad fueron entonces los dos pilares de la francmasonería de mujeres que la Duquesa de Chartres pudo haber encontrado atractivos. No era una mística como la Duquesa de Bourbon o una defensora de las Luces como la princesa de Lamballe. Era intensamente religiosa, devota católica y lo fue toda su vida. Estaba familiarizada con los filósofos y con los líderes místicos, pero su guía le llegaba de los sacerdotes, obispos y arzobispos. No era una demócrata en política ni una desadaptada en la Corte. La Duquesa de Chartres sin embargo tuvo en su vida una variante que su cuñada no disfrutó, un matrimonio relativamente feliz desde los 1770 a los 1780s y su atracción por la francmasonería vino primariamente desde esa dirección.

En el anónimo titulado Vida secreta de Louise- Marie-Adelaide de Bourbon Penthièvre, Duquesa de Orleans, el autor escribe que “ su marido era un dios para ella. Cuando llegaba, su alma  consumida en una melancolía enfermiza  se llenaba de sentimientos de alegría y placer”.(39) Había amado al Duque desde el primer momento en que se encontraron. El Baron de Besenval escribió: por años, después del casamiento, la duquesa cerró los ojos a las fallas de su esposo, tan obvias para el resto de la Corte. Aún el Rey había prevenido al padre, el Duque de Penthiévre de la mala reputación del Duque de Chartres (41) .
Como muchos hombres de la Corte, el Duque de Chartres tuvo numerosos “affairs”, de los cuales solo dos llamaron la atención de su esposa. Sin embargo el daño fue muy profundo. Uno fue con Mme. De Genlis, la gobernanta de su hijo y el otro con Mme. de Buffon, esposa de Georges-Louis –Marie Leclerc de Buffon.

En parte esas infidelidades llevaron a la separación del Duque y la Duquesa de Chartres, entonces de Orleans, en 1791. Antes de que la Duquesa de Chartres descubriera las infidelidades de su marido, era sin embargo la perfecta madre y esposa y en apariencia totalmente feliz con su vida marital. El ingreso a la francmasonería fue, y probablemente el mismo de muchas mujeres de Francia, debido a que su esposo así lo deseaba.
Én su caso, su marido había sido Gran Maestro de la francmasonería francesa por muchos años y las logias de adopción se habían convertido en parte importante de la estructura. Su insistencia en que su esposa llegara a ser un masón es significativa.
A pesar de que los historiadores masónicos han retratado a las logias de adopción como sociedades creadas para apaciguar mujeres furiosas, un juguete arrojado a las mujeres por los hermanos a que ellas acosaban, y si en los primeros años esto pudo tener algo de cierto, no es en absoluto la historia completa.
Para los 1770s y 1780s, las logias de adopción se habían convertido en organizaciones sociales significativas, ilustradas por el hecho que el hombre más poderoso de la francmasonería de Francia, el Duque de Chartres, insistió en que su esposa se uniera a la organización. La secretaria privada de la Duquesa de Chartres escribió que el Duque deseaba que la Duquesa fuera recibida en la francmasonería…
Aunque esta ceremonia no era de su gusto, la princesa siempre prefirió agradar y obedecer a su esposo, y rápidamente dio su consentimiento.(42). En cuanto se unió, puede inferirse que la duquesa encontró atractiva la amistad y los conceptos de caridad fundamentales de una parte de la masonería, pero ante todo había sido la voluntad de su marido lo que le había llevado a esta organización.
Sea cual fuere su motivación, las mujeres que se unían a las logias masónicas de adopción comenzaron a desarrollar, detrás de las puertas cerradas, el sentido de una acción propia. Un estudio de la evolución de los rituales de grado, muestra un lento pero constante cambio en el énfasis de los símbolos y del poder de la mujer.

Donde hasta ese momento las mujeres “ayudaban” a los hombres, ahora comenzaban a presidir la ceremonia y jugar una gran parte de los roles en ella, según el ritual de 1775.
Para 1779, los rituales realmente eran conducidos por las hermanas Inspectoras, Tesorera e Introductoras; los hermanos las “ayudaban” ahora. Los altos grados que se agregaron a los originales cuatro manifiestan dramáticamente este crecimiento. En los grados de Sublime Escocesa  y de Amazonería inglesa, el ritual está centrado en las mujeres en sí mismas; mujeres son las figuras centrales y sus juramentos son decididamente feministas.
Hay evidencias de que las mujeres, si no escribieron realmente los rituales de los primeros cuatro grados, comenzaron a influenciar el lenguaje y el simbolismo.
Obligaron a los hermanos de la Logia de las Nueve hermanas a retractarse de un nuevo ritual que los hermanos habían escrito para la iniciación de su logia de adopción; y lo mas probable es que cuando el editor del libro de los rituales standard de la logia de adopción, cambió la descripción simbólica del arca de Noé de cuatro pisos a tres, dejando el tercero para los animales domésticos, ellas le hayan forzado a agregar uno más.

El ejemplo de las tres princesas y la lista de las logias de adopción, muestran que no prevalecía ningún esquema de membresía. Las mujeres que se unieron, así como los hombres que las apadrinaban, eran individuos con sus propias razones para afiliarse. Su estatus noble, sus historias personales de vida, su deseo de ser parte de una atractiva sociedad secreta, fueron factores que influyeron en sus decisión de unirse.
El atractivo de la organización era muy fuerte al punto de reunir a residentes provinciales y esposas de militares con necesidad de un centro de socialización, miembros de la nobleza de toga en busca de un medio de incrementar su poder y una nobleza de corte atraída por las actividades de caridad, o sea  la filosofía de las Luces y la emoción de una sociedad secreta.
Pero, sin embargo, en cuanto formaban parte de la nueva organización, sus experiencias eran similares. Se moldeaban por una poderosa serie de rituales dentro de una comunidad de amigos; y dentro de la fortaleza de tal comunidad, fueron adquiriendo un creciente poder y un floreciente sentido del feminismo.
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42.  DeLille, p. 24
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Fin.

domingo, 13 de abril de 2014

Francia, siglo XVIII: Princesas de la Sangre, hermanas en la masonería de Adopción. (III).

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Pero en la Duquesa de Bourbon, también había algo de inadaptación, un cierto amor por el escándalo y un deseo de saberlo todo, cosa que le hacía candidato ideal para la francmasonería. Aunque era encantadora y saludable, tenía algo salvaje en su temperamento, de un brillo tal que probablemente alejaba a muchos de sus contemporáneos. En palabras de la Baronesa de Oberkirch “ tenía una mente atribulada e inquisitiva”.(18)

La segunda princesa de la sangre que sintió atracción por la masonería y llegó a la logia de La Candeur con el Gran Maestro, el Duque de Chartres en una celebrada ocasión de 1777, era Marie-Thérèse-Louise de Savoie –Carignan, Princesa de Lamballe(19).
Como Superintendente de la Casa de la Reina, estaba en una posición de gran poder dentro de la Corte, lo que la hizo blanco de escritos críticos como los de Mme. De Genlis quien la acusaba de fraguar sus numerosos desmayos y no comprender una discusión seria  por no poseer una mente capaz.(20)

Estaba en el foco permanente de toda la habladuría y especulación de la corte, especialmente cuando cayó en desgracia y sufrió una muerte violenta durante la Revolución. En general se la ha considerado como de un tipo pasivo y una marioneta de la Reina, no demasiado brillante.(21)
Con respecto a su compromiso con la francmasonería, sus muchos biógrafos generalmente han considerado a esta parte de su vida como una anomalía, algo en que cayó por accidente o como resultado de  alguna clase de persuasión. Desde tal perspectiva jamás habría podido reconciliar todo los aspectos de su personalidad. Solo cuando se toma en cuenta la relación de la Princesa de Lamballe con la francmasonería, es que aparecen integradas su personalidad y sus acciones.
Estaba afiliada a la logia La Candeur en 1777 y fue electa como Gran Maestra de la Logia madre Escocesa ( Saint -Jean d´Ecosse du Contrat Social) en 1781. A igual que en el caso de la Duquesa de Bourbon, la fechas de actuación de la princesa son significativas pues aquellos días marcan un tiempo particular de su vidas.

Al igual que la Duquesa de Bourbon, la Princesa de Lamballe tuvo una vida marital infeliz. La cuarta hija de Louis- Victor de Savoie-Carignan y de Christine –Henriette de Hesse-Rhinfelds-Rotembourg, llegó a París desde Saboya para llegar a ser la esposa de Louis-Alrxandre-Joseph-Stanislas de Bourbon, Príncipe de Lamballe, único hijo del Duque de Penthièvre, un príncipe de la sangre. Se casaron en 1767, pero después de un año de matrimonio plagado de infidelidades por parte del Príncipe de Lamballe, este falleció a la edad de veinte años. Ella contaba con dieciocho.
Antes que regresar a su Saboya nativa, prefirió ingresar a un convento, la Abadía de Saint-Antoine des Champs. Dos años más tarde dejó el convento para ir a vivir con su suegro, el Duque de Pernthièvre que había quedado solo después de la muerte de su hijo y el matrimonio de su hija.
Con esta nueva vida y la seguridad financiera que le proporcionaba su acaudalado suegro, llegó a estar muy activa en la Corte y pronto se convirtió en favorita de la Reina que le dio en un controversial nombramiento, la Superintendencia de su Mansión. (18)
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18.Ibid., 2:19
19. Una Buena parte de lo que aquí se expresa puede encontrarse en “Freemasonry, Friendship and Noblewomen: the Role of the Secret Society in Bringing Enlightenment !ought to Pre-Revolutionary Women Elites, The History of European Ideas, vol. 10, No. 33,1989, pp. 283-293.
20. Mme. La comtesse de Genlis, Mémoires Inédites (Paris: Ladvocat, 1825), pp. 283-286.
21.Ver, por ejemplo, Michel de Decker, La Princesse de Lamballe(Paris: Perrin, 1979); M. de Lescure, La  Princesse de Lamballe(Paris: Plon, 1864); Georges Bertin, Mme. de Lamballe(Paris: n.p., 1888); and Albert-Emile Sorel, La Princesse de Lamballe(Paris: Hachette, 1933).
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Así, en unos pocos años, pasó de ser de una viuda sin hijos en una tierra extrña a una posición de enorme poder y prestigio en Francia. Continuó asi el curso de su vida, aparentemente volátil, hasta que dos años después el estatus de la Princesa de Lamballe quedó disminuido cuando la Reina encontró una nueva favorita, la Condesa Jules Polignac.
La rivalidad política entre la condesa y la princesa era muy amarga, la saluda de la princesa precaria y aunque continúo en su rol de Superintendente de la Casa de la Reina, su ilustre posición en la corte decididamente quedó empañada. Y fue durante esos años que llegó a ser un francmasón.

Por otra parte, la princesa seguramente consideraba a la francmasonería como un brazo de la Ilustración. Su biblioteca personal estaba llena de libros con pensamiento iluminista. Después de su violenta muerte durante la Revolución, el gobierno hizo un inventario de sus posesiones, donde entre otros se encontraban los treinta volúmenes de la Enciclopedia , libros de Voltaire, Rousseau, Mme. De Sevigné, Restif de la Bretonne, Helvétius, Hume y Fenélon. En su última voluntad y testamento dejaba una copa de la Enciclopedia el Caballero de Durfort (22).
Los principales conceptos desarrollados en los rituales de los cuatro primeros grados de las logias de adopción eran, significativamente, conceptos del iluminismo acerca de la libertad, igualdad y fraternidad, ligados a los de caridad, que bien pueden haber atraído a la Princesa.

Aunque desde esta distancia en el tiempo no podemos sentir ni siquiera calibrar el impacto de las palabras simbólicas y los instrumentos empleados por los líderes para introducir a las mujeres en los distintos niveles de la masonería, sabemos que esos rituales seguían un patrón reconocido por los antropólogos como teniendo elementos que pretendían elevar la consciencia de los candidatos tendientes a lograr los mayores niveles de gnosis.(23)
En el primer período de reclusión, donde el candidato se focaliza en la muerte de su ser anterior, es seguida por impartir, ritualística pero dramáticamente, un nuevo conocimiento y sus secretos por parte del líder de la logia.
La tercer parte de cada ceremonia era la aceptación formal del candidato dentro de un gran grupo. Cada aspirante a miembro de una logia de adopción, comenzaba por pasar a través de los cuatro grados primarios, de aprendiz, compañera, maestra y maestra perfecta, dominando el conocimiento de cada uno antes de pasar al siguiente. Esos grados básicos enseñaban ante todo fraternidad, después libertad y por fin igualdad.

Como en el caso de la Duquesa de Bourbon, la Princesa de Lamballe fue atraída a la orientación caritativa de las logias de adopción. Era bien conocida por su devoción a la caridad. Mme. Guérard, quien publicó sus recuerdos de la princesa en 1801, escribió que la princesa “ vivió en una extraordinaria simplicidad, consagrando una gran parte de sus esfuerzos a la asistencia de los infortunados o al cumplimiento de actos de virtud”.
Un abogado, Morizot, escribió en su trabajo que para la princesa “ la caridad es su elemento”. El corazón del cuerpo masónico es el trabajo caritativo. Las actividades de caridad de los masones representaban la interacción entre la necesidad desesperada del pobre en el siglo 18 en Francia, la natural inclinación de las mujeres de las logias hacia la caridad y la fortaleza de la enseñanza humanitaria en los rituales de las logias.
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22.“Testament de madame la princesse de Lamballe” (15 Octobre 1791), 300 API 475, Collection of the House of Orléans, A.N.
23.Sissela Bok, Secrets (New York: Pantheon, 1982); Victor turner, Celebration, Studies in Festivity and Ritual (Washington, DC: Smithsonian, 1982); Arnold van Gennep, Les Rites de Passage(Paris, Picard, 1981).
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En cada reunión de logia se hacía una colecta para el pobre y en ocasión de las festividades de logia regulares, las mujeres hacían una colecta especial y concursos para hallar las mejores ideas que aliviaran el sufrimiento y recompensa para las personas que podían hacer alguna diferencia en las vidas de los desafortunados.
Significativamente, una de las logias mas activas en actividades caritativas era La Candeur a la que estaba afiliada la princesa de Lamballe. La amistad con otras mujeres y el rol de las mujeres en la sociedad también interesaban a la Princesa de Lamballe. Su biblioteca incluía libros respecto al estatus de las mujeres y la amistad entre ellas, como los trabajos de Clarisse Harlow,  en cinco volúmenes, Histoire des femmes françaises y una Bibliotheque des dames.

Durante su vida en la Corte, a veces se mostraba mas interesada en la compañía de mujeres que en compañía mixta, aún al punto de provocar el desagrado de la Reina por organizar una cena pre-baile solo para mujeres (24)
Precisamente es esa actitud de la Princesa de Lamballe hacia la Reina lo que ha desconcertado a sus biógrafos que los mantiene luchando con lo que aparecen como contradicciones de su personalidad.
Por una parte, sus contemporáneos la retrataban como un lacayo de la reina sin personalidad propia. Por otra parte, como se ve en ese baile y cena que organizó a la que solo había mujeres invitadas y rehusarse a un gran baile para sus amigos, no parece haberla inquietado por la opinión de la corte y de la reina.
El Conde de Mercy-Argenteau, embajador austríaco en Francia, escribía regularmente a la Emperatriz maría Teresa de Austria, la Reina madre acerca de la negativa de la Princesa de Lamballe en dar cenas o reuniones para la Reina y el desaprovechado tiempo personal que invertía en suplicar nombramientos para sus amigos.

Más adelante, comentaba que “ la gente quedó asombrada” cuando la princesa abandonó su trabajo, viajando a Holanda durante el embarazo de la Reina.(25)
Al igual que la Duquesa de Bourbon, la Princesa de Lamballe parecía no adaptarse a la corte; tenía una personalidad independiente e intrigante. Tal fortaleza de carácter se manifestaba en un gran número de formas, además de su resistencia a someterse a las presiones de la corte.
Un ejemplo fue su actitud hacia la Superintendencia. Despertó la envidia de muchos miembros de la corte por sus deberes y elevados salarios, como el conde de Mercy- Argenteau que regularmente informaba a la Emperatriz María Teresa de todas sus demandas..
Otro de sus rasgos fue la dedicación a la superintendencia en cuanto se hizo cargo de ella. Por muchos informes, se sabe que tuvo un trabajo duro y serio en esa posición. Según Mme. Campan, lectora y primera ayuda de Cámara de la Reina, la princesa “ usualmente residía en Versalles al comienzo de su designación y dio gran importancia a la exacta ejecución de los deberes de ese oficio”. (26)
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24.Sorel, p. 113
25.Correspondance sécrète entre Marie-Thérèse et le Cte. de Mercy-Argenteau, 3 vols (Paris: Didot, 1874), 2:215.
26.Mme. Campan, Mémoires sur la vie privée de Marie Antoinette(Paris: Baudouin, 1822) 1:286.
27.M. Morizot, avocat. Tableau abrégé des espiégleries de la cour, pendant les six premiers mois de 1792, pour server de suite aux onze memoires précédens (Paris: Labour, 1792), p. 7.
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Su coraje en un incendio que se desató en medio de la noche en el Hotel de Toulouse donde ella vivía con el Duque de Penthiévre, impresionó tanto a  que al menos dos de esas personas la mencionaron en sus memorias.(28). Quedaron asombrados de que ella estuviera en el centro del desastre ordenando a la gente abandonar la casa y rehusando abandonarla hasta que la brigada de incendio arribó al lugar.

El profundo sentimiento de amistad y lealtad que los rituales masónicos enseñan se combinaban efectivamente en la personalidad de la princesa, coraje y rechazo a las presiones de la corte ayudan a clarificar su relación con la Reina, lo cual ha sido ocultado por mucho tiempo por sus biógrafos. La devoción que mostró a la Reina durante los años más violentos de la Revolución, solo se explica con esa combinación y en el contexto del cumplimiento de sus ideales masónicos.
 Insistió en permanecer con la Reina cuando todos habían abandonado a la familia real, a pesar de las advertencias de mucha gente, incluyendo la Reina de que estaba poniendo en peligro su vida al permanecer en Francia, a pesar de que ella había perdido el favor muchos años antes desde el asunto de los grandes bailes y sucumbido a las presiones de la corte.
Ella no fue un lacayo de la Reina ni quería irritarla; fue ante todo un individuo fuerte de naturaleza independiente, con coraje, sentido de lealtad y amistad en la difícil decisión de quedarse y enfrentar la horrible muerte que en efecto sufrió.
…………………………………fin parte 3.
continuará

domingo, 6 de abril de 2014

Francia, siglo XVIII: Princesas de la Sangre, hermanas en la masonería de Adopción. (II).

es continuación




La Duquesa de Bourbon, nacida como Louise-Marie Terese Matilde de Orleans, en julio 9 de 1750 en el Palacio de Saint Clud, era hija del Príncipe Louis – Philippe de Orleans, Duque de Orleans y de Louise Henriette de Bourbon-Conti.
Pocas familias del país eran mas ilustres. En 1770 contrajo matrimonio con su primo, un joven de un linaje tan ilustre como el de ella. Louis Henri Joseph de Bourbon, hijo del Príncipe de Condé, Príncipe de la sangre, Par y Gran Maestro de Francia, Duque de Enghien y de Guisa, Conde de Clermont en Argonne, Gobernador y Teniente general del Rey para las Provincias de Borgoña y Bresse.
Los dos primos renovaron su infancia en la corte, donde la Duquesa gastaba mas y mas tiempo en completar su educación. El duque estaba totalmente prendado con su prima, quien tenía cerca de veinte años, en tanto que él era de catorce. Nadie parece haber objetado la diferencia de edad. Los padres de ambos lados dieron su bendición, el Rey Luis XV no manifestó oposición alguna y el papa Clemente XIV emitió una dispensa a la prohibición de matrimonio entre parientes cercanos. (6).

Al poco tiempo de la boda, el cuento de hadas se disipó. La Baronesa de Oberkirch de Estrasburgo, que conocía muy bien a la familia y compartía largas confidencias en las caminatas con la duquesa, relató en sus memorias que “ la pasión del duque de Bourbon no duró por mucho tiempo, se extinguió como una breve llamarada repentina”.(7)
El duque comenzó a buscar otras mujeres con quien compartir su tiempo y al poco tiempo, no mucho después de su matrimonio, tuvo un hijo con una intérprete de la Opera. El duque no solo bautizó al niño con el nombre Bourbon, sino que por orden del Rey eligió como padrinos a la ilustre Mme. de Condé y al Príncipe de Soubise.(8).

Quizás para la duquesa fueron aún más devastadores sus numerosos amoríos con mujeres de la corte, de las cuales dos pertenecían a su círculo más cercano. La duquesa quedó sumida en unos miserables celos hasta el punto de que para 1780 se encontraban legalmente separados. El único hijo que tuvieron fue el duque de Enghien, nacido en 1772 después de una peligrosa y extensa labor y fue tomado por su padre para ser educado con el resultado de que ella lo veía a intervalos poco frecuentes.
A pesar de que tales experiencias de maternidad no eran poco comunes entre las elites de la época, pudieron haber ejercido alguna influencia psicológica dolorosa. Y fue durante este período de su vida, que la duquesa de Bourbon llegó a ser un francmasón.
Para analizar la atracción que esta organización secreta ejerció sobre la duquesa, debemos considerar varios aspectos de su vida y de su carácter.  Primeramente un matrimonio infeliz, la miseria, frustración y soledad que sentía en sus palacios. Describió sus sentimientos a la baronesa de Oberkirch en una de sus largas caminatas: “ Yo amé a mi esposo: a veces parecía
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6. Comte Ducos, La mere du duc d’Enghien(1750-1822) (Paris: Nourrit, 1900), p.75.
7. Baronne d’Oberkirch, Mémoires sur la cour de Louis XVI et la société française, avant 1789, 2 vols. (Paris: Gratiot, 1853) 2:19.
8. Ibid., 2:23-24
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un amor irrefrenable y apasionado, que él me pagó con un desprecio quizás tan desenfrenado e irracional como mi amor”.(9).

La amistad muy cercana de otra mujer era una importante característica de la masonería que puede haber atraído a la duquesa. Como muchas grandes damas de entonces, la Duquesa de Bourbon mantenía estrechas relaciones amistosas con otra mujer, una confidente y  como tal parece haber hablado muy libremente a la baronesa de Oberkirch.
Bien puede ser por otra parte que la estrecha amistad surgida en las logias masónicas sirviera como paliativo a esta mujer que tenía que sobrellevar no solo la falta de afecto de su esposo sino soportar sus infidelidades con miembros de su propio entorno y el acceso limitado a su único hijo, sino además la falta de compasión de muchos de sus pares quienes esperaban que soportara su situación con dignidad y estoica indiferencia.
La Corte del siglo dieciocho estaba plagado de adulterios y atrofiadas relaciones madre-hijo, y se esperaba que las mujeres se ajustaran a eso por lo que no se consideraba con simpatía a quien no lo hacía.

Otro rasgo característico del interés de la duquesa en la francmasonería pudo haber siso su fascinación con el misticismo, que entonces era parte de la experiencia francmasónica.
Su problema con las infidelidades del duque llegaron a un climax con un incidente particular,, debido según relata la baronesa de Oberkirch a las ideas místicas de la duquesa, “altamente exaltadas”.(10)
El incidente tuvo lugar en el Mardi Gras Ball de 1778 ( baile de carnaval). El descaradamente infiel Duque de Bourbon, se había cansado de su bien conocida relación, Mme. De Canilhac. Mme. De Canilhac fue la acompañante de la Duquesa de Bourbon, pero había sido despedida cuando su relación con el Duque se convirtió en la comidilla de la Corte. La Duquesa de Bourbon entró al baile del brazo del cuñado de Mme. De Canilhac, junto al Conde de Artois, hermano del Rey, con la propia Mme. de Canilhac. Los detalles de lo ocurrido varian pero la historia llegó a ser bien conocida por toda la Corte.
Por alguna razón, el Conde de Artois dijo algo ofensivo para la Duquesa quien le arrancó la máscara del rostro al Conde quien a su vez aplastó la máscara en la cara de la Duquesa. El incidente lo contó la propia Duquesa a sus amigos y el Conde a su hermano, el Rey. Como escribió la Baronesa de Oberkirch, “ fue un escándalo espantoso”.(11).

Las criticas de la Corte y el enojo del Rey parecen haber sido el catalizador para la huida de la Duquesa a sus vuelos de misticismo. Estaba fascinada por Franz Anton Mesmer, quien había llegado a París en 1778 con su teoría del magnetismo animal.
Todos los cuerpos, afirmaba Mesmer están llenos con un fluido que puede controlarse y reforzarse por la “ mesmerización”. Y como según él las enfermedades se producían por el bloqueo del fluido a través del cuerpo, mesmerizando o masajeando los polos del cuerpo, se restablecería la salud.(12).
Mesmer respaldaba sus teorías con aplicaciones prácticas: ayudaba a la recuperación de sus pacientes en demostraciones públicas que incluían desmayos, convulsiones, sesiones comunitarias de auto ayuda y baños magnéticos. Ocasionalmente Mesmer llevaba a sus seguidores a una sesión de sonambulismo, el sueño profundo en que podría alguno comunicarse con espíritus lejanos.
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9.Ibid., 2:22.
10. Ibid., 2:21
11.Ibid., 2:24-5.
12.Robert Darnton, Mesmerism(New York: Schocken, 1968), pp. 3-4.
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Era la sensación de París. La Duquesa de Bourbon fue seducida por las teorías de Mesmer del magnetismo y sonambulismo y abierta perpetuamente a los místicos.(13)
En su búsqueda de la perfección mística, la Duquesa de Bourbon también era seguidora de las enseñanzas de dos Iluministas pseudo masónicos: Louis Claude de Saint Martin, el Filósofo Desconocido y Martinez de Pasqually, su maestro. Predicando una ciencia misteriosa que combinaba la Cábala , enseñanzas gnósticas y ritos masónicos, pretendíendo comunicarse con Dios y recibir algunos dones especiales que les permitían realizar milagros.

La Duquesa de Bourbon, según la baronesa de Oberkirch, “ hablaba con frecuencia de Martinez de Pasqually, ese teósofo, ese líder de los iluministas que establecieron una secta y residían en París en 1778. Ella ha visto mucho, ha oído mucho, ella es una Martinista o algo así”.(14)
Como la masonería era la base de los rituales y credos de los dos y a que la masonería incluía algunos elementos místicos importantes, la organización pudo haber ejercido una natural atracción para una mujer con el temperamento y los intereses de la Duquesa de Bourbon.
La Duquesa de Bourbon pudo también ser atraída por el lado caritativo de la actividad masónica. La Caridad era una de las preocupaciones principales tanto de hombres como de mujeres en las logias, y la Duquesa de Bourbon estaba muy motivada hacia las obras de caridad desde mucho antes de hallar su escape masónico; la atracción de disfrutar de una organización que coincidía con su sentimiento, debe de haber sido muy fuerte. Ella repartía sus días entre la administración de sus posesiones, el estudio, el placer y la caridad. (15).
Cada mañana, la Duquesa daba paseos a pie o en carruaje, con sus sirvientas, para ayudar a los indigentes. Se quejaba de no tener lo suficiente para ayudar a toda la gente pobre a pesar de animar al clérigo de su parroquia, sus parientes y sirvientes a notificarle de cualquier miserable que descubrieran.

Fundó un hospicio y personalmente cuidada por esas pobres almas en sus camas cuando iba de visita. Su devoción a las tareas caritativas continuó durante la Revolución y aún hasta su muerte en 1822. (16)
En la caridad, el misticismo y la necesidad de amigos en ese tiempo, pueden hallarse tres razones por las que la Duquesa de Bourbon se sintiera fuertemente atraída a la masonería a fin de los 1770s, aunque otros rasgos y preferencias pudieran haber influido también.
La Duquesa era “ políticamente democrática”, lo que la Baronesa de Oberkirch denotaba como “ algo muy inusual en una princesa de la sangre”.(17) y el énfasis masónico en la igualdad debe haber apelado a esta faceta de su pensamiento.
También puede suponerse que los rituales hayan fascinado a la Duquesa. Para fines de los 1770s, los rituales de la masonería eran producciones dramáticas amateurs y la Duquesa era bien conocida por su amor a todos los aspectos del teatro, en especial la comedia.
Ella misma había escrito varias obras teatrales que representaba en su palacio. Igualmente, los banquetes que seguían a cada reunión formal, probablemente hayan siso una atracción para la Duquesa igual que los bailes y festivales a los que amaba asistir.
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13.Ibid., p. 70.
14.Ibid, 2- 102-3
15.Ducos, p. 192.
16.Ibid
17.Oberkirch, 2:21
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